sábado, junio 14, 2025

El héroe o el villano de la historia sin un punto medio: Día del Arquero

Por Nicolás Costa

El 12 de junio no es un día más. En 2011, por iniciativa del Senado de nuestra Nación, se celebra “El Día del Arquero” en honor a Amadeo Carrizo, el histórico portero que tuvo River Plate. Desde su debut en el fútbol, “Tarzán” marcó el inicio de una leyenda que iba a revolucionar para siempre este deporte. Con su estilo para atajar arriesgado, gaucho e innovador dejó una huella inolvidable en el “Millonario” y en la historia del fútbol mundial. Con tan solo 19 años debutó en la Primera de River Plate, y fue un amor que duró 24 años más. Un enamorado de su querida “La Banda”. Siempre se desvivió por dejar la vida en la cancha y que la gente lo disfrutara como si fuera el último día de su vida, sin saber que, más adelante, iba a ser amado eternamente por todos sus hinchas.

La única particularidad es que, a nivel mundial, se celebra el 14 de abril en homenaje al colombiano Miguel Calero. El portero tenía el récord de mayor cantidad de partidos jugados en toda la historia, con 945 encuentros, y luego de su fallecimiento se eligió el día de su cumpleaños para que esta conmemoración sea posible.

El 12 de junio no es un día más. En 2011, por iniciativa del Senado de nuestra Nación, se celebra “El Día del Arquero” en honor a Amadeo Carrizo, el histórico portero que tuvo River Plate. Desde su debut en el fútbol, “Tarzán” marcó el inicio de una leyenda que iba a revolucionar para siempre este deporte. Con su estilo para atajar arriesgado, gaucho e innovador dejó una huella inolvidable en el “Millonario” y en la historia del fútbol mundial. Con tan solo 19 años debutó en la Primera de River Plate, y fue un amor que duró 24 años más. Un enamorado de su querida “La Banda”. Siempre se desvivió por dejar la vida en la cancha y que la gente lo disfrutara como si fuera el último día, sin saber que, más adelante, iba a ser amado eternamente por todos sus hinchas.

¿Cuántas veces escuchamos “Va a pasar el Día del Arquero”? Se solía repetir para demostrar lo poco probable de que sucediera algo. Pero con el paso del tiempo, esta frase posee muy poco sentido, porque el Día del Arquero tiene su reconocimiento tanto a nivel internacional como en Argentina. De hecho, es en honor a un gran nombre de la historia del fútbol argentino, y se tomó la decisión de identificar en una fecha distinta a la que se celebra en el resto del mundo.

Ser arquero, a veces, es un puesto ingrato. Atrás tuyo no tenés a nadie para defenderte; cuando te das vuelta, solo está la red. Si tu jugador se equivoca, en la mayoría de los casos un compañero lo puede solucionar o “arreglar”. Pero si la falla es del portero, hay que ir a buscar la pelota dentro del arco. Por más que hayas tenido un día espectacular y brillante, si se cometió un error, todos recordarán esa jugada. El “1” puede jugar con el pie, salir del área y cortar un centro. Dentro de todo, es el jugador de campo que más libertad obtiene dentro de la cancha. La locura linda de ser el dueño del arco, de ser único en un deporte grupal, de poder jugar la pelota con cualquier parte del cuerpo a diferencia de sus otros compañeros hace que los guardametas sean personajes especiales.

El nacido en Rufino, Santa Fe, no sólo fue reconocido por su longevidad en el fútbol, sino también por su estilo, rompiendo con lo común en esa época: saliendo del área para jugar con la defensa, achicando al rival. Algo muy revolucionario en el deporte. Una técnica que hoy en día estamos acostumbrados a ver y pasa desapercibida, pero que en esos tiempos era inimaginable y “poco” estética. Amadeo fue el primer arquero en tirarse con los pies hacia adelante a los delanteros y sacarles el balón como si fuese una golosina. No solo eso, sino que también fue el primero en iniciar contraataques con saques desde el arco.

