martes, noviembre 5, 2024

“No hay ganadores y perdedores, hay opresores y oprimidos”

Por Manuel Rojo, Facundo Novo, Dante Dorigo y Sebastián Mongelos

Perdedor oprimido. Ángel Cappa es un vende humo, un perdedor. Jugar lindo no es importante, lo único que vale es ganar. No ganó nada jugando lindo. Impone su discurso político dentro de la cancha. ¿Qué va a saber un entrenador acerca de liderar un país? Se tiene que dedicar a la pelotita.

El hincha piensa así. ¿Por qué? Porque está sujeto al cambio en el fútbol, uno en el que, según el ex entrenador, el negocio se apoderó del juego y transmitió un beneficio rápido a costa de cualquier cosa. No importa el cómo, sino conseguir el resultado positivo. 

Lo que quizás no tenga en su pensamiento el aficionado es que Cappa afrontó varias adversidades. Se exilió a España en medio de la dictadura y tuvo que empezar de cero en una mueblería. Sufrió una rotura de ligamentos en ambas rodillas a los 27 años que lo llevó a terminar su carrera como futbolista, para luego descubrir una nueva faceta: estudiar filosofía, recibirse y dar clases. Erró un mano a mano frente a Amadeo Carrizo y aceptó la realidad de tener un techo limitado como futbolista.

Lo curioso para Cappa, es que aquellos que pregonan el jugar bien para obtener el resultado deseado se los denomina vende humo ¿Por qué sería un vende humo? ¿Vende humo no sería aquel que sostiene el ganar como sea? ¿Qué es ganar como sea? El ex entrenador le dijo una vez a sus jugadores antes de salir a la cancha: “Muchachos, hoy hay que ganar como sea ¿Alguno de ustedes sabe lo que quiere decir? ¿No? Yo tampoco. Entonces vamos a hacer una cosa. Vamos a tratar de jugar bien”. Llegar no es lo único que importa, el camino elegido también es relevante. 

¿Es un vende humo por respetar una idea de juego que adquirió gracias a quien considera su maestro, César Luis Menotti? El Flaco fue quien inició el debate sobre darle más importancia al proceso y las formas que al resultado. Tiempo después salió campeón del mundo con el seleccionado argentino, gracias a tener ese estilo tan marcado. Esa unión por la misma filosofía hizo que Menotti se interesara en ‘su alumno’ para el seguimiento de los futbolistas argentinos en Europa a inicios de los 80′, mientras estaba exiliado en España.

Vicente Cayetano Rodríguez fue el conector entre ambos personajes. Una cara conocida para Cappa en su Bahía Blanca natal. Aunque no toda historia que recuerde a viejas épocas es romántica. Ángel jugó toda su carrera en Olimpo, el equipo más grande de la ciudad. El que se llevaba a los talentosos del lugar. Aquel club de los cajetillas que en un principio él rechazaba, porque era de Villa Mitre, el equipo del barrio. “Fue una traición de la cual no me arrepiento”, explicó el protagonista de esta historia. Un cambio de vereda que le dio la oportunidad de tener un departamento propio y vivir de lo que le gustaba. 


“Antes el juego tenía un significado propio, indiferente del resultado. Pero luego, la gente de plata comenzó a transferir los valores que tienen las empresas a este deporte, entonces el valor estético y recreacional del jugar lindo se vio superado por la importancia de ganar”. 

El bahiense confesó en reiteradas ocasiones que no tenía buena relación con los dirigentes de los clubes, pero que con los jugadores era todo lo contrario. En su primer ciclo en Huracán en 1988, mientras el Globo estaba en el Nacional B, lo despidieron después de 29 fechas. ¿Qué pensaría uno? ¿Qué jugaba mal? En un equipo dirigido por él es complicado eso. Quedaría la típica de que los resultados no lo acompañaron. Pero el equipo estaba a tres puntos del líder, Armenio. ¿Cuál fue el motivo? “Soy un tipo incómodo que se peleaba con todo el mundo”, excusó hace algún tiempo a aquellos que lo dejaron sin trabajo. Sin embargo, no sería la última vez que pisaría Parque Patricios.

En 2009, la linda historia con triste cierre que todos conocen, tuvo un final alternativo. Después del subcampeonato y de hacer que todo el periodismo se cuestione si el que no dio la vuelta era mejor que el ganador, Cappa dejó nuevamente el banco quemero al finalizar el año. El club con el que tanto se encariñó le quedó debiendo dos sueldos. De todas formas no reclamó. No quería deberle al club y viceversa. Pero la plata faltaba y había gente que la necesitaba más. Por lo tanto, el técnico pidió que esos salarios que le debían se destinen al bien del barrio. Uno al hospital Garrahan y el otro a la Villa Zavaleta. Este último se efectuó y se construyó un polideportivo. Pero pasaron más de 10 años y el otro pago todavía no se realizó. Entonces, ¿por qué se dice que Cappa es un soberbio? Dependerá de cada uno qué es lo que hace a una persona. El gesto desinteresado por gente que no conoce o el orgullo por hacer que once tipos toquen la pelota como él quiere. La balanza quedó rota.

En la vida existen muchas grietas. La sociedad y hasta uno mismo se impone la decisión de pertenecer a uno. Izquierda y derecha. Odiado y amado. Lindo y feo. En el fútbol hay uno que resalta sobre el resto y que también se aplica a la vida misma. Ganador y perdedor. Una antesala que se le planteó muchas veces a Cappa a lo largo de su carrera. Pero porque los demás lo llevaban a esa situación, porque él jamás pensó que se tratara de eso. Para profundizar la idea, trae a la mesa el concepto de opresores y oprimidos. Traspasando la barrera del deporte, como siempre hizo en su vida, recalca que estos perdedores (oprimidos) son los que no tienen plata, mientras que los ganadores (opresores) son lo contrario. Los triunfadores convencen a los derrotados que no tienen capacidad monetaria por insuficiencia propia y no por el defecto de la estructura establecida de la sociedad, con el sistema capitalista tan instalado. Ángel insiste que para él y los que quieren un cambio social, la libertad de cada uno empieza con la libertad del otro, por lo tanto, si el otro no es libre uno no lo es tampoco. Y el bahiense no habla por hablar, sino que los pibes de la Villa Zavaleta, que tienen un lugar para patear una pelota, hablan por él.

¿Ángel Cappa es un vende humo, un perdedor y un soberbio? ¿Lo único que vale es ganar? Para los hinchas que cedieron ante los cambios y el negocio del fútbol, puede ser. Para los periodistas que corren detrás de un interés, también. Pero para las personas que conocen sus adversidades, su estilo y sus acciones la verdad se diluyó en otra historia. Otro pensamiento.

Como dijo nuestro protagonista. Al fútbol lo cambiaron, fue atropellado por el capital. Que no se pierda lo que lo hizo especial. Porque este deporte nació del barro y existió para que lo juegue el pueblo.

 

 

Fotos: Télam y Garganta Poderosa

Más notas