Por Federico Zbogar
El artista trascendió del mundo del espectáculo, donde reinó durante décadas, y es capital del “Funebrero” gracias a su renombre y a su reputación en el folklore nacional.
“Un kilo y dos pancitos” es una frase célebre que podría utilizarse, por ejemplo, para describir el gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial de 1986. Un “Sumbudrule” podría realizarse entre hinchas rivales, con la finalidad de bromear entre ellos. Y para quienes festejan un gol con el pulgar en la boca, quizás no les vendría mal visitar el chupetómetro. Toda esta jerga fue furor en la Argentina durante la segunda mitad del siglo XX, gracias a una mente maestra del entretenimiento que se ganó el corazón de muchísima gente a partir de su carisma e inteligencia. Aquel personaje brillante fue un artista oriundo del barrio porteño de Chacarita llamado Carlos Salim Balaá Boglich, mejor conocido como “Carlitos Balá”.
Si bien su creatividad no transitaba por un colectivo deportivo, sino más bien por un divertimento más general, el deporte –en concreto el fútbol– no pasaba desapercibido. Balá era un reconocido simpatizante de Chacarita Juniors, al cual frecuentemente hacía alusión en sus programas, lo que generó un aumento de popularidad del club en el grueso de la gente. Para los supersticiosos –y para los escépticos, ¡Sumbudrule!–, Carlitos nació en 1925, año en el que “Chaca” debutó en la Primera División del fútbol argentino y en el cual comenzó la construcción de su primer estadio, adyacente a los terrenos de Atlanta, su máximo rival.
Por problemas financieros, el club se vio obligado a mudarse a la zona bonaerense de San Martín, donde reside actualmente. A contramano de su fanatismo, Balá visitó por primera vez el último “nuevo” estadio siete primaveras después de su reinauguración en 2011, gracias a un homenaje promovido por el socio funebrero y fanático de Carlitos, Pablo Picarelli. Allí, la estrella recibió el carnet de Socio Honorario en un acto y también fue honrado a través de un enorme y “fabulósico” mural sobre la calle Matheu, lindero con los accesos a las plateas, hecho por el artista Jorge Pagliano. En la ceremonia, Balá recitó unas palabras afectuosas con respecto al tricolor: “Chacarita es mi barrio y mi club, es decir que es mi vida. Mis orígenes están ahí, como lo están mi infancia, mi adolescencia y mi juventud. Gracias a los que hicieron este maravilloso mural y gracias a la gente del club. Estoy muy emocionado porque me hicieron recordar lo que significa Chacarita para mí”. En consecuencia de un arraigo a su distrito natal, Carlitos Balá fue, es y será bandera y embajador del “Funebrero” para siempre.
Sus lazos con el deporte no solo están en su condición de fan, porque también ha participado en varias piezas cinematográficas relacionadas con el juego. Protagonizó “Somos los Mejores”, una película de 1968 acerca de un grupo de hinchas de Estudiantes que, con el fin de alentar al “Pincha” en la final de la Copa Intercontinental, viajó a Manchester para apoyar al equipo ante el United. Además, realizó un corto humorístico donde interpretaba a un árbitro en el programa “Balabasadas” y formó parte de una publicidad sobre el Mundial de Argentina en 1978.
Desafortunadamente, un 22 de septiembre del año 2022, a sus 97 años, Carlitos Balá pasó a preguntar sobre el gusto de la sal en el cielo. Marchó del plano terrenal el alma de un referente de la cultura popular argentina que atravesó cual flecha dorada a generaciones argentinas que lamentaron su pérdida, pero que recuerdan su camino con mucho amor, embriagado de nostalgia. Y como debía ser, Chacarita también se involucró en el luto. Emitió con mucho afecto un mensaje de despedida en sus redes sociales y dos días después, en un partido por la Primera Nacional ante Deportivo Riestra, los futbolistas lucieron en su pecho una caricatura de Balá con la leyenda “Carlitos Balá. 1925 – ∞” debajo.
Carlitos Balá fue la virtuosidad y bondad hecha hombre, que reposa en el imaginario popular como símbolo y modelo del entretenimiento nacional. Además, sin intención de serlo, es la personalidad más icónica de un club de fútbol histórico como lo es Chacarita y que, así como fue querido en vida por un sinfín de argentinos, también partió hacia el otro mundo con una multitud clamorosa que lo despidió con mucho amor en el cementerio de…, bueno, no hace falta aclarar en cuál de todos, ¿no?