Por Morena Baulde
Mariano Penepil es jugador de Ferro Carril Oeste que actualmente se desempeña en Deportivo Merlo, club al que fue cedido. El lateral izquierdo confesó que las apuestas deportivas aumentan en algunos equipos del ascenso ya que de esa manera recaudan más dinero que de sus propios sueldos.
Aunque en la cancha lo apodan Toro por su aguerrida forma de jugar, el rionegrino de 21 años -con tranquilidad y sinceridad- demostró mediante una agradable charla en una cafetería ubicada en el barrio porteño de Caballito ser un apasionado por el fútbol, tras haber superado situaciones difíciles que le tocó atravesar lejos de sus seres queridos.
Penepil nació el 29 de julio de 2003 en Bariloche, Río Negro. Actualmente tiene contrato hasta 2026 con el club Ferro Carril Oeste, pero juega en Deportivo Merlo, club de la Primera B Metropolitana en el que se encuentra a préstamo hasta diciembre de este año.
El Toro arrancó desde muy chico y por gusto propio, a desplegar sus habilidades con la pelota a pesar de que ningún familiar practicaba el deporte. Empezó en el club Luna Park, ubicado en San Carlos de Bariloche en el barrio Altas del Este, cuyo escudo lleva en la piel. “Es un club de barrio muy chico, no teníamos cancha y alquilábamos”, recordó.
El oriundo de Río Negro comenzó en 2019 su búsqueda de crecimiento a nivel deportivo y se probó en Racing de Avellaneda. Le comunicaron que se pondrían en contacto y volvió a su provincia natal: “Me enteré de que un veedor de Ferro iba a El Bolsón (al sur de Río Negro) y fui con un amigo. El entrenador me dijo que quería que a la semana siguiente me presentara en Buenos Aires, pero todavía me faltaba una prueba más en la que participamos como cuarenta jugadores de distintas provincias. De todos esos quedamos un chico más que finalmente no quiso seguir, y yo”.
“Con 16 años estuve en la pensión de Ferro. Nos contuvimos un poco entre todos mis compañeros. En 2020, por la pandemia, me fui a Bariloche con mi familia y al año siguiente volví y la pensión cerró. Tuve que buscar un lugar donde vivir, nos costó mucho conseguir porque las pensiones que había estaban en situaciones muy precarias. Fue difícil porque yo no estaba acostumbrado pero no me quedó otra que bancarla. En mi habitación dormía, comía, hacía todo encerrado mientras no entraba un rayo de sol”. Tan joven y con una gran madurez, Penepil priorizó su sueño aún teniendo que afrontar las adversidades.
A más de 1.500 kilómetros de su familia y de su colegio comenzó su vida de futbolista en Ciudad de Buenos Aires. “Fue complicado porque soy muy unido a mis papás y a mis hermanos. De hecho, tengo sus nombres tatuados porque son lo más importante que tengo, los extrañaba todo el tiempo. Respecto al colegio, los directivos se pusieron la diez y después de la pandemia, como me quedaba un año de secundaria, me dejaron seguir de manera virtual para que pudiera terminar”.
Sus primeros partidos en Ferro los jugó como enganche en la Sexta División. Al poco tiempo, el técnico le comunicó que quería subirlo a Reserva pero que le veía potencial de lateral izquierdo. La respuesta del jugador fue un “sí” rotundo: “Mientras sume minutos, me pongo hasta de arquero”, dice con una sonrisa.
En 2022 hizo su debut en Primera y recién en enero de este año firmó su primer contrato profesional con Ferro. “Fue un alivio porque hay muchas internas que no se conocen, situaciones y forreadas que me banqué, que hicieron que muchas noches me replanteara dejar el fútbol. Cuando debuté en Primera me hicieron saber que tenía el nivel para sumar minutos y después no me ponían nunca. Siempre preguntaba qué era lo que me faltaba pulir para que me tuvieran en cuenta y no había respuesta. Eso era lo que me mataba cuando llegaba a mi casa. Ir a entrenar y hacer tanto sacrificio sabiendo que después no vas a jugar es durísimo. Sin embargo, no me arrepiento de haber firmado. Quiero volver a Ferro y jugar porque siento que tengo una cuota pendiente. Desde que llegué a Buenos Aires empecé con un psicólogo deportivo y eso me ayudó mucho”.
Aunque la B Metropolitana se encuentre a una categoría de la Primera Nacional, hay puntos diferentes en relación al ritmo de juego. “Por momentos se vuelve complicado que sea tan dinámico porque hay mucho roce, muchas patadas. Sin embargo, es muy intenso y me sorprendió positivamente porque si bien nunca subestimé la categoría, no me lo imaginaba así. Hay mucha competitividad y es una incertidumbre constante. Estoy contento en el club”, analizó.
“En 2021 me citaron para la Selección Sub-20 del Ascenso. Me emocioné porque se me vinieron los recuerdos jugando en la cancha del Luna Park. Tuve la suerte de ser el capitán en los amistosos que jugamos. Si bien era del Ascenso, todos quieren ponerse la camiseta de la Selección y pisar el predio que pisé con mis compañeros. No le quito mérito porque me sumó un montón”, declaró Penepil. Este seleccionado además de aprendizaje les brindó visibilidad a los jugadores. Por ejemplo, Alex Luna, actual futbolista de Independiente, vistió la albiceleste junto al rionegrino.
La situación es distinta solo para unos pocos. “Hoy puedo vivir de mi sueldo, aunque obviamente no tengo una vida de lujos y me puedo permitir no tener dos trabajos. Sin embargo, tengo compañeros que tienen familia y lógicamente por la situación del país no les alcanza y obligadamente necesitan de dos ingresos. Igualmente, considero que debería haber un aumento por el sacrificio que conlleva ser futbolista. En general, es muy probable que cualquier laburante cobre más que un jugador del ascenso”.
Los jugadores que no forman parte de la primera categoría también les dedican la mayor parte de su tiempo al fútbol y aún así no se les da la suficiente visibilidad. “Siento que ahora se le está dando un poco más de importancia al ascenso. Sin embargo, sé que por ejemplo no ponen el VAR en la Primera Nacional porque hay muchos arreglos. Vamos a ciertas canchas y previamente nos preparamos para por lo menos no pasarla tan mal, porque sabemos que te van a robar. No lo aseguro pero creo que la poca visibilidad es un tema de conveniencia”.
– ¿De estos meses en Merlo, te llevás aprendizaje?
– Sí. Sé lo que quiero y lo que no, hay cosas que antes dejaba pasar porque era chico y tenía miedo, hoy ya tengo otra cabeza.
Lamentablemente las apuestas deportivas se están volviendo costumbre en el ambiente del fútbol y muchos casos sucedieron en categorías del Ascenso. “Por suerte no me ha tocado tener ningún compañero o conocido que esté metido en eso, pero sí hinchas me han acusado a mí. Jamás lo haría porque el que lo hace no juega solamente con su plata sino con la honestidad y el futuro de sus compañeros del plantel, además a mí no me mueve la plata, me mueve la pasión. También creo que se volvió una normalidad en jugadores de clubes más chicos porque ganan más con las apuestas que con su sueldo”.
– ¿Cuáles son tus objetivos?
– Me cansé de proyectar, ahora vivo el día a día. Disfruto de poder vivir haciendo lo que me gusta, ya que no todos pueden hacerlo. Obvio que un objetivo a corto plazo es ascender con Merlo y como sueño, jugar en River, el club del que soy hincha. Pero trato de no quemarme la cabeza con eso porque lo que quiero es jugar a la pelota hasta que no me den más las piernas.