jueves, noviembre 21, 2024

Enes Kanter: ausente en el Mundial y perseguido por su país

Por Francisco Rodríguez

Con su pasaporte vetado y más de un pedido de captura, Enes Kanter convive con el miedo a ser asesinado en cualquier lugar y en cualquier momento. Esta es la historia de un pivote de gran poderío ofensivo, capaz de bajar 20 rebotes en una noche dada, pero que, acusado de pertenecer a una organización terrorista islámica, es perseguido por el gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan. 

Kanter nació el 20 de mayo de 1992, en Zúrich, Suiza. Sus comienzos con la pelota naranja fueron en las inferiores del Fenerbahçe, con quien, en la temporada 2008-2009, llegó a jugar la Euroliga. Sin embargo, el joven decidió emigrar a Estados Unidos y estudiar en la Stoneridge Preparatory School. Allí continuó con su carrera deportiva y llegó a ser elegido por Utah Jazz en el puesto número tres del NBA Draft 2011. 

El grandote de 2,11 metros permaneció en el equipo de la ciudad de Salt Lake hasta la mitad de la temporada 2014-2015, tras ser traspasado a Oklahoma City. En esos meses jugó el mejor básquet de su carrera, promediando 18.7 puntos y 11 rebotes. Siempre polémico y nunca callado, en el Thunder se hizo notar tanto por sus jugadas como por sus palabras. Kanter es ese jugador que los compañeros adoran, pero que los rivales odian, tanto los deportivos como los políticos. 

El 15 de julio de 2016, opositores al gobierno intentaron realizar un golpe de Estado en Turquía. Fethullah Gülen, un clérigo islamista -hoy exiliado en Pensilvania- que por aquel entonces era la mano derecha de Erdogan, fue acusado de ser uno de los principales instigadores de la sublevación. Desde entonces, su organización fue ilegalizada y declarada como “terrorista”, y todos sus adeptos comenzaron a ser perseguidos. 

Kanter es un marcado opositor del presidente turco, a quien calificó como “el Hitler de este siglo” en sus redes sociales, y es un devoto seguidor de Gülen. A pesar de los pedidos de cárcel y de extradición por parte de la fiscalía de su país por “pertenecer a una organización terrorista armada, utilizar la aplicación de comunicación encriptada ByLock e injuriar al presidente”, el pivote no se achica: “Nunca dejaré de expresarme. (…) Si dejo de hablar, ¿quién lo hará por las miles y miles de personas inocentes que están en prisión? Están torturando y matando gente”.

Luego de unos años en Oklahoma, fue traspasado a New York Knicks. En el equipo de la “Gran Manzana”, Kanter no pudo asistir a un partido en la capital inglesa, ya que temía ser asesinado por los hombres de Erdogan: “Lamentablemente, no voy a ir a Londres a causa de ese lunático, el presidente turco. Existe la posibilidad de que me maten por ahí”. 

Poco tiempo después, Kanter fue adquirido por Portland Trail Blazers, con quien formó parte del equipo revelación que llegó a las Finales de la Conferencia Oeste contra Golden State Warriors. Sin embargo, en el país europeo no transmitieron sus partidos y ni siquiera se lo nombró en las redes sociales turcas de la NBA: se volvió una figurita prohibida en el territorio de Erdogan.

Recientemente, el pivote se unió a Boston Celtics como agente libre y duerme con un botón anti pánico en su habitación, ya que su impotente físico no lo exime del miedo a perder su vida. No obstante, su devoción por Gülen no claudica, tanto que decidió tomar el apellido del famoso predicador: “Sacrificaría a mi madre, a mi padre y a mi entera familia por el bien del Venerado Maestro (Gülen). Daría mi cabeza, si fuese el caso. Sacrificaría mi lugar en el paraíso y reiría en el infierno para dar ese servicio”. 

La selección turca cuenta con un buen plantel para este Mundial, más allá de que su mejor jugador no estará presente. China 2019 se privará de la presencia de un jugador calibre NBA, pero contará con otros como Cedi Osman y Furkan Korkmaz. Por su parte, Enes Kanter -o Enes Gülen- quiere desenmascarar una democracia en la que, por ejemplo, opositores son perseguidos y ciudades que no comparten la misma línea ideológica que Erdogan son intervenidas, como ocurre en Diyarbakir, Mardin y Van.

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