jueves, diciembre 11, 2025

Dakar: la carrera más dura del mundo, desde los hermanos Patronelli hasta Manuel Andújar y más argentinos

Por Nicolás Pucheta

El sol recién empieza a aparecer en Arabia Saudita. Los pilotos ya están despiertos hace horas, se ponen su equipamiento; sólo se oyen los motores calentar. Muy de fondo, entre miles de voces, se escucha el acento de los corredores argentinos. En el Dakar la motivación no es ganar, sino no abandonar. Aunque lo único que se sienta sea el calor del desierto saudí y la arena pegándose en la cara.

El Rally Dakar, organizado por Amaury Sport Organization (ASO), llegó a Argentina en 2009 y fue un antes y un después para Sudamérica; tanto es así que se creó el Campeonato Sudamericano de Rally en 2011, que tiene como premio para el ganador la clasificación al próximo Dakar. David Eli, en ese momento representante de la ASO, empresa organizadora del Dakar, fue nexo entre la compañía y la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, de Frente para la Victoria, para que se pudiera realizar, ya que en 2008 había sido suspendida en África por amenazas terroristas de Al-Qaeda en Mauritania.

 

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En el Rally Dakar no solo hay argentinos que corren sobre ruedas; también están los argentinos que corren para que la competencia salga bien en el día a día. Ahí aparece Daniel Roubicek, uno de los médicos argentinos en el Dakar. Cuando el desierto está completamente en silencio, los médicos se mueven de un lugar a otro para tener todo preparado en su hospital de campaña. “Mi tarea es asistir a los pilotos en lo que no es de carácter urgente”, explica Roubicek. Lleva un chaleco y una tranquilidad total, porque sabe que su tarea va a ser victoriosa. Aunque en los argentinos la primera palabra siempre sea “ganar”, en el Dakar no siempre gana el que más brilla.

Desde que el Dakar llegó a Argentina, el desierto ya dejó de estar lejos. Madres con sus hijos se acercan a las rutas, como por ejemplo la Ruta Nacional 205, que servía como escala para los pilotos; no importa si el que pasa es francés, saudí, si va en moto o en un camión. Se los aplaude, se los alienta igual. En un país muy apasionado, Roubicek dice con orgullo que es un honor representar a Argentina en una competencia tan importante y cruzarse con compatriotas en otras partes del mundo.

Los primeros argentinos en completar un Dakar fueron los hermanos Luis y Jorge Pérez Companc, en 2000, cuando llegaron en la posición 67° en la tabla general de autos. En esa misma edición también arribaron al final Sergio Gora y Pablo Gómez, en la ubicación 91°.

La primera gran alegría para Argentina llegó de la mano de Marcos Patronelli, al terminar segundo en la categoría de los cuatriciclos en 2009. Además, se convirtió en el primero en ganar una etapa para nuestro país. Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Marcos siguió haciendo historia, esta vez llegando a lo más alto del podio en los quads en 2010, aunque no lo hizo solo. En esta ocasión fue escoltado por su hermano, Alejandro Patronelli. Marcos volvió a ganar en 2013 y 2016; mientras que su hermano tuvo sus victorias en 2011 y 2012.

El mendocino Lucio Álvarez no se quedó atrás y escribió su nombre en la historia de los argentinos en el Dakar. También con los autos, terminó quinto en 2012, gracias a la exclusión del estadounidense Robby Gordon. Orlando “Orly” Terranova entró en la historia por ser el primer argentino en ganar una etapa con autos, en 2013. Ese año también terminó en quinto lugar, de la misma manera que lo hizo al año siguiente.

Otro hito histórico para Argentina en la competición fue en 2013, cuando Javier Pizzolito fue el primer argentino en terminar dentro del top 10 en la modalidad de motos. Octavo fue su puesto. En la edición 2014, la rionegrina Alicia Reina fue la primera argentina en correr el Rally Dakar. Cruzó la meta en el puesto 60°. Su mejor posición fue en 2017: 40°. Los camiones no pueden faltar. Fernando Villagra fue el primer argentino en destacarse en dicha categoría. En 2016 hizo su debut y terminó tercero. Había debutado en 2015 en la división de autos, pero sin suerte.

Hay quienes trabajan para que el caos se mantenga ordenado y la fiesta no se transforme en tragedia. Los que no corren, pero sí juegan. Ahí aparece Francisco Romero, coordinador de la seguridad del Rally Dakar. Su participación implica radios, protocolos y mucha tecnología. El cordobés trabaja en la competición desde 2009, momento en el que el Dakar llegó a Sudamérica y terminó realizándose en Chile y Argentina. A partir de 2010, es coordinador. Una de las cientos de personas responsables de que todo salga bien.

Desde la finalización del Dakar se empiezan a planificar y diseñar las etapas para el próximo año. “El Dakar es la carrera logística más grande y más desafiante del mundo”, explica el coordinador Romero. También cuenta que tienen un sistema “satelital online”, en el que saben por dónde van los pilotos, y que si hay una desaceleración brusca es porque sufrieron un accidente. “Para hacer un rescate tenemos entre 10 y 15 minutos”, concluye Romero. En el Dakar cualquier demora puede costar más que una etapa: puede costar una vida. Cada etapa que termina sin heridos también es una victoria para él.

