Por Julieta Farías, Jerónimo Spangenberg y Leandro Piñeyro
El 6 de octubre de 1973, el Monumental de Alta Córdoba estaba a reventar. Miles de cordobeses iban a ser testigos de un día histórico: el debut de Instituto en el fútbol nacional. Además, había un condimento extra, La Gloria debía enfrentarse al Newell’s Old Boys de Jorge Valdano y Daniel Marangoni.
El conjunto local, dirigido por Enrique García, venía de golear en la final de la Liga Cordobesa a Belgrano y contaba con juveniles muy prometedores como Osvaldo Ardiles y el refuerzo de Miguel “La Cata” Oviedo. Sumado a estas figuras, había una que resaltaba entre las demás, un pibe de 19 años del que hablaban todos tras su participación en la liga regional: Mario Alberto Kempes.
Los fanáticos de la Gloria sufrieron un cotejo tenso aquella tarde primaveral de la provincia serrana. Instituto cayó 1 a 0 frente al equipo rosarino con un cabezazo de Daniel Marangoni en el segundo tiempo y ninguna de sus individualidades, que brillaban habitualmente, tuvieron un gran partido.
De esa forma, los hinchas se retiraron del Monumental de Alta Córdoba amargados y sin saber que acababan de presenciar un partido que calaría en la historia de nuestro fútbol.
El Matador había llegado al club en 1972, luego de hacer inferiores en Talleres de Bell Ville, su ciudad natal, donde ya era conocido por su habilidad con la pelota. El reconocimiento que tenía era tal que cuando fue a probarse a Instituto decidió usar un nombre falso para no condicionar a los formadores del club.
Kempes, que era tan inteligente tanto dentro como fuera de la cancha, fue a probarse al club bajo el seudónimo de “Carlos Aguilera, de Bell Ville” y se hizo el desentendido cuando Armando Rodríguez, el técnico que lo evaluó en La Gloria, le preguntó si era aquel pibe de su pueblo que tan buena fama se había hecho.
Aun presentado bajo su identidad ficticia, Kempes fue probado en diversos amistosos y dejó satisfecho al entrenador que le ofreció firmar por el club. De esta manera, finalizó la carrera de Carlos Aguilera y comenzó la de Mario Alberto Kempes, quién se vio obligado a revelar que sí era aquel hábil delantero de Bell Ville del que habían escuchado.
Al momento de la firma, el joven prometedor fue acompañado por su padre, quien le puso una única condición: si quería cumplir su sueño de jugar en primera debía quedarse a vivir en su pueblo para terminar la secundaria.
“Marito”, como lo llamaba su padre, cumplió su palabra. Durante ese año, alternó el guardapolvo con la camiseta de La Gloria y se recibió como perito mercantil mientras goleaba a los equipos cordobeses los fines de semana.
Una vez en Instituto, se adaptó sin dificultad a la camiseta del conjunto de Alta Córdoba y rápidamente protagonizó un poderoso equipo junto a su futuro compañero de selección Osvaldo Ardiles y otros íconos del fútbol de esa provincia como Luis Saldaño y Alberto Beltrán, con el cual obtuvo la Liga Cordobesa en 1972.
Lo que pasó luego de ese partido debut es historia conocida, sólo cinco días después le hizo su primer gol como profesional a River en el Monumental y sus goles esa temporada le valieron el pase a Rosario Central. En el Canalla también dejaría una huella imborrable, sería campeón y con sus 98 goles logró ser, hasta la llegada de Marco Ruben, el máximo goleador profesional de la historia del club rosarino.
Luego llegaría el salto a Europa, al Valencia de la Liga Española. Allí consiguió cinco títulos, fue figura rutilante y goleador en las siete temporadas que disputó con el escudo valenciano, convirtiéndose en ídolo y emblema de la institución. Durante este período consiguió, además, la gloria máxima: levantó la primera Copa del Mundo de la historia de su país en el mundial Argentina 1978 como máximo goleador del certamen y convirtiendo un doblete en la final.
En 1981, el Matador, que ya se había ganado su lugar en la historia, llevó sus goles a River, equipo en el cual fue clave para la conquista del Torneo Metropolitano de ese año. Sin embargo, el conjunto de Núñez no pudo terminar de pagar su pase y acabó regresando al Valencia, donde finalizaría su carrera profesional.
A 51 años de su debut, recordamos a Mario Alberto Kempes como uno de los jugadores más importantes de nuestro país y podría decirse que el mejor de los humanos, solo que a veces no lo dimensionamos luego de las apariciones interplanetarias de Diego Armando Maradona y Lionel Andrés Messi.