Por Martina Espada
Una joven lidió con la muy delicada enfermedad del padre y ni eso le impidió dejar de entrenarse. Se alternaba con la hermana para cuidarlo. Dormía en el piso del hospital tapada con una manta pero jamás faltó a un entrenamiento, jugaba y rendía igual. Se secaba las lágrimas con un pañuelo y se iba a practicar.
Nada la vence. No necesitó de un representante sino del ojo de un entrenador para poder ir a jugar al Club Kairós de Portugal. “Es súper aguerrida”, detalla su amiga y ex compañera de equipo, Carmela Ríos. Su personalidad y su nombre son fuertes como el sol de pleno enero. Esa firmeza la ayuda a enfrentar momentos difíciles de la vida. Como deportista lo que más la destaca es su responsabilidad cuando se fija una meta. Carolina Onofri dice que fue a jugar un torneo en Mar del Plata y se puso una media de neoprene para generar calor en la zona afectada y así no sentir dolor: “Tenía 14 años y jugó con un desgarro en el gemelo”. El compromiso lo posee desde chica. “Es súper personaje y muy suelta. Lo que sí se nota es cuando vamos a entrenar, vamos a entrenar”, definió Carmela un poco más el temple de Sol Onofri adentro y afuera de la cancha.
Ver esta publicación en Instagram
No fue una decisión ser jugadora de vóley. A los seis años empezó a hacerlo como una actividad física en un club del partido de Berisso, ciudad de La Plata. “Empecé a jugar como una afición y para hacerme amigas, creo que después con el tiempo se volvió una pasión”, exteriorizó Sol. Al principio con su hermana Carolina querían practicar tenis pero su padre les sugirió hacer algo que fuera “más grupal”.
El primer partido de Sol fue un dos contra dos. “Era un piojito amarillo”, recuerda su hermana con risas. También detalla que “lloraba siempre que perdía y ya desde chica era muy competitiva”. Nació con eso. A partir de los 15 años empezó a entrenar con Gimnasia en primera. A medida que iba acercándose a La Liga Nacional, vio como es el cuidado y que hay un equipo especializado para asistirte: nutricionista, kinesiólogo, preparador físico y psicólogo. Carolina dice: “Ahí tomó dimensión de que podía llegar lejos”.
– ¿El vóley es su hogar?
–Sin dudas, es como su familia. Invierte mucho tiempo.
– ¿Alguna vez quiso dejar?
– Nunca. Que yo sepa jamás.
“Es totalmente admirable, se toma dos colectivos para ir a entrenar”, resalta -con emoción- su amiga. Siempre vivió en Punta Lara, partido de Ensenada. Nunca nada le impidió jugar al vóley. Habla de esto, mira un punto y sonríe. Para Sol lo es todo: “Me dio la oportunidad de crecer no solo en lo deportivo, sino también como persona. Forjé mi personalidad y carácter a través del deporte desde muy chica; me dio amigas, experiencias, es mi trabajo y hoy ocupa un lugar muy importante en mi vida”. El sol brilla en el cielo y Sol en las canchas.
Practican el mismo deporte y tienen el mismo ímpetu, pero fuera de la cancha son tía y sobrina. “Es super lindo compartir una pasión así con ella, además tengo una relación muy linda y la quiero mucho”, señala Sol sobre su tía, Brenda Graff, quien hoy se desempeña como central en Las Panteras, Selección Argentina mayor, y en un club de Grecia. Aylin Graff (hermana de Brenda) y Carolina Onofri también jugaron al vóley con ella. Entre las cuatro no hay mucha diferencia de edad. Se criaron juntas y se iniciaron al mismo tiempo. Gimnasia las llamó pero solo tres aceptaron. “Tuvimos la suerte de estar todo el tiempo juntas. Cuando nosotras nos fuimos a Gimnasia, Aylin se quedó un año más en Universitario y luego se fue a Estudiantes”, expresó Carolina. Jugaban algunos clásicos en contra. Todas alcanzaron lo máximo en el vóley: llegar a la Liga Nacional.
Ver esta publicación en Instagram
En diciembre de 2023 Sol viajó a Portugal. Se fue después de Navidad. “Fue algo muy loco, siempre pasamos las fiestas juntas”, dice Carolina sobre la despedida de la hermana. El entrenador del Club Kairós estaba disconforme con la líbero que había en el grupo. Un asistente argentino la vio jugar y pensó en ella para el club. La voleibolista iba a ir solo por media temporada. Se asentó y solo volvió a Buenos Aires para unas vacaciones de cuatro meses. Mientras tanto se entrena junto a Banco Provincia para mantener el ritmo. Le renovaron el contrato y en agosto regresa. Brenda Graff tuvo un paso por esa institución y pudo orientarla un poco. Sabe cómo drenar sus sentimientos a nivel de una atleta de alto rendimiento pero en un deporte semiprofesional. Allá es distinto: “Las deportistas se pueden dedicar a eso; son jugadoras profesionales y entrenan doble turno. El club les brinda la casa, comida y un sueldo con el que sustentar sus gastos”.
– ¿Te costó desapegarte de tu familia?
– Sol: La verdad que no, creía que me iba a costar. Ahora que voy a estar más tiempo lejos capaz que lo sienta más.
– ¿Cuánto tiempo te vas?
– Sol: Ocho meses
Las compañeras y el cuerpo técnico de Banco Provincia la despidieron con espuma pero también con lágrimas y abrazos. “Se siente muchísimo la ausencia de ella en La Liga, era un tema de conversación en el equipo la falta de autoridad”, expresó Carmela Ríos. En este receso que tiene, se subió a un avión un domingo a la noche y el lunes al mediodía entró de sorpresa a Banco y gritó: “¡¿Hay lugar?!”. Carmela recuerda que “fue con la ropa de la institución y que no había opción de no dejarla entrenar”. Para Sol este club es como su “casa”. Creció como jugadora y pudo ganar un puesto. Ahora, en estos cuatro meses antes de volverse, dice que su vida está en “pausa” porque tampoco puede estudiar. Tuvo que dejar de estudiar periodismo deportivo en la Universidad Nacional de La Plata para poder irse a Portugal, pero quiere retomar y además le “encanta”. Hasta agosto va a entrenarse en Argentina, jugar La Liga Metropolitana y estar con su familia. “No hay persona que no se lo mereciera más irse para allá que ella”, remarca su amiga.
A sus 22 años, no suele disponer de tiempo libre. Si lo tiene le gusta leer, tomar mate con su familia y escuchar música. Casi siempre pone rock nacional por su papá. A él toda la vida le gustó ese género y se lo trasladó. Ella disfruta el deporte y su padre también. Lo que más le apasiona es el fútbol; es hincha de Independiente y se lo transmitió a sus tres hijas. Siempre fueron una familia de clase media y no tuvieron la posibilidad de hacerse socios del club de Avellaneda. Conocieron por primera vez el Libertadores de América el año pasado. Martina, su hermana menor, quien también juega al vóley en Banco Provincia en la tira A, consiguió mediante una amiga las entradas. Estuvieron en el encuentro Independiente-Banfield en la Erico alta.
No era normal la ausencia del padre los fines de semana de partido. En 2022 la gente se preguntaba, ¿qué pasa que no viene? Porque el viejo siempre iba, solo la terapia intensiva lo frenó. “Nuestro papá jamás faltó”, afirma su hermana Carolina lagrimeando. Sol compartió en su Instagram mediante una publicación lo que siente por él: “Es la persona más fuerte que conozco y me genera un orgullo enorme ser su hija. Cuando pensé que no podía admirarlo más de lo que ya lo hacía, este año superó los límites”.