Año 2019. Coronados de gloria. Nicolás Cavigliasso volvió a darle un título a la historia argentina. Arrollador. Ganador de nueve de las diez etapas en cuatriciclos. La edición 43 se disputaba por segunda vez en su historia en Arabia Saudita y Kevin Benavides y Manuel Andújar dieron la nota. Tras ganar la etapa cinco y nueve, Benavides logró quedarse con el Dakar 2021 en la categoría de motos. Andújar luchó mano a mano con su compatriota Cavigliasso. Desde la etapa 7, Andújar se convirtió en líder de la tabla general y se encaminó a su primera gloria, también con quads.

En 2020, Andújar pensó en dejar todo, ya que hacía tres años que no ganaba ninguna etapa ni se subía al podio. En ese momento dijo: “Esto no es para mí”. Nunca desistió y en 2021 salió campeón por primera vez en la categoría de los cuatriciclos. Benavides volvió a ganar el Dakar en motos en 2023 y además se convirtió en el primer piloto en hacerlo con dos marcas diferentes (Honda y KTM). En 2024, Andújar ganó por segunda vez la competencia. Y, sin que nadie supiera, con una noticia que sacudió al mundo del Dakar: ese año fue el último de la categoría quads. Como si el destino le hubiera guardado ese lugar. Como si supiera que ese título no era solo una victoria, sino una despedida. Andújar cruzó la línea final con la sensación de ser el último en levantar la bandera argentina en lo más alto del podio con un cuatriciclo.

La edición 2024 marcó el adiós de una categoría que tuvo a los argentinos como sus máximos protagonistas. Pero el nombre de los hermanos Patronelli, como el de Andújar, seguirá ahí. Escrito entre arena y gloria. Andújar se mostró triste al momento de recordar la noticia: “No nos dieron una explicación; no es la manera de despedir así a la categoría, pero lo dejo a criterio de la organización”. Fue un envión para pasar a los Side by Side (SSV), autos chicos y con jaula antivuelco. “Con los años se empieza a sentir el desgaste corporal con los cuatris”, concluye Andújar.

Por otro lado, el oriundo de Lobos explica cómo fue su primera experiencia en cuatriciclos: “A los 17 corrí mi primera carrera y terminé quinto; la segunda volqué y me desmayé”. Entre risas, agrega que su mamá lo obligó a terminar. Sobre los SSV, dijo que está acostumbrándose a las nuevas velocidades.

El Dakar es un monstruo de arena y piedras que no se deja domar fácil. Andújar lo sabe bien. En 2022 admitió que fue “con el pecho agrandado”, creyéndose el mejor. Y la competición le pegó un “cachetazo”. Volcó, no pudo terminar el Rally y se volvió en helicóptero. Porque en el Dakar no importa quién sos, sino cuánto aguantás. Y él aguantó. Día tras día.

Andújar es uno de los pocos deportistas que puede decir que tiene el premio de la Fundación Fangio y dos Premios Olimpia, obtenidos en 2021 y 2024. Con mucho honor, dice: “Tienen la misma importancia que ganar un Dakar. A muy pocos pilotos se los dan y yo soy un afortunado”. Andújar no solo tiene premios físicos. Tiene trofeos que quedarán en el corazón. Esos de los que nunca se olvida. En 2021, tras salir campeón por primera vez en su carrera como deportista profesional, lo recibió una multitud en su ciudad, Lobos. “Fue un shock, no pensé que había logrado tanto”, recuerda, casi con lágrimas en los ojos. Y en 2024, tras un retraso en su vuelo, llegó tarde a su localidad natal. Pero ahí estaban todos: bomberos, niños, adolescentes, abuelos. “El último recibimiento lo disfruté el doble. Fue una fiesta total”, concluye Andújar. También admite que en sus primeros pasos en el Rally Dakar “no sabía si estaba manejando por el camino correcto”, ya que en la competición son más de 200 los inscritos y no veía a nadie. “Ahora uno ya sabe bien por dónde va, si está primero o no”.

Hay otro argentino, Carlos Verza, que también muestra lo que es la esencia del Dakar. No levantó copas, pero levantó su cuatriciclo más veces de las que cualquiera podría contar. Es “El Yaguareté del Dakar”, como lo apodan y como se apoda. En 2015, cuando el felino se encontraba en peligro de extinción, Verza decidió lanzar una campaña de concientización con su equipamiento como si fuera la piel de un yaguareté.

Verza tiene un récord que muy difícilmente podrá superarse: completar el Dakar ocho veces como piloto/mecánico, compitiendo totalmente solo, contra equipos de grandes estructuras. Su objetivo era ir paso a paso, que la competencia lo sorprendiera. “Entraba en un estado mental en el que solo me importaba vencer a la carrera más dura del mundo”, sentencia el oriundo de Chaco.

Además, Verza admite haber visto cómo algunos pilotos recibían asistencias ilegales y, en un tono molesto, dijo: “Más de un piloto no hubiese llegado a nada”. Cuenta que solo dormía dos o tres horas, que lo dejaban cambiar sus juegos de gomas una sola vez y que otros pilotos lo cambiaban una vez por día. “Era casi imposible correr así, pero siempre tratamos de dar pelea”, concluyó Verza.

Porque el Dakar no se mide solo en posiciones. Se mide en las veces que los pilotos se levantan. El Dakar ya no pasa por las rutas argentinas. Pero mientras haya un argentino dispuesto a enfrentarse al calor, al cansancio y a la incertidumbre, el Rally Dakar seguirá siendo un poco nuestro y seguirá corriendo sangre argentina en sus venas.

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