jueves, noviembre 21, 2024

De Camerún a la Argentina: llegó como futbolista y se convirtió en Cónsul

Por Florencia Lavallén

Guy Víctor Ebongue Bille nació el 6 de junio de 1970 en Douala, Camerún. Desde que tiene uso de razón, su sueño era convertirse en un jugador profesional de fútbol y poder vivir de eso, pero por distintas cuestiones que surgieron a lo largo de su vida, terminó siendo el Cónsul de Camerún en Argentina y fundó la cámara de comercio entre ambos países.

Desde su pequeña oficina ubicada en una galería del microcentro de la ciudad porteña, el
Cónsul habló con El Equipo sobre sus inicios en el deporte de sus amores, su paso por los
distintos clubes alrededor del mundo y la razón por la cual decidió involucrarse en el
comercio y las relaciones internacionales.

Al preguntarle por sus primeros pasos en el fútbol, el camerunés de 50 años trajo a
memoria su etapa como adolescente y contó que en sus últimos años del secundario firmó
su primer contrato en un club de su pueblo, Leopardos Douala, donde jugó hasta los 18
años. Además de su carrera deportiva, Ebongue Bille estudiaba una carrera de grado
porque pretendía ejercer como contador en un futuro y fue en los primeros años de la
carrera que tomó la decisión que lo acercaría, sin siquiera saberlo, a desembarcar unos
años después en el continente americano: “En el segundo año de la carrera tenía que hacer
una pasantía, pero en ese momento yo jugaba en Diamante Yaundé y estaba en las
selecciones juveniles de Camerún, por lo que no podía conciliar las dos cosas y, como me
gustaba mucho el fútbol, preferí quedarme con eso”.

Como consecuencia del descenso de Diamante Yaundé, dejó su continente y comenzó una
especie de travesía por distintos equipos y países europeos. Pasó por Perugia en Italia,
donde en un torneo barrial pudo compartir cancha con Gianluca Vialli, que en ese momento jugaba en Juventus. Un año y medio después, a través de un mánager, se fue a jugar por dos años a Holanda al HFC Haarlem y después de eso terminaría en el Croacia de Zagreb, hoy Dinamo de Zagreb, en pleno conflicto bélico de la ex Yugoslavia, donde rescindió contrato después de que una bomba cayera en el predio del club: “Se cortó la luz, la gente corría por todos lados hablando en croata y yo no entendía nada. Llamé a mi representante para que viniera esa misma noche a finalizar mi vínculo con el club”.

-¿Cómo fue que llegaste a la Argentina?

-Después de estar dos meses en Austria con mi mánager, surgió la oportunidad de venir
para acá o ir a República Checa. Lo único que se sabía en ese momento de Argentina era
Maradona y su historia, y cuando me dijeron que iba a venir a jugar a Argentinos Juniors, me pareció una linda oportunidad. De hecho, la invitación me la mandaron ellos para venir.

El ex volante por izquierda llegó a su segundo país -donde conoció a su esposa tucumana y
tuvo tres hijos- en 1994 cuando tenía 24 años, pero para su desgracia, el libro de pases de
Primera División había cerrado y no pudo fichar en el club que vio nacer a Diego Armando
Maradona. Al ser una experiencia y un país completamente desconocido, le puso como
requisito excluyente a su mánager que su primo, que también jugaba al fútbol, viniera con
él: “Yo me tenía que encargar de todos los trámites para que mi primo me acompañara,
tardaron bastante y para cuando llegué, Argentinos Juniors ya no me esperaba, pero tuve la posibilidad de entrenar un par de veces con ellos y en aquel momento estaban Rolando Schiavi y Sebastián Pena”.

Cuando se frustró lo de AAAJ, el mánager lo quiso llevar a Europa, a República Checa, pero
al estar con su primo que no había vivido nunca fuera de Camerún, no lo quiso dejar solo,
se quedó y empezó a jugar en Brown de Arrecifes donde permaneció hasta el ’96. Cuenta entre risas que sus compañeros le hacían decir insultos en español haciéndole creer que le enseñaban el idioma.

Un año después, les ofrecieron ir a Chicago. Ficharon en el club, pero Guy Víctor no pudo debutar porque se lesionó. Además, según contó el Cónsul, no tuvo una buena experiencia en la institución porque el presidente de ese momento, Juan Guerra, un empresario de la industria frigorífica, no cumplió con lo que se había pautado en el contrato.

Cuando empezaron los problemas en Chicago, comenzó a capacitarse para otras cosas que lo llevaron hasta el cargo que tiene actualmente, en el que se encarga de legalizar documentaciones y facilitarle los trámites de visados a los cameruneses que residen en la Argentina o las personas que desean viajar a Camerún, entre otras cosas.

Hizo una tecnicatura en análisis de sistemas, pero no le gustó ejercerla porque no se sentía cómodo trabajando en relación de dependencia, por lo que empezó a estudiar relaciones
internacionales y se lanzó como intermediario freelance, lo que le generó una gran cantidad
de contactos y creó la Cámara de comercio entre Argentina y Camerún, de la cual sigue siendo el presidente: “Tengo una pasión y un amor muy grande por mi país y, desde un principio, yo veía que aquí había muchas posibilidades de negocios, me encontré con un
país más desarrollado de lo que creía y con una tecnología de punta bastante avanzada en
el rubro del campo, y al ser Camerún un país agropecuario que además tiene tierras muy ricas, entendí que Argentina le podía ofrecer mucho en sistemas y maquinaria agrícola, entre otras cosas”.

¿Cómo fue que terminaste siendo el Cónsul de Camerún?

-El nombramiento me llegó el año pasado con el reconocimiento del gobierno argentino y, para mí, el título de Cónsul es una consagración porque hace muchos años que trabajo representando a la comunidad y a la embajada de Camerún en Argentina, además de promover el intercambio cultural entre ambos continentes.

Antes de retirarse, Ebongue confesó que, a pesar de no estar directamente ligado al fútbol, nunca se deja de estar relacionado con él porque es una pasión y contó que, desde su lugar como Cónsul, siempre ayuda a los chicos que vienen desde África a jugar a la Argentina con el trámite de los pasaportes y los pases.

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