Por Julián Romero
Según la Asociación de Baloncesto de Japón (JABBA, por sus siglas en inglés, Japan Basketball Association), en 2018 se registraron 622.506 jugadores y 50.068 entrenadores en ese país. Esto da fe de la pasión y la popularidad que tiene el deporte de los gigantes en el país oriental.
La cultura japonesa ha demostrado a lo largo de su historia que una forma eficiente de progresar es tomar lo mejor de los demás y copiarlo. En lo que al básquet se refiere, en cualquier parte del mundo, la sola mención de esa palabra hace pensar en la NBA. Es por esto que la liga norteamericana se ha vuelto el modelo a imitar para los japoneses. Sin embargo, más allá de la notable infraestructura que hay detrás de esta disciplina y de los esfuerzos por asemejarse al estilo estadounidense, la calidad de juego es algo que no se puede imitar. Es que Japón cuenta con una población que no se destaca por su altura, y en la cual medir más de 1,90 metros no sólo es desentonar, sino también generar las miradas de admiración de los demás.
Este contexto fue el que encontró Julio Lamas cuando en 2017 accedió ser el entrenador de la Selección nipona, con la que logró una clasificación histórica para el Mundial 2019, al cual no accedía deportivamente desde Grecia 1998 (jugó en 2006 por ser organizador). El extécnico de San Lorenzo ejerce el liderazgo de manera empática y busca convencer a sus dirigidos para que todos hagan lo que le favorece al equipo.
En el seleccionado asiático buscó adaptar su manera habitual de relacionarse con los jugadores, sin imponerse sobre los valores de la sociedad japonesa. Uno de los cambios que realizó, que rozó el límite entre la cultura y lo deportivo, fue la promoción de Rui Hachimura, figura que no era tenida en cuenta por ser muy joven (19 años). Desde la federación entendían que debía egresar para formar parte del seleccionado superior. Allí fue cuando el entrenador hizo entender que la edad no es una jerarquía y que en el deporte no cuentan los años, sino el talento. Así fue como subieron de rango al alero, que jugará su primer Mundial con 21 años.
Los Akatsuki Five, llamados así por su comparación con el amanecer de Japón y en combinación con los cinco jugadores que están en la cancha, habían arrancado muy mal las eliminatorias. En el Grupo B avanzaron en primera ronda tras caer en sus primeras cuatro presentaciones y ganar en las últimas dos ante Australia y China Taipéi. En la segunda ronda, el conjunto nipón tuvo buenas presentaciones y quedó en el segundo lugar del Grupo F, detrás de Australia, con un récord de 8 victorias consecutivas y 4 derrotas. Esta racha se debió a la mejoría que tuvo el equipo respecto a la altura, una vez que pudieron naturalizar al norteamericano Nick Fazekas (2,11) y que sumaron al alero de Memphis Grizzlies, Yuta Watanabe (2,06) y promovieron a Hachimura (2,03).
Lamas llegó al básquet japonés de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Su buen trabajo lo premia con un boleto al Mundial, luego de ser elegido el mejor entrenador de Asia en 2018.