Por Nicolás Resnizky
Son las once de la mañana del 3 de junio de 2014. San Antonio Spurs acaba de eliminar a Oklahoma City Thunder en la Final de la Conferencia Oeste y se prepara para pelear el título de la NBA contra Miami Heat. Los texanos quieren dejar atrás los fantasmas de aquella noche de 2013 en la que se les escapó el campeonato contra el mismo rival. Enfrente tienen caras conocidas: LeBron James, Chris Bosh, Ray Allen y Dwyane Wade. Gregg Popovich convoca al equipo en la sala de videoanálisis para empezar el entrenamiento. “¿Alguien sabe qué día es hoy?”, pregunta Pop y descoloca a sus jugadores. En la pantalla se proyecta la foto de un negro, de aproximadamente 50 años, con una tupida barba canosa. Patty Mills levanta la cabeza. Sabe quién es el hombre de la foto pero no dice nada, le interesa saber a qué conclusión quiere llegar su entrenador. Después de varios segundos de silencio el actual seleccionador estadounidense se dispone a contarle a sus jugadores la historia de Eddie Mabo.
Mabo fue un aborigen australiano nacido en el Estrecho de Torres, región que contiene más de 270 islas y que divide Australia y Papúa Nueva Guinea. En 1973, su esposa Bonita Mabo y él fundaron la primera Escuela para la Comunidad Negra en Townsville, donde se les enseñaba a los niños la cultura aborigen, en vez de la británica. Ferviente militante de los derechos de los pueblos originarios, encabezó el movimiento para revocar la doctrina de Terra nullius sobre las islas del Estrecho de Torres. Según esta ley, antes de la llegada del colonizador James Cook a Australia en 1770, ese territorio no tenían dueño. De esta manera, se le negó a los aborígenes la propiedad de sus tierras. En los ‘80, Eddie Mabo y otros isleños llevaron el reclamo a la Corte Suprema de Australia y el caso tardó una década en pasar por el sistema jurídico. A principios de 1992, Mabo falleció producto de un cáncer. Cinco meses después, el 3 de junio de 1992, la Corte Suprema reconoció que la tierra le pertenecía a los aborígenes y que los descendientes tenían derechos sobre ellas. Desde aquel año, cada 3 de junio se celebra el Mabo Day.
Popovich termina de hablar y le cede el turno a Patty Mills para que cuente su historia. Su padre, Benny, nació en el Estrecho de Torres y es sobrino de Eddie Mabo; su madre, Yvonne, es hija de una aborigen y un australiano blanco. Ella pertenece a la Generación Robada, un grupo de niños indígenas que entre 1869 y 1976 fueron arrancados de sus familias por parte del Estado y misiones católicas y adoptados por australianos británicos. Yvonne y Benny se conocieron en Canberra, donde se casaron y fundaron un club de básquet para chicos aborígenes.
Patty Mills mamó la pasión por la naranja y el aro desde los cuatro años. A los 17 se mudó a California para competir en la liga universitaria de Estados Unidos y fue nombrado el mejor debutante del año de la Conferencia Oeste. Paralelamente, hizo su debut con la Selección mayor en el Campeonato FIBA de Oceanía 2007 y un año después representó a Australia en los Juegos Olímpicos de Beijing, donde promedió 14.2 puntos y 2 asistencias. En 2009 fue seleccionado por los Portland Trail Blazers en el draft de la NBA y tres años después fue traspasado a los San Antonio Spurs.
Finaliza la sesión de video en San Antonio. Muchos podrán decir que deberían haberse enfocado únicamente en la preparación del partido con los Heat. Popovich, como siempre, tiene una respuesta sensata: “9 de los 15 jugadores del plantel son extranjeros. Creo que la diversidad ayuda a crear un ambiente de camaradería, a querer jugar y ser responsable con el otro. Esa es nuestra identidad”.
Pasan 12 días, 5 partidos, 51 puntos, 8 asistencias y 7 rebotes para Mills. Los Spurs vuelven a ser campeones de la NBA después de 7 años. En los festejos, Patty recibe dos banderas de su padre. El base le alcanza la australiana a su compatriota, Aron Baynes. Luego despliega la otra: tiene dos franjas verdes, que representan el suelo, una azul para simbolizar el mar, una estrella de cinco puntas en alusión a los grupos de islas del Estrecho de Torres, y un dhari blanco que identifica al pueblo. Mills se cuelga la bandera, aquella por la que su tío abuelo, Eddie Mabo, luchó con tanto ímpetu. Por fin levanta el trofeo y recuerda un proverbio de sus antepasados indígenas: Tu pasado tiene que conectarse con tu presente para crear tu futuro.