martes, noviembre 5, 2024

Los Padres del fútbol argentino

Por Juan Moure

Si vienen a misa los domingos, yo les dejo jugar al football en el patio de la parroquia”. Lorenzo Massa, cura de la parroquia San Antonio de Padua, en el barrio porteño de Almagro, le dice eso a los pibes que juegan en las calles bajo el nombre de Forzosos de Almagro. Ellos, sin pensarlo demasiado, acceden al trato, y así surge uno de los primeros vínculos entre la Iglesia y el fútbol en Argentina. Así, en 1908, nace el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, nombre en homenaje al sacerdote que les dio el lugar para jugar.

El 31 de octubre se cumplen 75 años del fallecimiento de Lorenzo Massa, uno de los Padres del fútbol argentino. El Padre Lorenzo utilizó al fútbol como excusa para alejar a los chicos de la calle y hacer que fueran a misa, pero hay más curas que lo hacen para evitar que los pibes caigan en malos hábitos como las drogas, el alcohol y la delincuencia. 

En la Villa 31, uno de los barrios populares más conocidos de la Ciudad de Buenos Aires, las personas llevan con orgullo el ser parte del legado de Carlos Mugica, un sacerdote comprometido con las personas más pobres del país en los años 60 y comienzos de los 70. El barrio lleva el nombre “Padre Carlos Mugica” en homenaje al sacerdote. Quien, además de haberse hecho conocido por su activa militancia política dentro del peronismo de izquierda cuando este partido estaba proscripto en los sesenta, fue un enfermo por Racing de Avellaneda. Seguía al equipo a todos lados, al punto de que llegó a acompañar a la Academia a Glasgow, Escocia, para el enfrentamiento de ida de la Copa Intercontinental de 1967, ante el Celtic de aquel país que acabaría ganando el club argentino tras perder por 1-0 de visitante, ganar por 2-1 en su cancha y vencer en el partido de desempate por 1-0 con gol de Juan Carlos Cárdenas en el Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay.

El 11 de mayo de 1974, en el Club Atalaya de San Isidro, un equipo llamado “La Bomba” jugó como lo hacía cada sábado. Mugica de 11 en ese equipo. Quienes tuvieron la posibilidad de jugar alguna vez con él dicen que tenía una muy buena zurda y que era calentón en los partidos. Al finalizar, el cura viajó hasta Villa Luro, a la Iglesia San Francisco Solano, donde dio una misa como de costumbre. A las 20, el cura se retiró de la Iglesia por la calle Zelada. Allí lo estaban esperando unos hombres pertenecientes al grupo parapolicial conocido como la Alianza Anticomunista Argentina (la Triple A). Ellos lo acribillaron con seis tiros por la espalda. Mugica vivió su pasión por el fútbol hasta el último día de su vida. Él tenía dos grandes amores: Dios y la pelota.

La pasión de este cura villero trascendió a los pasillos de la villa que hoy, a 50 años de su asesinato, lleva su nombre y su cara en casi todos los murales. La Villa 31 tiene al Club Padre Carlos Mugica, fundado en 2015 y bautizado también en honor a él, donde más de 500 pibes que viven en la villa tienen la oportunidad de practicar fútbol, hockey y futsal, además de recibir apoyo y contención ante la cruda realidad que los rodea cada día, en la que la pobreza, el violencia y las adicciones forman parte de la cotidianidad de sus vidas

Se cumplen 42 años del asesinato del Padre Mugica, defensor de los pobres

“El Padre Carlos encontró muchas necesidades en un barrio muy pobre y se metió al barro a tratar de ayudar a cada vecino, por eso es que nosotros lo tenemos como un gran ejemplo”, dice Ignacio Bagattini, cura de la parroquia Cristo Obrero, fundada por Mugica en la Villa 31.

Tanto a Lorenzo Massa como a Carlos Mugica los unía la pasión por el fútbol y por transmitir su fe, pero a sus clubes también los une la fe. San Lorenzo y Racing son dos instituciones muy ligadas a la congregación salesiana, es decir, a los seguidores de San Juan Bosco. Por el lado de San Lorenzo, el vínculo está formado desde su primer día, ya que Lorenzo Massa es un ícono de la salesianidad en el país. Por otro lado, Racing eligió a Don Bosco como su patrono en 1967 y es el único club de Primera División que tiene uno. La elección fue impulsada por el Padre Mugica cuya primera intención fue que el santo italiano sea el patrono y protector del fútbol argentino, pero el proyecto de ley no prosperó cuando se presentó en el Senado de la Nación a fines de los años 50 y acabó siendo elegido por decreto de la Comisión Directiva de la Academia en 1967, año en el que los de Avellaneda salieron campeones del mundo.

La figura del santo patrono no es la única excentricidad de Racing en cuanto a la religión cristiana. Tienen su propio sacerdote. Juan Francisco Tomás es el capellán de la Academia y su tarea es encargarse del área de Racing Solidario. Además, como es costumbre entre los Padres ligados al fútbol, suele realizar bendiciones a los equipos de los distintos deportes, para que lo “sagrado” esté de su lado. El Padre Juan Francisco veía muchos rasgos de San Juan Bosco en Mugica. En principio, por su vocación por jugársela por los que menos tienen. Don Bosco, con su ayuda a chicos de la calle y presos en su oratorio en Turín, Italia, le sirvió como ejemplo al cura que era fanático de Racing para dar su vida por los pibes de las villas que eran denigrados por los sectores políticos y las clases altas que los marginaban del resto de la sociedad.

