Por Lucas Pacheco
Lucía D’Abramo es una jugadora apasionada del fútbol, y juega tanto para Las Romanas, el primer equipo de fútbol femenino para ciegos, como también para el seleccionado argentino de aquella modalidad. Desde pequeña se enamoró del deporte de la pelota y, en 2016, fue de las pioneras en el proyecto de jugar entre mujeres en el Instituto Román Rosell, en San Isidro, luego de que una amiga suya le comentara que se estaba armando un equipo.
En la modalidad del fútbol para personas con discapacidad visual, se juega de a seis jugadores o jugadoras más el arquero o arquera; que además de ser el único miembro del equipo con visión plena, cumple el rol de guía dentro de la cancha. La única otra distinción importante con el estilo tradicional de la disciplina, es que la pelota es sonora.
Para la mediocampista, poder jugar es uno de los aspectos más importantes de su vida, lo que más disfruta hacer. Ello lo refleja en su constancia al entrenar: “Tengo dos entrenamientos por semana con Las Romanas, dos con la Selección Argentina, y agrego también un quinto semanal, más bien aeróbico. A veces me pierdo alguno por trabajo, pero intento recuperarlo para estar al día.”
No obstante, este último año enfrentó un obstáculo más: la cuarentena por la pandemia del COVID-19. Lucía se entrena en su casa, con indicaciones vía zoom; pero no es suficiente: “Extraño mucho a la cancha, a mis compañeras, patear, realizar un buen pase largo […] entrenar sola fue muy frustrante al principio, porque vas con la pelota en la habitación y te chocas con todo.”
En cuanto a lo competitivo, el parate futbolístico impidió que se pudiera desarrollar el primer Campeonato Mundial, en noviembre en Nigeria; y para el que el seleccionado nacional se había preparado mucho. Además, no se pudo jugar la Liga Argentina, que además del cuadro sanisidrense cuenta también con Las Guerreras de Córdoba y Las Albitas de Salta.
Al respecto del ámbito del fútbol para chicas con discapacidad visual, D’Abramo espera que el proyecto siga creciendo a nivel provincial y nacional, para poder tener más cuadros en la liga. Desde Las Romanas se plantearon estrategias para poder conseguir mayor difusión a través de las redes, para que más mujeres conozcan al deporte y se animen a jugar: “Le dimos más vida a las redes sociales, y buscamos atrapar con contenidos tematizados por día en recuerdos, actualidad y perfiles de jugadoras. Tuvimos buenos resultados, y llegamos a más gente.”
Se mostró positiva y animada en cuanto al futuro de la disciplina, aunque reconoció que será todo un proceso: “Vamos por buen camino, hay respaldo de las instituciones; pero falta mayores espacios en los clubes donde ya se practica esta modalidad a nivel masculino. Allí debería haber más campus y exhibiciones femeninas.”
No duda en que el avance del fútbol femenino profesional las ayude en el envión, pero necesitan que las mujeres con discapacidad visual puedan enterarse más de que pueden jugar: “Muchas tienen miedo a meterse por correr, caerse, golpearse. Hay que animarse, porque si no lo vivís no sabés como es. Por ahí una chica está interesada en probar pero no sabe cómo son las pelotas que usamos siquiera.”
A pesar de todos los obstáculos de la actualidad, Lucía D’Abramo y el resto de la Selección Argentina femenina de fútbol para ciegos continuarán entrenándose al máximo con las ilusiones de poder concretar el sueño de disputar un Mundial en 2021.