viernes, noviembre 22, 2024

Laurina Oliveros: “Nos rompemos el lomo para esto, pero nadie nos ayuda”

Julián Rozencwaig

Se levanta a las 6.55, desayuna, trabaja hasta el mediodía, entrena y cursa Educación Física en el atardecer de la cotidianeidad. Un día cualquiera en la vida de Laurina Oliveros, la arquera de la Selección Argentina de Fútbol Femenino, quien no para de recalcar la desorganización y el machismo en el deporte. Jugó en Chile y, aunque destaca su estructura institucional, sigue prefiriendo el juego argentino. “Me encanta tanto el deporte que estar al lado de figuras mundiales sería grandioso”, asegura cuando se refiere a su sueño: participar en unos Juegos Olímpicos.

Empezó a patear una pelota con cinco años en Estados Unidos, donde permaneció hasta los 11 con su familia, cuando volvió a Ramallo, al norte de la provincia de Buenos Aires, por problemas personales. No sabía que el fútbol femenino existía en el país, por eso practicó handball. Cuando se enteró de la posibilidad de hacer lo que más le gustaba, se probó en UAI Urquiza, donde quedó y hoy continúa su desempeño. Un año más tarde y con 16 años, fue convocada a la selección, en la que creció y aprendió “un montón”, como ella declara.

La selección conducida por Carlos Borrello anunció el paro de las prácticas a fines de septiembre debido a la falta de pago de los viáticos y las condiciones de las canchas. El plantel le envió un comunicado a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), y no hubo respuesta. Sin embargo, el 22 y 24 de octubre disputaron dos amistosos contra Chile, por lo que se vieron obligadas a retomar las prácticas tres días antes. Si bien los viáticos fueron pagados, “la desorganización que hay es una locura”, revela la jugadora de 24 años.

-Chiqui Tapia, presidente de la AFA, admitió en agosto que quería ser “el dirigente de la igualdad de género”. ¿Le creés?, ¿hace algo desde su lugar?

-Tuvimos una reunión con él, nos dijo que nos iba a ayudar y que le demos la oportunidad. El tema es que decidimos volver a entrenar días antes de viajar. Entonces todavía no demostró las ganas de ayudar que tiene. Para salir del país es obligatorio el viático, pero para los entrenamientos no tuvieron la chance porque apenas volvimos para jugar contra Chile.

-¿Influyen los problemas con la AFA en el juego?

-Sí, y no está bueno, porque después tenés que andar aceptando las críticas. “Juegan mal”; “las golearon”, dicen, pero no tienen idea lo que pasa detrás de esto. Hay muchas cosas que la gente no sabe y tienen ganas de opinar igual.

-¿Tiene que ver el periodismo con lo poco que se sabe de la situación y del fútbol femenino en general?

-Sí, ni siquiera están enterados de que volvimos a entrenar porque no se publica nada. Necesitamos gente comprometida, que quiera que esto crezca, que nos haga conocer. Nadie nos conoce porque no nos publicitan, no nos hacen notas para que sepan quiénes somos, dónde jugamos y para qué. Por eso yo creo que los periodistas están dentro de esta problemática.

El 29 de agosto, Argentina goleó 3 a 0 a Uruguay en un amistoso. Relata que salieron a las 4.30 porque a las 7 viajaban en Buquebus. Arribaron tres horas después, esperaron para almorzar y tuvieron libre hasta las 16, hora del encuentro. “Las horas antes del partido estuvimos acostadas o durmiendo. Una locura la desorganización que hay. Al otro día a nadie le daba el cuero para nada”, afirma. El último partido previo a enfrentar a Uruguay había sido hace dos años en los Juegos Panamericanos de Toronto, en la derrota 2 a 0 ante Colombia, que dejó como consecuencia la eliminación en la fase de grupos y la dimisión de Julio Olarticoechea, director técnico en aquel entonces.

-Con la asunción de Carlos Borrello como entrenador después de la inactividad y lo que mencionaste de Tapia, ¿ves futuro?

-Yo creo que es un proceso, si va a haber un cambio no se va a ver ahora, será más adelante. Las que estamos hoy en día no lo vamos a disfrutar. Quizás como profesoras o entrenadoras, pero como jugadoras no creo. Es muy difícil el cambio ahora porque para que lo haya, el equipo tiene que ganar. Y si no entrenamos y no hay partidos no hay chance por más ganas que le pongamos. Nos rompemos el lomo para esto, pero nadie nos ayuda.

-Y ahora viene la Copa América, ¿tienen posibilidades?

-Equipo hay, pero para tirar hacia arriba. Necesitamos jugar, entrenar y conocernos. Es fundamental. No podemos de un día para el otro jugar un torneo y más hoy en día que no va cualquiera.

-¿Juegan cada vez más mujeres al fútbol?

-Yo creo que sí. A mí me encanta, porque más allá de que sepan jugar o no, está bueno que se integren a este deporte tan machista. Cuanto más mujeres seamos, mejor. El otro día fui a un torneo en Núñez y es increíble la cantidad de chicas que hay. Le meten ganas y es lindo verlo.

-Decís que el fútbol es un deporte machista. ¿Sufriste en particular alguna discriminación o desigualdad de género?

-Eso lo sufrimos todos los días, ya sea porque no tenés cancha para entrenar o no te pagan el viático. No es un caso particular que te pasa de vez en cuando. Con respecto a la selección, viajás, tenés que jugar, volver, que no te paguen, que te manden a la cancha sintética, al vestuario más chico… es cotidiano, se sufre todo el tiempo. Lamentablemente uno ya sabe que van a suceder estas cosas.

-La selección tiene jugadoras que viven del fútbol como Yael Oviedo y Mariana Coronel (en Granada y Madrid de España, respectivamente). ¿Cómo llega una futbolista argentina a jugar en Europa con la poca difusión y estructuración que existe?

-Lo bueno es que los clubes tienen videos de los partidos que se juegan y en prensa los suben a internet constantemente. Es un plus. Una se hace ver, aunque no tenga representante ni periodistas que cubran al fútbol femenino. Hay gente que pregunta. En eso es igual al masculino.

-¿Cuál es tu mayor sueño deportivo?

-Participar en unos Juegos Olímpicos. Tuve la oportunidad de participar en los Panamericanos, pero creo que no hay nada más lindo que los Olímpicos. Siempre que me pregunten voy a responder lo mismo.

-Y ganarlo, ni hablar…

-Bueno (ríe)… si traigo una medalla olímpica a mi casa ni te cuento.

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