Por Lucas Espósito
Recta hacia la pelota. Así estaba parada Karen Puentes, la defensora de San Lorenzo, la noche del 15 de julio de 2021 en el estadio Francisco Urbano de Morón para patear el último penal de la serie que definía al campeón del segundo campeonato profesional de fútbol femenino. Puentes convirtió y desató el alocado festejo entre las jugadoras y el cuerpo técnico. Faltaba alguien en la celebración. La cámara de transmisión lo captó agitando los puños cerrados con lágrimas en los ojos. Fue especial para Nicolás Basualdo, el entrenador de Las Santitas, porque cuando tomó el mando del equipo en marzo, debutaba como director técnico en Primera División.
Basualdo había dirigido futsal femenino en Nueva Chicago y Pacífico, y en 2020 se sumó al cuerpo técnico de San Lorenzo. Cuando Matías Giugno dejó el primer equipo del fútbol femenino, Basualdo fue el apuntado para reemplazarlo. Una situación similar ocurrió en Boca, el rival de San Lorenzo en la final. En 2016, el club despidió a la histórica Marcela Lesich, que cosechó ocho títulos como jugadora y siete como entrenadora, para poner en el cargo a Christian Meloni, el entrenador multicampeón de futsal masculino y nominado dos veces a Mejor Entrenador de Clubes del Mundo. Meloni consiguió cuatro subcampeonatos seguidos y el primer campeonato profesional de fútbol femenino tras vencer en la final a River por 7 a 0 en enero de 2021
La imagen de hombres dirigiendo a los equipos femeninos ya es una costumbre. En 2019, año en el que se profesionalizó el fútbol femenino, la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA) contaba con 16 mil DT egresados: apenas 150 eran mujeres. En los 17 clubes de Primera División sólo cuatro tenían entrenadoras. Actualmente, de 19 equipos en Primera solo dos son dirigidos por mujeres.
Karina Medrano le enseñaba a jugar al fútbol a su hermano, le daba indicaciones. Tenía solo 12 años pero la pasión por dirigir ya estaba en su cuerpo. “Mi papá fue futbolista, mi hermano es futbolista y, a donde iban ellos, iba yo. Para mí, el amor por el fútbol fue algo natural”, cuenta. De los picados en Dock Sud, donde nació, pasó por el futsal en All Boys y practicó vóley. Pero su futuro estaba en el fútbol. Jugó en Independiente, Náutico Hacoaj, Ciudad, El Porvenir y Huracán. En 2017 asumió como entrenadora en Lanús, lo que la convertía en la única entrenadora mujer en actividad. Su vínculo con el Granate no nació en ese momento. Es hincha y desde chiquita va a todos los partidos de local. Agarró al equipo en la B y en su primera temporada consiguió el ascenso a la Primera División. En este Torneo Apertura 2021 terminó en el séptimo lugar en la Zona A.
Medrano confía en que la popularidad y el avance del fútbol femenino va a permitir que en un futuro haya más mujeres entrenando. “Hay muy pocas mujeres haciendo el curso de entrenador y entrenadora. Cuando uno está en la escuela, estudiando, somos dos o tres sobre 50 alumnos y ahí ya tenés uno de los motivos. Y si analizamos en profundidad, habría que preguntarnos por qué casi ninguna jugadora terminó incursionando en la dirección técnica. Esto puede ser debido a que en su momento estaba mal visto. Muy pocas mujeres en el transcurso de la historia tuvieron la posibilidad también de desarrollarse como futbolistas y esa es otra cuestión. Todo ese desarrollo es el que se está viendo ahora y creo que en un futuro la situación va a ser totalmente distinta”, detalló Medrano en una entrevista para Diario Popular.
Rosario Central llegó a disputar los cuartos de final de este Torneo Apertura frente a San Lorenzo, que terminaría consagrándose campeón, y cayeron por 2 a 0. En el Torneo Transición 2020, finalizaron en el tercer lugar en un grupo de cuatro equipos. Pero a pesar de los resultados, Roxana Vallejos continuó en el cargo y hoy los resultados la reafirman.
