miércoles, abril 24, 2024

El gigante senegalés que decidió no jugar el Mundial

Por Guido Fradkin

Diecisiete segundos para el final del partido. La Universidad de Duke, máxima candidata a llevarse el título de la NCAA (la liga nacional universitaria), necesita tres puntos para igualar el encuentro. El fracaso está al caer. El equipo de Zion Williamson y compañía está quedando eliminado en segunda ronda ante el noveno preclasificado. El “1” encara hacia el aro y se topa con alguien de 235 centímetros. El que ataca solo piensa en su gran hazaña. El que defiende, tal vez en su infancia con sus hermanos y su madre, muy lejos de esas coordenadas geográficas. Falta defensiva, doble y el agresor se va afuera por acumulación de infracciones. En el tiro libre, pega en el aro, RJ Barrett toma el rebote y convierte. Algo que seguramente no hubiese pasado con el gigante presente. La Universidad de Central Florida (UCF) no logra sumar y quedan eliminados.

Ese fue el día que Tacko Fall saltó definitivamente a la fama. Tal como seis de los diez senegaleses que jugaron en la NBA, nació en la ciudad de Dakar, la capital, que concentra aproximadamente la sexta parte de la población total del país africano. Además de compartir nacionalidad, esta decena de senegaleses tienen algo en común: superan los dos metros de altura, siendo MakhtarN’Diaye (2,03m) el de menor y MamadouN’Diaye(2,29m) el de mayor. Este último será superado por Tacko (2,29m sin zapatillas) en caso de que tenga su ansiado debut con los Celtics, equipo que lo fichó en junio del presente año.

Pero, ¿quién es TackoFall? ¿Es solamente un rompe récords de extensión, altura y salto? Definitivamente no. Y es a costa de un hermano de Mamadou, quien se topó con él en Dakar, que hoy día conocemos su historia. Llegó a los Estados Unidos con apenas 16 años, todavía en una edad en la que el fútbol era su mayor pasión, y el básquet un deporte más. “Siendo un niño, estaba muy excitado. ‘Wow, voy a ir a Estados Unidos’. Pero cuando aterricé me di cuenta de que no iba a volver a ver a mi madre, a mi familia, por un largo tiempo”, comentó en un reportaje para Bleacher Report.

La Jamie’s House CharterSchool (Houston) lo reclutó, pero el cierre de la misma al poco tiempo lo dejó en soledad. Probó suerte –sin éxito– recorriendo varias ciudades: la falta de papeles migratorios era un inconveniente y el ser deportado, una latente posibilidad. La frustración se trasladó a sus comienzos en el court: “No podía subir y bajar la cancha una vez que me estaba cansando. Era débil, no era fuerte mental ni físicamente, nada”. Sin embargo, la vida le sonrió. Encontró universidad gracias a la UFC (University of Central Florida) y hogar gracias a Mandy Wettstein, consultora pública del establecimiento, quien lo acogió en su casa y le dio pie a la construcción de su carrera profesional. Tan profesional que desconcierta al mundo de la pelota naranja. Porque para Tacko no todo es hacer una conversión,y la investigación –por desconfianza– que le realizó la NCAA lo demuestra. ¿Es posible que tenga notas tan altas? Sí, y sus profesores más propias declaraciones lo demuestran.

“La gente ve a Tacko y asume que es un jugador de básquet porque es alto, pero el básquet no parece ser su objetivo número uno en la vida”, comenta Seth Malec, su docente de ciencia. Bonnie Gordon, de matemática, agrega: “Es realmente asombroso porque él puede hacer cosas de las que ni yo soy capaz. Es un verdadero placer ver las caras de los otros estudiantes cuando dice la respuesta tan rápido y ellos todavía lo están poniendo en su calculadora”. A su vez, el jugador hace hincapié en el cúmulo de aspiraciones que tiene: “Quería hacer bioquímica. Luego dije que no, que me dedicaría a la ingeniería, y pensé ‘oh, tal vez pueda hacer las dos cosas’”.Su frase más célebre define su mentalidad: “Si pudiera ser LeBron James o Steve Jobs, sería Steve Jobs, porque tu atletismo fracasará algún día, pero tu conocimiento durará para siempre y podrá impactar a las personas durante un período más largo de tiempo”.

Otro factor que distingue a Tacko de la gran mayoría es su humildad: tiene el objetivo de salvar económicamente a su familia y tener una empresa de productos electrónicos que venda a precios más accesibles en Senegal. Además, no puede rechazar fotos porque se pone en el lugar del otro y no abría la heladera de la casa sin permiso de Mandy. Y el hecho de no subestimar a nadie y tomar como ejemplo a otros también tiene que ver con esto. El head coach de la UCF, Donnie Jones, lo explica diciendo que “no solo ve videos de jugadores y rivales”, sino que a esto le suma partidos completos de los futuros oponentes. El propio Fall agrega, en un reportaje para la página de la universidad: “Estoy viendo muchos videos de novatos para ver cómo han pasado de la universidad a la NBA”. A él, el tren a la NBA vía Draft se le pasó tres veces (2017, cuando fue mejor jugador defensivo de su conferencia, retiró la candidatura; 2018 no se presentó porque jugó poco debido a una lesión; y 2019 no fue pickeado), y como solo tiene cuatro años de elegibilidad universitaria, decidió ir a la Summer League. Allí jugó para los Boston Celtics, luego de acordar un contrato de exhibición por diez días. Su esfuerzo y números hicieron que lo tuvieran en cuenta para la temporada regular, y logró el objetivo de formar parte del roster.

La NBA es progresivamente más dinámica y alguien de la envergadura de Tacko Fall sabe muy bien que su cualidad es, a la vez, el mayor condicionante para la firma de un contrato. Aun así, en el torneo disputado en julio demostró, con la 55 en la espalda, un estado atlético admirable para alguien de su condición, tomando rebotes en ambos aros y pasando de ataque a defensa a un ritmo más que aceptable. La siguiente parada del tren estaba llegando a horario. El Mundial de China se aproximaba, y todo parecía indicar que Tacko se vería las caras ante Lituania, Australia y Canadá: estaba en la lista de 24 y tenía todos los boletos para no ser recortado, pero él mismo decidió darse de baja para prepararse de la mejor forma de cara a la temporada que se viene, en la que intentará ganarse un lugar en Massachusetts y, por qué no, seguir ejercitando la mente fuera de las canchas.

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