Otro de los grandes sacerdotes muy vinculados al fútbol argentino es el Papa Francisco. Es la conjunción de Lorenzo Massa y Carlos Mugica. La vocación como cura villero y la pasión enfermiza por San Lorenzo hacen que pueda hacerse esta comparación. Jorge Bergoglio desde muy chico se enamoró del Ciclón, cuando iba al Viejo Gasómetro en Avenida La Plata. El periodista Diego Fucks mostró a través de sus redes sociales que en sus vacaciones en 2018 visitó al Papa en el Vaticano y este le recitó de memoria la formación titular del equipo que salió campeón en 1946, cuando tenía nueve años.

Si bien no jugaba al fútbol como lo hacía Mugica, sí se hizo muy presente en el club. En el verano de 1998 fue expulsado por Alfio Basile del vestuario de San Lorenzo en el debut del Coco como entrenador del Ciclón, porque lo que el cura hacía ahí “no servía para nada”, ya que venían en una racha negativa. En 2017, en la mesa de Mirtha Legrand, Basile aseguró que no iba al Vaticano cuando viajaba a Italia por miedo a ser echado por Francisco, tal como ocurrió aquella vez.

Pasan los dirigentes, pero desde San Lorenzo le agradecen al Papa por llevar su fanatismo por el equipo de Boedo. Casi de forma rutinaria le hacen llegar camisetas y demás detalles vinculados a la identidad del club. Con ya 11 años con el título de Sumo Pontífice tiene presente al Cuervo en cada viaje que hace, aunque ya no haga tantos debido a la preservación de su salud. Cada vez que puede, saca a relucir ese hincha de San Lorenzo que, por más que ya no pueda ir al Nuevo Gasómetro, nunca va a dejar de serlo.

Así como abundan los sacerdotes que recurren a su pasión por el fútbol como herramienta para la inclusión social, no son tantos los futbolistas que cambian los botines por las sotanas. El norirlandés Philip Mulryne jugó entre 1997 y 1999 en el Manchester United junto a grandes estrellas como David Beckham y Paul Scholes, representó a Irlanda del Norte en 27 ocasiones. Pero no fue hasta 2009 que tomó la decisión de buscar su verdadera vocación al dejar Inglaterra e ingresar al seminario en su tierra natal, para ser ordenado sacerdote ocho años más tarde. Mulryne no es el único en el mundo. Sin ir más lejos, en Argentina hay otro cura futbolista, Sebastián Salimbene.

Bocha aún marca en el medio para que Dios defina arriba

En la parroquia San Pablo de Ramos Mejía, en La Matanza, Provincia de Buenos Aires, las personas se acercan a comulgar en las misas, pero son pocos los que conocen la historia de quien les da la comunión, el Padre Sebastián. El Bocha hizo inferiores en Huracán, Vélez y San Lorenzo. Era un volante con buen pie, pero sin tanto sacrificio. Él cuenta que en los tres clubes se enfrentó varias veces contra los juveniles de Argentinos Juniors que tenían a Juan Roman Riquelme como una pequeña estrella emergente. Comenta que Riquelme lo volvía loco con sus pisadas y que más de una vez salió “mareado” por lo que hacía el hoy presidente de Boca. 

Tras no tener lugar en la primera del Ciclón, el volante categoría ‘78  debutó en Primera en Almirante Brown ante Almagro en 1997 por la fecha 13 de la B Nacional. Tras descender en esa temporada, jugó en Comunicaciones hasta que una rotura de ligamentos en su rodilla derecha y una posterior tendinitis en el mismo lugar lo obligaron a retirarse.

Salimbene, durante mucho tiempo, no vivió su fe de forma activa. De chico iba a misa pero se alejó de la religión por correr el foco de su vida al fútbol. La oscuridad lo acechaba por sus dolores en la rodilla y por el cáncer que acabó matando a su madre, pero fue en ese momento cuando encontró un fuego interno que iluminaba su camino. De inmediato, fue a la parroquia Nuestra Señora de Luján de Villa Constructora, en La Matanza, a buscar al cura Marcelo Simpático que tiempo atrás le había preguntado si sería sacerdote y la respuesta fue un rotundo “no”.

Pero al no poder recuperarse, el Bocha empezó a acercarse más a Dios. Por esa charla con el cura (o porque creía que de esa manera no iba a recibir más caños de sus rivales en la mitad de la cancha), Salimbene colgó los botines para ponerse la sotana. “El fútbol me gustaba, pero tampoco me apasionaba. No era mi pasión. Lo que más me gustaba era compartir un vestuario y quedarme a hablar con mis compañeros de sus vidas”, confiesa el Bocha. Se ve que en alguno de sus entrenamientos en las inferiores de Vélez mientras Carlos Bianchi quien era el entrenador de la primera del Fortín, el Virrey debió haberle pasado el teléfono de Dios, para que pudiera estar atento a su llamado.

Hoy, el Bocha Salimbene juega en el medio, como lo hizo toda su vida, pero ya no en la cancha como un segundo 5. Está en medio de la gente de su barrio, Villa Constructora, para poder acercarla a Dios. El fútbol no dejó de ser parte de su vida. Asegura que recibe mensajes divinos a través de analogías futbolísticas, como “parar la pelota” o “ver el espacio”. También asegura que Dios es el mejor director técnico que tuvo, porque fue el único en encontrar su puesto.

Más notas