jueves, noviembre 21, 2024

Llevó la palabra de Dios y la pelota: el cura que fomentó el fútbol en las Georgias

Por Thomas Bazzetta

 

Sverre Eika, nació en el antiguo municipio noruego de Gjerpen en 1899. En su adolescencia jugó para uno de los clubes más importantes de Noruega, el Odds BK y luego para el SFK Lyn, equipo con el cual llegó a disputar la final de la Copa de Noruega de 1923 que perdió 2 a 1 ante el Brann. A pesar de no haber ganado ese torneo, sus actuaciones en la temporada llamaron la atención de la selección nacional con la cual disputó dos encuentros ese mismo año ante Alemania y Francia.

Mientras transitaba su carrera como futbolista, Eika se graduó como candidato de Teología y al año siguiente, 1924, fue ordenado sacerdote. Luego se vio contratado por la Iglesia Noruega en el Extranjero, institución que lo envió a distintos lugares a cumplir su labor y así fue como llegó en 1929 a las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, donde residió por dos años trabajando en la iglesia.

Ambas islas son territorio argentino usurpado por Gran Bretaña desde 1833, ubicadas en el océano Atlántico sur, 1390 km al suroeste de las Islas Malvinas y a 1970 km de la costa Argentina.

Mientras habitó este territorio, además de consumar su trabajo como sacerdote, Eika tuvo una importancia primordial a la hora de fomentar el fútbol. A pesar de que hay registros de encuentros disputados entre las estaciones balleneras que la poblaban desde 1914, el tiempo que el ex futbolista noruego pasó en las islas bastó para poner al fútbol casi en un primer plano, organizó innumerables torneos amistosos y colaboró mucho en el mantenimiento de los campos de juego que tenían las empresas pesqueras de la isla, en especial el Estadio de Grytviken, obviando el hecho de que era con amplia diferencia el jugador más diferencial que disputaba esas competencias.

Fue tanta su incidencia en el ámbito futbolístico de este sitio que luego de su partida a Buenos Aires en 1931, el fútbol se mantuvo en auge a pesar del limitado número de pobladores fijos que se asentaban en la isla. Se siguieron jugando gran cantidad de partidos amistosos entre las balleneras y también entre selecciones locales y embarcaciones que paraban temporalmente en este sitio, pero lo más impensado es que llegó a tener un campeonato oficial: El Campeonato de Fútbol Inter Balleneras de Georgia del Sur que se desarrolló entre 1958 y 1961.

Este torneo se disputó en tres ocasiones, en las que compitieron cinco equipos de las diferentes estaciones y el ganador se quedaba con un escudo fabricado en Edimburgo. El representativo de Leith Harbour fue el campeón invicto de todas sus ediciones, venciendo por 4-1 a Grytviken en la temporada 1958-59, reteniendo el título al vencer al Husvik 3-1 en 1959-60, y luego completando su hat-trick de títulos al derrotar a Stromness por 7 goles a 4 en el partido decisivo de 1960-61.

De allí en adelante el fútbol se siguió jugando de manera más irregular pero ininterrumpidamente hasta la actualidad. Siempre encuentros de carácter amistoso y con aún menos regularidad desde el cierre de las balleneras en los sesentas, que transformó a los intérpretes de aquellos partidos únicamente en científicos o soldados que trabajaron en la base militar británica que alojaba la isla.

Pero no hay dudas de que aquel gran jugador que tuvieron estas islas, Sverre Eika, junto a científicos, soldados y personal gubernamental de hoy en día ocupan su lugar en la historia del fútbol de Georgia del Sur junto a aquellos valientes habitantes de las estaciones balleneras, que compitieron uno al lado del otro, y entre sí, desde los primeros días del siglo XX hasta el cierre de Estación ballenera de Leith Harbour en diciembre de 1965; fueron los hombres que participaron y llevaron el pasatiempo deportivo favorito del mundo a una isla pequeña, aislada, accidentada y a menudo inhóspita, un lugar aislado en el fin del mundo.

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