jueves, noviembre 21, 2024

El Eurobasket del 49: en El Cairo y con Egipto campeón

Por Juan Pablo Bolivio

El Eurobasket es el torneo continental más importante del mundo. El momento  que tanto adoran y esperan los amantes de este deporte. Donde priman los  trabajos y movimientos colectivos por sobre las individualidades que tanto se  veneran en las largas noches de NBA -esto sin dejar de lado la sensación que  atraviesa a una persona cuando Luka Doncic o Giannis Antetokoumpo tienen el  balón en sus manos-. Tener fuera de la competencia a Estados Unidos, la nación más dominante de la historia, nunca fue un impedimento. No desprestigia ni  saca interés hacia el torneo, sino que por lo contrario, resalta dos cualidades  muy importantes del deporte: la igualdad y competencia. 

Las grandes historias se desglosan de las grandes competencias. En 2017, el  último certamen, el joven Doncic con 17 años dio el golpe tras comandar a  Eslovenia al primer campeonato de su historia, para que finalmente la NBA pusiera sus ojos en él. El Eurobasket ha catapultado carreras de jugadores, pero  en sus comienzos, a finales de la década del 30, cobijó a selecciones de otros  continentes en donde la estructura no se encontraba desarrollada. Siria, El  Líbano y Egipto fueron los países invitados para completar las primeras  ediciones. 

Los egipcios pisaron fuerte. Dejaron su huella en el prestigioso palmarés a la  par de selecciones como la Unión Soviética del 60 o la generación española de  los 2000. En el campeonato de 1947, Egipto se colgó la medalla de bronce en  Praga tras vencer a Bélgica por el tercer puesto. En un torneo en el cual  participaron 14 selecciones, los africanos, que fueron invitados para completar  el cuadro, dieron la sorpresa. 

Las sorpresas no cesaron. En un contexto en el que el mundo se estaba  reponiendo de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría comenzaba a dividir  el planeta, en Europa debía realizarse el campeonato del 49. La modalidad  indicaba que el campeón debía ser quien albergue la siguiente copa. Unión  Soviética – Checoslovaquia había sido la última final. Ambos países ocupaban  el sector oriental y socialista, e iban a protagonizar años después la denominada  Primavera de Praga, en la cual los soviéticos invadieron y arrasaron el territorio  checo para detener su pedido de liberación política. 

El tercero en discordia fue Egipto, de rellenar la competencia a ser el anfitrión.  El Cairo aguardaba a los europeos, que no estuvieron muy conformes con esta  designación debido a la larga distancia y a la baja confianza que tenía el avión  como método de transporte. 10 días antes del comienzo del torneo ocurrió una de las páginas más oscuras de la historia del deporte. El Torino de Italia, equipo  top mundial de la época, tuvo un accidente de avión en el cual falleció todo su  plantel al estrellarse con la Basílica de Superga. 

Las selecciones de Francia, Grecia y Países Bajos fueron los únicos planteles que arribaron a El Cairo. El torneo, esta vez en forma de liguilla, lo completaron  Turquía, El Líbano, Siria y el local Egipto. Los locales se impusieron sin perder  ningún partido y enmarcaron su nombre en lo más alto para la eternidad.  

Una competencia que en estos momentos está siendo disputada por la Serbia de Nikola Jokic, actual MVP por segunda vez consecutiva de la NBA, o la Francia  subcampeona en Tokio, fue alzada por Egipto. Está claro que se puede poner un asterisco en la cantidad de equipos que fueron y la calidad de los mismos, pero tampoco nunca una competencia puede desligarse del contexto histórico que la  rodea. Ni en los días actuales, cuando los rusos son privados de disputar  Wimbledon o Novak Djokovic no tiene permitido el ingreso a Nueva York para ganar su cuarto US Open.

Más notas