miércoles, diciembre 17, 2025

Grünwaldt, el enganche que juega como en el patio de su casa

Por Máximo Barán

Tiene apenas 16 años pero habla del fútbol con la naturalidad de alguien que lo vive desde siempre. Máximo Grünwaldt se ríe cuando se define que juega de enganche, pero con estilo de futsal en cancha de once, gambeta corta, toques rápidos, la suela como recurso inevitable. Así es este chico de La Boca, un barrio donde las canchas y las plazas son escuela antes que cualquier club.

Llegó a Sacachispas en 2024, casi de casualidad, venía de San Telmo, club al que dejó por temas personales. El coordinador de Sacachispas, que ya lo conocía, lo llamó apenas se enteró de que estaba sin club. “Me dijo que fuera a probarme. Al principio estaba nervioso, no sabía cómo me iban a recibir, pero desde el primer día me hicieron sentir parte del grupo”, recordó. Hoy forma parte de la Reserva, donde convive con chicos más grandes, con otro físico, otro ritmo, otra exigencia. “Eso me ayudó a mejorar bastante. Lo que más me costó fue el tema físico, pero de a poco me fui acostumbrando”, señaló.

Su rutina diaria parece la de cualquier adolescente, aunque ajustada por la disciplina deportiva: colegio a la mañana, almuerzo rápido en casa, entrenamiento, merienda, gimnasio y, ya entrada la noche, tareas y descanso. Entre medio, encuentra tiempo para jugar a la Play y salir con amigos. En su camino nunca estuvo solo. Lo acompañan sus papás y su abuelo, figuras claves en su crecimiento futbolístico. “Ellos están siempre, juegue bien o mal. Mi abuelo siempre tiene un consejo, una palabra antes de entrar a la cancha”, contó. Y también lo acompaña la música, su cábala personal: siempre la misma antes de cada partido, para entrar en clima.

En la cancha, ya tuvo su partido soñado: contra San Martín de Burzaco, donde convirtió dos goles. Perdieron 3-2, pero para él fue un punto de inflexión: “Me sentí protagonista, me felicitaron mis compañeros y el técnico. Eso me motivó mucho”. Sus ojos se iluminan al hablar de sus ídolos. Messi es “el mejor que vi jugar”. De Riquelme toma la pausa, de Maradona la pasión, y de Cherki la frescura de romper esquemas que es lo que le gusta hacer a los jóvenes. Él mismo parece buscar esa combinación: la creatividad del potrero con la disciplina del profesional.

“El fútbol significa mucho para mí, es lo mejor que hago”, dijo sin dudar. Su sueño es claro: debutar en Primera y, algún día, pisar la Bombonera con la camiseta de un equipo grande. sería lo máximo para él. Y si no fuera el fútbol, el boxeo sería su alternativa porque es un  deporte que admira por la disciplina y la fortaleza que transmite.

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