Nicolás Bruno (@NicoJBruno)
Para los fanáticos de la redonda más que de las cuerdas, jugar al fútbol descomprime, relaja; como la música para el grueso popular. Para los futboleros el mejor compositor, porque no hubo otro deportista o artista teniendo en cuenta nuestra ideología, fue Diego Maradona. Con una sola manifestación logró justificar: el fútbol es arte, el fútbol tiene melodía; el fútbol es música. Fue su forma de expresarse, de revelarse, de vivir.
Una de las principales virtudes que un músico debería tener es la de atrapar, entretener, hacer bailar a su público. Maradona era un músico particular, porque no tocaba ningún instrumento, pero atrapaba la pelota, entretenía a sus seguidores y hacía bailar a sus rivales sólo con la redonda en sus pies. Y la amaba, tanto como un compositor a sus partituras. No es casualidad que la canción preferida del Diez haya sido “Me das cada día más”, de Valeria Lynch. Porque eso era él, sin dudas. Le daba a su gente, su Argentina, la que soñaba e imploraba conseguir aquel campeonato del mundo, cada día más.
Fue Maradona el que aclaró que la pelota no se mancha, la misma que lloró el retiro de su gran amor, del que más la pisó y la cuidó. “Aleluya por el modo que tienes de amar”, susurraba la pelota cada vez que Maradona dejaba en el camino a otro inglés. Aquella pelota pedía por favor que los soldados de la Reina se corrieran, porque quería hacer historia con aquel pibe de rulos que la acompañó desde chiquito y, adelantándose un par de años, le gritó a Peter Reid, al 16, al que lo seguía más de cerca, que no lo frenara: “Please, don´t stop the music”.
Para Valeria Lynch, cantante y amiga de Diego, el segundo gol a Inglaterra fue una pintura, una canción, una escultura, una película, en fin, una obra maestra:
-¿Considerás que el segundo gol de Diego a Inglaterra es una obra de arte?
-¡Claro que sí!, sin dudas es uno de los goles que quedó en la historia de los mundiales, el gol del siglo. Será recordado por siempre porque fue magistral, Diego dejó atrás un tendal de jugadores ingleses para finalmente coronar la jugada con una definición brillante. Pero también por lo que significó el momento para nuestro país, aquel triunfo frente a los ingleses, nada menos.
-¿Cómo interpretás, entonces, aquella expresión artística?
-Fue algo majestuoso, un ejemplo de virtuosismo, de tesón y garra. Diego es un deportista único, tocado por la varita mágica, y en el mundial del 86′ estaba en su apogeo. ¡Brillaba!
Su magnífica jugada ante los ingleses, fue una sutil combinación de talento, actitud y genialidad que culminó en una obra memorable. Logró emocionarnos a todos. Diego estaba angelado, fue un momento antológico ante los ojos del mundo entero que será imposible de olvidar.
-¿Por qué creés que “Me das cada día más”, tu canción, significaba tanto para Diego?
-Maradona siempre fue admirador mío. Venía a verme en mis shows, y escuchaba mis canciones, incluso en la concentración de cara al mundial 86′. En esa época, el tema principal de mi último álbum era “Me das cada día más”, y él amaba esa canción. Por eso, cuando los productores ingleses de la película “Héroes” le preguntaron qué canción querría para la película, Diego pidió que pongan mi tema. Así se convirtió en un himno, una canción que pasó todas las modas, que automáticamente se identifica con la Selección Argentina, con México 86 y, obviamente, con Maradona. Incluso por eso muchos hombres comenzaron a seguirme y ver mis shows.
Es una canción de amor, de amor incondicional, que tiene mucha fuerza, mucha pasión… Y Diego es así: su entrega en la cancha siempre fue incondicional, con la pelota era un astro, lleno de fuerza y pasión.
-¿Cómo era tu relación con Diego y cómo aquella canción cambió tu vida?
-Nos llevamos muy bien, hay una admiración muy grande entre los dos. Yo fui a verlo en la concentración de México 86, canté a pedido de él en un especial que realizó la RAI con los mejores jugadores del mundo, y él vino a muchos de mis shows. Por ejemplo, estuvo presente en el festival de San Remo, Italia, donde fue expresamente a verme a mí. Es el padrino de mi hijo menor, Santiago. Nos une una relación de afecto y admiración, yo creo que es el jugador más grande de todos los tiempos.