Vallejos hacía danza desde los cinco años. A pesar de ello, su pasión por el fútbol la llevó a que, a sus 13, colgara los zapatitos y se calzara los botines. “Era todo un tabú que yo estuviera jugando a la pelota con varones. Mis papás siempre me apoyaron y yo siempre supe cuáles eran mis condiciones”, explica. En los torneos la empezaron a seguir y la invitaron para que se sumara a Independiente. Durante los seis años en los que defendió la casaca del Rojo, además integró la primera generación de la Selección Argentina Sub 17 en 1997. Su carrera siguió en Costa Rica, donde jugó en Desamparados, Sport Cartaginés y San José. Volvió al país para jugar en Boca y finalmente en Estudiantes de La Plata hasta 2017, cuando se retiró. Su carrera como entrenadora comenzó con el proyecto de la escuela formativa de Estudiantes. Fue asistente técnica de Rosana Gómez en la Selección Nacional Universitaria entre 2016 y 2019, hasta que finalmente en 2019, Gómez, coordinadora del fútbol femenino de Central, la contrató como entrenadora.
Antes de César Corrado y Walter Bonafine, Tatiana Monroy era la que llevaba las riendas del equipo. Nacida en Bogotá, Colombia, Monroy se recibió de ingeniera industrial y viajó a Buenos Aires a hacer un máster en Dirección de Negocios en la Universidad de Palermo. A través de la materia Marketing Deportivo, su pasión por el fútbol creció y, en 2017, comenzó el curso de directora técnica en la ATFA. Empezó sus prácticas en la Novena División masculina de Argentinos Juniors, como asistente de campo del DT Diego Musiano. De ahí, en abril de 2019 dio el salto hacia el equipo femenino de Excursionistas, que necesitaba salvarse del descenso. Lo logró. Dirigió los 15 partidos de la temporada 2019/20 mientras trabajaba en una empresa de seguros de 10 a 18. Se desvinculó de Las Verdes y a principios de este año asumió como entrenadora en Cañuelas. “La mujer tiene que dejar su propio machismo para animarse a ir a estudiar con chicos. Cuando fui a estudiar era la única mujer de un grupo de 70 personas. Hay que perder el miedo y formalizar lo que nos gusta”, afirma Monroy.
Más de 7 mil kilómetros separaban a Juliana Lozano y Enriqueta Tato antes de que se conocieran. Lozano nació en Colombia. Cuando tenía nueve años emigró junto con su familia a Suecia, donde empezó a jugar y desarrollar su pasión por el fútbol. Luego de cinco años, ella y su familia volvieron a Colombia. Lozano estuvo un año jugando sola con varones en el colegio hasta que decidió formar su propio equipo. Pasó por distintos clubes de Bogotá hasta que terminó el colegio y le surgió la posibilidad de ir a Argentina, al mismo tiempo en que la convocaron a la Selección colombiana Sub 19. “Fue una decisión dura, tuve que elegir entre viajar o quedarme a un proceso que en esa época no tenía la seriedad de ahora, eran las primeras selecciones Sub 19”, contó Lozano en el sitio HOYSEJUEGAFEM y describió como una gran desilusión su paso por el fútbol argentino. Estuvo en San Telmo y Huracán. Jugaban en horarios en los que no había luz, en cancha sin arcos y con uniformes de varones. Desde ese entonces se propuso cambiar la dinámica del fútbol femenino. Tomó la decisión de no jugar más en la AFA como forma de reclamo y comenzó a trabajar en La Nuestra Fútbol Feminista, la organización social en la Villa 31 que da clases de fútbol a más de 100 chicos. Allí conoció a Tato. Nacida en la ciudad de Azul, Tato jugó al futsal en Boca, Huracán, San Lorenzo y Racing. Ambas estaban convencidas de que había que trabajar en equipo para lograr grandes cosas. Es por eso que, cuando asumieron en Huracán, decidieron repartir los ingresos por los ocho contratos profesionales entre jugadoras y cuerpo técnico. Dirigieron los 15 partidos de la temporada 2019/20 y en junio de 2020 el club decidió no renovarles el contrato. “Cuando hay que recortar económicamente, siempre somos las mujeres las primeras en ser víctimas. El club tuvo que hacer una cintureada enorme para negociar con los jugadores varones y los entrenadores que se plantan ante el derecho laboral a tener un sueldo y tranquilidad. Y a nosotras nos descartan de esta manera”, declaró Lozano para la agencia Télam.
La profesionalización del fútbol femenino se vendió como un gran cambio. Sin embargo, de las 542 jugadoras del fútbol femenino de la AFA, el 53% tiene contrato profesional: 293 futbolistas. Además, en Argentina solo hay siete entrenadoras en todas las divisiones de la AFA. ¿Aumentará el número en el futuro? Hay poca certeza, pero de lo que no hay duda es que las que llegaron a ser entrenadoras quedarán en la historia del fútbol femenino.