jueves, abril 25, 2024

La vida por el esquí

Por Daniel Melluso

Con tan solo 16 años, Paloma Giordano se roba todas las miradas en cada competición en la que participa: a su pronta edad ostenta todos los records argentinos juveniles de esquí náutico y el record latinoamericano sub-13. No solo eso, es la actual N°5 del ranking mundial de mayores y con proyección para seguir escalando posiciones.

Empecé a los seis años. Mi familia es de larga tradición en el deporte ya que mi papá lo practicaba en su juventud; lo heredé de él”, cuenta la esquiadora platense. Giordano es entrenada por su padre Carlos, quien la acompaña a cada torneo en el que compite junto a Mariana, su esposa y madre de la atleta. “Es difícil que tu entrenador sea tu papá, pero creo que por eso conseguí buenos resultados. Es muy exigente”, remarca y agrega: “Desde chica siempre me preguntaron qué deporte quería hacer, nunca me lo impusieron; yo lo elegí”.

Al ser el esquí náutico un deporte amateur en la Argentina, la dificultad para conseguir patrocinadores y el poco apoyo de las entidades nacionales es moneda corriente para Giordano. “Estoy becada por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) y por la Agencia de Deporte Nacional, de los que recibo 15.000 pesos mensuales que no me sirven para nada. Tan solo con la nafta de la lancha gasto 45.000 pesos; voy a perdidas siempre”, explica y añade: “Me mantengo con el dinero que invierte mi familia. Tengo un esquí de hace 10 años y no puedo cambiarlo porque cuesta más de 2000 dólares; es todo a pulmón”.

Además de estas dificultades, la platense sufre la exclusión social por parte de jóvenes de su misma edad. ““No tengo amigas, porque si no haces las cosas que realizan los demás, no perteneces. Me han dicho que soy una estúpida por la vida sacrificada que llevo. En la escuela me rechazaban tanto mis compañeros como los directivos, quienes no aceptaban que sea deportista y estudiante a la vez”, afirma.

Más allá del amateurismo, Giordano vive y se entrena como una profesional: se levanta a las 5, esquía 40 minutos y se detiene entre una y dos horas. La rutina se replica sucesivamente hasta las 19 cuando es tiempo del descanso final, para así volver el día siguiente, de lunes a sábados, excepto los domingos. “Aquello que me relaja y en donde me siento plena es cuando entreno en el agua o en el gimnasio; ahí soy yo misma”, indica.

A los 10 años, la joven estuvo muy cerca de abandonar el esquí náutico, ya que se fracturó el fémur de la pierna izquierda. “Me rompí mientras formaba parte de una clínica en Estados Unidos. Estuve un mes y medio sin caminar, y después volví al agua, pero estuve más de dos años sin poder avanzar en mi carrera. Hice cuatro años de rehabilitación y ahora me siento mejor”, explica.

En cuanto a su futuro, Giordano se propone objetivos a corto plazo: “Para este año mi meta es hacer un buen papel en los Juegos Panamericanos de Lima (Perú) y en el Masters de Georgia (Estados Unidos), donde compiten las cinco mejores del mundo”. En lo que va de la temporada logró dos medallas de plata en los Juegos Suramericanos de Playa disputados en Rosario en las categorías de slalom y figuras, mejorando así su actuación del año anterior en los Juegos Sudamericanos realizados en Cochabamba, Bolivia, en donde consiguió el tercer puesto.

A pesar de estar lejos de las luces y la atención que poseen otros deportes y atletas argentinos, Paloma Giordano, con sus rendimientos y actuaciones, tiene brillo propio, lo que sin dudas, la hará llegar lejos en el esquí náutico.

 

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