Por Francisco Di Giusto
Enmarcado en un opaco Maracaná, con asientos que brillaban por su escaso público, Ali Almoez recibió la pelota en el borde del área y, con una calidad propia de un jugador virtual, la colgó de un ángulo para descontar el marcador ante Paraguay. Nadie se imaginaba el desenlace que, unos minutos después, llegaría luego de que el mismo Ali devuelva una pared para que Catar termine llevándose un empate valioso ante un conjunto guaraní que, a priori, parecía hacerse con el partido. Todos los focos quedan puestos en este delantero que brilla en, quizás, la sorpresa de esta copa. Y que ya supo brillar en cuatro continentes.
Hace casi 23 años, en Jartum, capital de Sudán, Almoez Ali llegaba al mundo. Podemos decir que, a pesar de haber desarrollado su formación como futbolista en el continente asiático, el pie de Ali se hizo firme en tierras africanas. A sus 7 años abandonó un país que litigaba con su par del sur por una lucha independentista, y arribó a Qatar para crecer como niño y como futuro deportista. Su paso por la Academia Aspire de reclutamiento, en el que se calzó la casaca del Lekhwiya, le valió el pasaporte a Europa, más precisamente al Eupen belga. Una oportunidad que no desaprovechó.
Con algunos destellos en el país flamenco, y su debut como profesional en un equipo austríaco, Ali captó los ojos de la Cultural Leonesa, equipo español. Un desafío difícil, pero que daría sus frutos. Ante el Arandina, marcó el 1-0, único tanto del partido, y así se convirtió en el primer jugador catarí en marcar en el país ibérico. Su paso por allí fue corto ya que regresó a su club de origen, pero Ali se las arregló para hacer historia en el viejo continente.
Luego de una gran temporada 2016-17, pasó al Al Duhail, donde su rendimiento lo llevó a la Selección. Allí, con un promedio de más de medio gol por partido, fue el principal emblema de su seleccionado en la Copa Asia 2019, en la que se consagró campeón y goleador del certamen con 9 dianas. No solo se dio el gusto de marcar un póker frente a Corea del Norte, si no que le anotó un gol en la final a Japón para levantar el trofeo. Nacido en África, letal goleador en Asia, historia para su país en Europa. Pero Ali no se contentó. La invitación a su Selección para disputar la Copa América, como antesala del Mundial 2022 que albergará su país, le dio la oportunidad de pisar fuerte en tierras lejanas, las tierras que le faltaban. Y hoy, volvió a hacer historia.
Aquel derechazo quedará enmarcado en la historia catarí, la historia asiática y la historia de la Copa América. Paraguay, atónito mirando esa parábola que se coló por encima del golero Fernández. Argentina y Colombia, preocupados porque quizás Catar no es aquel débil equipo que imaginaban. Y todo el público de esta copa, con los ojos en Ali, el conquistador.