viernes, marzo 29, 2024

El doble nueve

Por Fernando Bajo

No hace mucho tiempo parecía casi imposible que la Selección argentina jugara con dos centrodelanteros. Desde 1998 hasta la actualidad, muy pocas veces el conjunto nacional salió a la cancha con dos número 9, e incluso las oportunidades en que lo hizo uno de ellos cumplió otra función.

“Deberían jugar uno atrás del otro o uno al costado del otro y ninguna de las dos versiones me parecen las mejores”, argumentaba Marcelo Bielsa durante el Mundial de Corea y Japón 2002 en el que nunca puso en cancha al mismo tiempo a Hernán Crespo y Gabriel Batistuta.

En 2016 Gerardo Martino explicó por qué no incluía en una misma formación a Gonzalo Higuaín y Sergio Agüero: ”Estoy en la búsqueda de una manera determinada de jugar y necesitamos hacernos fuertes con esa forma que pretendo. Entonces no aplica que estén los dos juntos”.

Sin embargo, en 2006 José Pekerman juntó a Javier Saviola y Crespo, pero fue uno de los únicos casos, hasta ahora, ya que en esta Copa América, Lionel Scaloni terminó afianzando a Lautaro Martínez y al Kun, pese a que esta no era la idea inicial del entrenador. En el debut, ante Colombia, el titular fue el goleador del Manchester City y en su lugar ingresó Matías Suárez que ni siquiera juega en la misma posición.

¿Por qué Scaloni terminó optando por incluir a los dos entre los once iniciales? Solo él lo sabrá, pero con los dos atacantes en cancha, frente a Catar y Venezuela -contra Paraguay apenas compartieron 21 minutos y en ese lapso se vio lo mejor de Argentina – la Selección pateó 12 veces al arco. Cuando jugó solo uno, frente a Colombia y ante la Albirroja, solo seis. 

La presencia de El Torito y Agüero perfeccionó el desempeño del equipo, los mejores pasajes de juego del equipo nacional fueron con ambos en cancha. Para eso, tuvieron que acatar estrictamente las órdenes del técnico: “Entendieron lo que era el compromiso y que, para jugar de esta manera, tenían que sacrificarse”, afirmó Scaloni luego del encuentro ante los asiáticos.

Además de que tres de los cinco goles que convirtió Argentina en el certamen fueron de la dupla ofensiva, la otra virtud que mostró el equipo nacional con estos cambios fue la presión que le ejerció al rival. En ambos encuentros los delanteros y Messi se encargaron de marcar a los defensores y esa función fue fundamental para el equipo debido a que en el mediocampo se compensa con esfuerzo colectivo la ausencia de un futbolista con características defensivas.

Agüero y Martínez tuvieron la capacidad de no sobreponerse, cuando uno se quedaba en el centro del ataque (el Kun fue quien más realizó esa labor) el otro se movía por afuera y encaraba mano a mano a uno de los dos laterales. En el retroceso también se turnaban, y junto con Lio se repartían las zonas de la cancha. Uno marcaba por la izquierda, otro por el medio -al volante central del rival- y el restante por la derecha.

Poco a poco parece que el santafesino va encontrando el mejor equipo posible para el buen funcionamiento de la Selección. A pesar de su inexperiencia y consecuentemente falta de pergaminos, logró congeniar el doble nueve, algo que sus predecesores no lograron hacer. Excepto Alejandro Sabella, aunque las veces que juntó a Gonzalo Higuain y Agüero, este último se desempeñó como delantero por afuera o en algunas ocasiones lo hizo detrás del Pipa.

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