Por Joaquín Méndez
Un metro ochenta de altura. Ojos azules, mismo color de botines. Pelo corto, rapados los costados. Viste la camiseta albiceleste número 5. Su madre, Myriam Benitez, lo describe como un joven alegre y bromista. Tiene 24 años y es el volante central argentino de la Copa América: Leandro Paredes.
Nació el 29 de junio de 1994 en San Justo e incursionó en el fútbol cuando completó tres vueltas al sol, en el club La Justina. De pequeño, Paredes demostró talento innato en el juego, lúdico y ocurrente, se las ingeniaba para competir con niños más grandes que él. “Tenemos que medirnos con los mejores”, decía en una entrevista previa al Mundial de Rusia de 2018 y él ya había cumplido esa obligación. Sus referentes son Zinedine Zidane, Andrés Iniesta y Juan Román Riquelme, con quien compartió plantel en Boca y del cual pudo apreciar el arte de esconder la pelota bajo la suela del botín, características que vio también por televisión en el francés y el español.
No sólo el futbolista evolucionó su juego al entrenarse a la par de Riquelme, sino que su tío, Luis Paredes, le contó sus experiencias junto al oriundo de Don Torcuato, en las inferiores de Argentinos Juniors. Paredes sugiere estilo y elegancia, como si su progreso hubiera sido premeditado, con su andar cansino y trote, que alterna con pequeños saltos sobre el césped, en la élite del juego. ¿Qué es la élite del juego? Podría considerarse como élite a ciertas resoluciones en posesión de la pelota (o a problemas si no tenés la suerte de jugar en su mismo equipo), que sólo son posibles con velocidad mental a la hora de practicarlo. Digo velocidad mental porque se consigue dinámica con el balón en períodos cortos de tiempo, ya sea para sacarse de encima a un rival o para sorprenderlo con la habilitación a un compañero, que poco tiene que ver con la velocidad física del jugador.
Claro, el mediocampista del Paris Saint Germain no es rápido en su despliegue, no tiende a la agresividad en la marca, no suele ocupar posiciones de relevo para auxiliar compañeros. Por eso no se lo considera un cinco clásico, de recuperación y pase corto, como el español Sergio Busquets en el Barcelona o el brasileño Casemiro en el Real Madrid. “Paredes no va a ser lo que N’Golo Kanté en el Chelsea”, dijo el exjugador del PSG, Edouard Cissé. Si no va a ser, lo que Kanté en el Chelsea, Paredes, ¿no puede ser Paredes en la selección argentina?
Algunas hipótesis sobre el funcionamiento o las bases del fútbol actual sugieren un volante central clásico, que tenga un buen desplazamiento hacia los espacios vacíos para equilibrar la defensa y otorgue el primer pase para que otro inicie el ataque. El doble-cinco parece perder terreno, aunque poco importa si el sistema es 4-3-3, 4-2-3-1, ya que al sonar el pitido inicial del partido, los jugadores adoptan posiciones según la circunstancia en la que se encuentren, que modifican el esquema principal. Pese a comenzar su carrera como enganche, Paredes puede desempeñarse en la zona media donde se gesta el desarrollo del ataque o la defensa, con otras aptitudes.
El entrenador de la Selección argentina, Lionel Scaloni, aseguró que no necesita un volante de marca en su alineación para recuperar la pelota y lo argumentó con las posiciones que toman sus jugadores en el campo propio para defender, lo que genera una absorción del ataque rival. Si bien el desarrollo de la idea no fue del todo eficiente, en el último partido frente a Catar con el ingreso de Acuña, se observó más estabilidad en el equipo, que se paraba 4-3-2-1, con Messi como única referencia para el contragolpe y con Sergio Agüero más retrasado junto a Lautaro Martínez ejerciendo presión sobre los cataríes.
Con esta nueva alternativa podría llegar el fin de la incertidumbre sobre el funcionamiento del mediocampo argentino. Pese a esto, en Francia no tomaron nota de lo acontecido y según el medio francés Le Parisien, PSG busca vender a Paredes, porque no cumplió con las expectativas que generó. Lo que llama la atención es que es el mismo problema que tenía en la Selección para desplegar su potencial. Su manera de jugar se parece más a la del italiano Verratti, que al cinco clásico que mencionamos anteriormente. ¿Acaso hay una única manera de jugar en esta posición?
Donde mejor desplegó su fútbol hasta el momento fue en el Zenit de Rusia. Convirtió 10 goles y concretó 15 asistencias en 61 partidos disputados. Con Argentina sólo lleva tres en competencia como titular y todos, en esta Copa América de Brasil 2019. La necesidad del resultado no deja ver lo que jugadores como Paredes pueden aportar. Buen pase largo para el cambio de banda en la lateralización hacia adelante para que el extremo quede mano a mano con el defensor, la capacidad de toque corto y rápido en la salida, la seguridad de no perder la pelota y buen remate de media/ larga distancia. Además, baila junto a ella.
Paredes transmite tranquilidad cuando tiene la pelota bajo la suela de su botín derecho, en su mirada pareciera que sus pupilas habitaran en un río calmo, sin marea, hasta que en un instante, sus cejas se levantan, encontró el pase. Ya le entregó la pelota mansita a otro botín. Son segundos que desafían a la eternidad, es ese tiempo que contuvo la redonda y la hizo feliz, porque la mimó. Y eso que no tiró una rabona ¡Le encantan! Acción cotidiana en las inferiores xeneizes y que alguna vez utilizó en el Zenit.
¿Qué curioso no? Un joven que ama el fútbol y que lo lleva en la piel, en forma de agradecimiento, que no pueda hacer algo que lo fascine, como la rabona. Esa rabona y tantas otras destrezas llamaron la atención de Rubén Maddoni, que lo llevó al club Parque y a Boca. El pequeño Leandro solo quería jugar en esos tiempos, hoy también habita ese niño en su interior. ¿Y si tiene la oportunidad de ser él y solamente él, dentro del campo de juego? ¿Y si se la dan la pelota a él para que comience a gestar el juego, con los brazos de Román para cubrirla, con la pisada de Zidane para burlar a los rivales y con la mente de Iniesta para tomar la mejor decisión?
Recibe el balón de espalda. Un rival lo presiona a su derecha y él lo embiste con su hombro para cubrir lo que es suyo. Nada ni nadie se lo va a quitar. Por el otro costado, se acerca el segundo rival, que quiere arrebatarle lo más preciado que tiene. La pisa con su pie derecho, eleva el izquierdo y gira alrededor de ella. Con su mano zurda aleja al atrevido que insinuó quitársela. Ya no hay presión, la mira otro instante y le da la última caricia. Se la entrega hacia atrás a Pezzella, casi sin ganas, como si no quisiera dejarla ir nunca con un pase que recorre el verde césped suavemente. Aplausos, ovación en el Arena Do Gremio de Brasil. Es Leandro Paredes, el cinco de la Selección argentina.