Matías Tolosa
La Selección Argentina consiguió su primer Copa Mundial en medio de un entorno político y social al que muchas personas ignoraron, a pesar de la enorme cantidad de desaparecidos bajo responsabilidad de la dictadura militar que dominaba el país. Por un lado, las Abuelas de Plaza de Mayo indignadas porque la gente seguía mirando el Mundial como si nada estuviera ocurriendo y por el otro, los hinchas que apoyaron a su equipo en cada partido, enceguecidos por 11 jugadores dentro de un campo de juego, que no pudieron observar lo que sucedía en los alrededores de los estadios. También, en medio de estas dos posiciones, hay que agregar a los militares que, encabezados por el presidente de facto Jorge Rafael Videla, se encargaron de tirar la tierra bajo la alfombra tanto para los argentinos, como para los extranjeros que fueron a disfrutar del evento deportivo másimportante.
Aunque la prensa local no le otorgaba el espacio que correspondía a los reclamos de los familiares de los desaparecidos por la dictadura, los medios de los países que vinieron a Argentina para cubrir un espectáculo deportivo, también se encargaron de dar lugar a las quejas y pedidos desesperados de las víctimas que marchaban constantemente hacia la Casa Rosada en busca de respuestas.
Cada festejo de gol en el Monumental, era un grito de dolor a tan solo 1300 metros, en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde los militares torturaban a muchos argentinos. Para muchos era nada más que una victoria, un campeonato, pero para el Estado de esa época, eran manos puestas sobre los ojos que impedían que el ciudadano y hasta incluso los propios jugadores del seleccionado, tomaran conciencia de lo que estaba pasando.
“Mientras algunos lloraban de alegría, mi marido y yo lo hacíamos de tristeza”, señaló tiempo después Estela De Carlotto, una de las participantes de las denuncias de las Abuelas de Plaza de Mayo, que buscaba a su hija y su nieto que habían sido secuestrados por el gobierno de facto.
Graciela Palacio, integrante del organismo Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas,vivió la Copa del Mundo de 1978 sin su marido que fue raptado por los militares en 1976. “El Mundial tapó muchas cosas. Creo que los triunfos de la Argentina ayudaron mucho para que la gente se olvidara, nosotros éramos la campaña antiargentina, estábamos obrando contra el gran Mundial”, recuerda Graciela a 40 años del torneo que ganó Argentina.