viernes, noviembre 22, 2024

Darwin Núñez: la potencia y el hambre de la juventud celeste

Por Leandro Manganelli

Nació y se crió a base de fútbol y humildad en Artigas, un pueblo uruguayo que limita con Quaraí, Brasil: dejó su casa a los 14 años para jugar en las inferiores de Peñarol y cumplió su profecía de hacerlo “en Las Europas”, como alardeaba cuando era un niño inquieto y desesperado por jugar a la pelota.

Es 22 de noviembre de 2017. Tabaré Vázquez es el presidente de Uruguay; Mauricio Macri el de Argentina. La Selección de Messi, que dirige Jorge Sampaoli, se clasificó al Mundial de Rusia hace poco más de un mes: quedó tercera en la tabla por debajo de Uruguay, que entró a la copa con 31 puntos. Óscar “el maestro” Tabarez es el técnico de la Selección charrúa. El Tanque Sisley está en la Primera División. El plantel de Peñarol sale para Prado, un espacio verde en Montevideo que, además del Jardín Botánico, el Círculo de Tenis, el Rosedal y la pista de atletismo, tiene tres estadios de fútbol: el José Nasazzi, del Club Atlético Bella Vista, el Parque Alfredo Víctor Viera, de Montevideo Wanderers y el Parque Federico Omar Saroldi, de River Plate, equipo al que Peñarol visita por la recta final del Clausura 2017. A los 18 minutos del segundo tiempo Diego López sacó a Maxi Rodríguez -la fiera- y mandó a la cancha a un gurí -pibe- con la 26 en la espalda y un “Nuñez” debajo del número: el nombre de una empresa de viajes uruguaya que parecía hacerle honor al joven Darwin.

La presión, las zancadas y los desbordes propios de un chico dominaron el debut de Núñez, que jugó como si nunca lo hubiesen operado de los ligamentos cruzados. En vez de salir de la cancha con una sonrisa -a pesar de la derrota 2-1- Núñez lo hizo preocupado porque su rodilla volvió a darle problemas: cuando tenía 16 años, y estaba en las inferiores de Peñarol, se rompió los ligamentos. Estuvo un año y medio alejado del pasto y en su debut en primera la rodilla recordó un dolor que desencadenó en otra operación y otro año sin jugar al fútbol: volvió en 2018 y tuvo su segundo bautismo en primera. “Cuando arrancaba en progresiones era impresionante la distancia que le sacaba en pocos metros a los defensores. Después, tal vez sí, como todo joven, erraba algún gol, pero le veíamos un potencial muy grande”, contó Diego López a ESPN.


Debutó con un gol en la Selección Uruguaya, contra Perú en un amistoso en 2019, y en el Liverpool, contra el Manchester City por la final de la Community Shield 2022 -la supercopa inglesa-.

Su pueblo, Artigas, está a un río -el Cuareim- de Brasil. Cerca de la orilla, en el límite, las calles son de tierra y las canchas de fútbol un rasgo de la identidad uruguaya: es un país con menos de cuatro millones de personas -“estancado”, como lo retrató el Director Nacional de Estadística de Uruguay, Diego Aboal- que funciona como uno de los semilleros sudamericanos de fútbol. Diego Forlán, Sebastián Abreu, Luis Suárez y Edinson Cavani son algunas de las figuras que recorrieron el mundo con la bandera uruguaya encima: junto a Facundo Pellistri, Federico Valverde, Ronald Araújo y una lista de buenos jugadores de menos de 30 años, Darwin Núñez representa el nuevo semillero celeste -la última convocatoria de Marcelo Bielsa (para los amistosos de marzo, en los que no estuvo Núñez) tiene un promedio de edad de 25 años y apenas dos jugadores superan los 30-. Luego de su primera experiencia europea en Almería y de hacer 48 goles en 85 partidos con el Benfica, el delantero se convirtió en el tercer uruguayo de la historia en firmar con el Liverpool -Sebastián Coates y Suárez, los anteriores-. “Hace lo mismo que hacía en el fútbol infantil aquí en Artigas. Es muy explosivo, muy goleador, se entrega todo el partido y, para mi, sigue igual”, dijo Nery Retamoso, técnico de Darwin en el Club La Luz. Y su progreso, además de un orgullo, significó un apoyo económico para La Luz y San Miguel de Artigas, los clubes que lo formaron en su pueblo y que recibieron dinero por sus traspasos europeos. San Miguel, según contó Assis Vera, presidente del club, a El Observador, tuvo un ingreso cuando Núñez firmó con Almería: “Fueron 10.000 euros, de eso le tuvimos que dar un 5% a la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI) y un 5% a la Liga de Artigas”. El Club La Luz también recibió dinero por la “Contribución del Mecanismo de Solidaridad”, según informó la ONFI en su sitio web: fueron más de 10 mil dólares y más de 25 mil por las distintas partidas de su pase a Benfica.

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Argentina está a dos días de festejar 11 meses del Mundial de Catar 2022. No pierde desde la fase de grupos de ese certamen, contra Arabia Saudita, y antes de ese partido no lo hacía desde las semifinales de la Copa América 2019 contra Brasil. El de Lionel Scaloni es un equipo al que no le pueden ganar: golea en la altura de La Paz, Bolivia, y da cátedra cuando juega de local. Marcelo Bielsa asumió como director técnico de Uruguay en mayo de 2023 y prescindió de Edinson Cavani y Luis Suárez en sus primeras dos convocatorias para las Eliminatorias del Mundial de 2026. Para la tercera doble fecha, en la que Darwin le marcó dos goles a Bolivia, Bielsa incluyó a Suárez en la lista, pero solo lo hizo jugar 20 minutos: es el momento de Núñez.

Van nueve minutos de partido en La Bombonera y el ex Almería parece un velocista, otro de sus rasgos. Su metro con 87 centímetros de altura se suma a sus zancadas, las que fueron su herramienta a la hora de la adaptación: debutó con gol en la Selección Uruguaya, contra Perú en un amistoso en 2019, y en el Liverpool, contra el Manchester City por la final de la Community Shield 2022 -la supercopa inglesa-. Nicolás Otamendi es el encargado de marcarlo y sufre los 11 años que lo separan de Núñez. Aún no festeja pero avisa que Uruguay tiene una generación de jugadores jóvenes, con hambre, y un técnico-maestro como Bielsa. A los 40 minutos del primer tiempo Matías Viña le roba la pelota a Nahuel Molina por el costado izquierdo y tira el centro raso al área de Emiliano Martínez, esa que no lamenta un gol desde la avasallante insistencia de Kylian Mbappé en la final del mundo: Ronald Araújo hace su primer gol con la Celeste. Pero las ganas no terminan, Uruguay juega bien. Argentina la pierde en el ataque. Queda mal parada. Nicolás De La Cruz, a dos toques, filtra un pase milimétrico entre Cristian Romero y Otamendi, quien ve como la camiseta 19 de Uruguay se le escapa sin tregua. Darwin se da el tupé de amagar el tiro y define cruzado entre las piernas del Dibu Martínez: el joven que tuvo que irse a Montevideo a los 14 años para hacer las inferiores en Peñarol y que alguna vez en Artigas se acostó sin comer, contra Argentina se comió el partido. Hizo el 2-0 uruguayo y miró, con una sonrisa, a la tercera bandeja de la cancha de Boca, llena de charrúas felices, después de abrazarse con Suárez, “el 9 de Uruguay, el 9 que hizo historia”, del que Darwin sigue los pasos.

 

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