Por López Aspuru Marcelo
Un año puede ser mucho o poco en la vida de una persona, depende también de cuánta carga de intensidad tenga ese año. Goleador letal como pocos y genio del área son algunos de los atributos que aún hoy se le reconocen. Debutó en Boca, con 21 años, el 30 de septiembre de 1990 frente a Rosario Central, con una derrota por 2-1 en La Bombonera, de la mano de Carlos Aimar como director técnico.
Al haber jugado en River la temporada anterior, tenía cierta resistencia por parte de los hinchas xeneizes. No se terminaba de afianzar en el equipo y fue, finalmente, con la llegada del uruguayo Oscar Washington Tabárez a la dirección técnica de Boca a principios de 1991, que Gabriel Omar Batistuta encontró su lugar en el mundo. Alejandro Caravario, periodista, cuenta que Boca le dio un equipo con potencial ofensivo (y con Diego Latorre en un gran momento), además de una camiseta prestigiosa con la que él, por sus características de potencia y empuje, encajaba perfectamente. “Tabárez –continúa Caravario- le encontró la posición en el área. Hay que recordar que hasta entonces, Batistuta también jugaba por la banda derecha. Es decir, todavía buscaba su lugar en el fútbol y en Boca lo encontró”.
Junto a Latorre conformaron una dupla temible en ese campeonato y con Alfredo Graciani se entendió muy bien también en ese ataque de Boca. “El que lo descubrió y lo puso a jugar de nueve fue el Maestro Tabárez. Todo empezó en los torneos de verano de Mar del Plata del ´91 y de ahí en más no paró de hacer goles”, comenta Graciani.
Batistuta jugó 47 partidos con la remera azul y oro (34 por torneos locales y 13 por copas internacionales) y convirtió 19 goles (13 y 6, respectivamente). Con Boca concluyó el Torneo Clausura ´91 de manera invicta, pero no alcanzó para que salieran campeones, ya que perdieron la final contra Newell’s por penales, que había ganado el Apertura 90 (en esa época se jugaba una final para dictaminar al campeón de la temporada). Batistuta no jugó el partido definitorio por estar con la Selección Argentina en vísperas de disputar la Copa América de Chile. El Bati fue el goleador del Clausura ´91: hizo 11 goles en 19 partidos. “Recuerdo un golazo de tiro libre, un bombazo ante Rosario Central en el Gigante de Arroyito, y un gol muy raro en él, frente a Huracán en La Bombonera, en el que se hamacó en el borde del área y la tocó suave al palo izquierdo del arquero”, agrega Caravario.
Fue muy importante la participación con Boca en la Copa Libertadores del ´91. Llegó a semifinales, instancia en la que fue eliminado por Colo Colo en Chile, partido recordado por el ingreso de la policía y los perros que mordieron a algunos jugadores del equipo argentino (a Carlos Navarro Montoya, entre otros, arquero de Boca en ese entonces). El delantero nacido en Reconquista jugó 12 partidos e hizo seis goles en esa copa, de los cuáles dos de los más recordados fueron precisamente ante River, su exclub (le convirtió en el Monumental en la victoria por 2-0 en la fase de grupos).
“Batistuta siempre tuvo un perfil muy bajo y muy profesional. Yo lo vi mucho en sus comienzos en Newell’s y ya desde ahí era un pibito muy equilibrado”, afirma Julio Marini, periodista, que siguió la campaña del delantero cuando jugó en Argentina.
El último partido en el Xeneize fue el 11 de agosto de 1991 frente a San Lorenzo de local, con una derrota por 1-0, y partió hacia la Fiorentina de Italia, donde es ídolo indiscutible. Le faltó, si se quiere, dar la vuelta olímpica en Boca, pero, en tan solo un año, se metió a los hinchas en el bolsillo y será recordado para siempre.