Su elasticidad y postura activa que mostraba para su puesto le valieron el apodo de “Tarzán” en sus primeros años en el fútbol. Pero tiempo después, la inmensidad de su figura fue encerrada en la mención de su nombre de pila como marca registrada: Amadeo. El tan querido arquero “Millonario” tuvo un gran declive y quedó marcado en el “Desastre de Suecia”, en aquella eliminación de la Copa del Mundo de 1958, sufriendo una goleada histórica 6 a 1 contra Checoslovaquia. Seis años después tuvo su revancha y ganó su único título con el combinado albiceleste: la Copa de las Naciones en Brasil. En ella, Argentina venció al seleccionado local que contaba con Pelé, y Carrizo le atajó un penal a Gerson en un recordado partido que se jugó en el Pacaembú de San Pablo.

Qué raro ver arqueros hoy que no usen guantes para atajar. Es más, ningún arquero ataja sin guantes hoy en día. Pero raro era, en los tiempos pasados, ver porteros que se pusieran estos mismos cuando estaban en el arco. Amadeo Carrizo fue el primer golero argentino en usar guantes, algo que al principio se consideró muy excéntrico. Una particularidad es que Lev Yashin, guardameta de Rusia, fue el primer guardameta en utilizarlos y le regaló los mismos a “Tarzán” en el único encuentro en que se enfrentaron. Carrizo rompió lo “normal” el 4 de diciembre de 1954, en un viaje con la selección argentina para enfrentar a Italia en un amistoso, en el que ganó la “Azzurra” por 2 a 0 en el Estadio Olímpico de Roma.

No todos los arqueros nacen para estar en el arco. Algunos empiezan a jugar con el deseo de ser defensores, mediocampistas o delanteros. La vida misma y el tiempo los van llevando y formando a futuro para ver cómo rinde su desempeño a máximo esplendor. Está el caso del mismo Martín Palermo, que de chico siempre quiso ser arquero, pero como son las vueltas de la vida terminó siendo el máximo goleador de la historia de Boca Juniors. No solo eso, sino que fue uno de los mayores ídolos y referentes del club de la Ribera. Amadeo Carrizo, que empezó su carrera como delantero. Nadie sabe lo que te puede deparar el destino. Ni el mismísimo Carrizo se imaginaba que iba a revolucionar la forma de atajar.

Ezequiel Borsotti, que hizo sus inferiores en el Club Atlético Fénix, pasó por varios equipos del ascenso argentino y hoy en día se desempeña como arquero titular del Club Atlético Lugano, en la Primera C. “Cuando empecé a jugar al fútbol de chiquito, nunca imaginé que iba a ser arquero. Yo jugaba de delantero en el baby fútbol, pero con el pasar de los años se te va abriendo la cabeza y probé estar en el arco. Me acuerdo que fue una sensación rara para mí, pero me gustó, y ahora no me arrepiento de nada. Estoy muy feliz con mi decisión de atajar”, declaró Borsotti.

El cerebro de los arqueros es capaz de juntar o fusionar señales de diferentes sentidos más rápido. “Los arqueros no se cansan, ni tocan la pelota, solo están parados en el arco”, se suele escuchar. Pero son muy determinantes en los encuentros, tanto para bien como para mal. Su responsabilidad es infinita para definir partidos, pero su puesto es muy emocional y mental. Por eso, cuando se pierde, en vez de buscar razones, se busca un culpable. Si el árbitro pasa desapercibido, el arquero tiene todos los números para ser el primero de esta lista. Es el que entrena separado, el que se viste distinto, el especial, como se dice en los planteles a modo de chiste. Si se equivoca, queda más expuesto que cualquiera que falle en otro sector de la cancha. Después de él, solo está el arco. Le tocará ser el “meme”, el video que circula hasta el cansancio por las redes sociales, la cara de la derrota. Pero convive con esto y sabe que es parte del contrato. Estas posibles consecuencias, propias del oficio, hacen que la cabeza del arquero juegue un rol fundamental en su rendimiento. Muchos psicólogos deportivos coinciden en que es el puesto más difícil, donde la cuestión se complica ante la falta de confianza y actitud, aunque también influyen las cuestiones físicas y técnicas.

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