miércoles, diciembre 10, 2025

Julián Princic, ex jugador de rugby y periodista, sobre los bautismos: “En el plantel superior eran mucho más violentos, incluso vulneraban la intimidad de los chicos”

Por Juan Bautista Zuccotti Guido

Julián Princic, productor de TyC Sports y del canal de streaming Luzu, denunció mediante un hilo de Twitter los bautismos que se llevan a cabo en el rugby, el 8 de enero de 2020. Diez días después de su publicación, asesinaron a Fernando Báez Sosa y la problemática tuvo una gran repercusión.

Princic se metió en el mundo de los tackles a los 10 años. Y lo dejó a los 20, pero ya con una mirada crítica y desnaturalizada de los actos que se cometían.

-¿Cuál fue el disparador que te condujo a publicar ese hilo?

-Recuerdo que el detonante fue un video que se había viralizado de un pibe que jugaba al rugby pegándole a otro en una fiesta. Me levanté re enojado con eso, entonces agarré la computadora y empecé a escribir. Fue como un poco de catarsis, escupí todo ahí, pero después lo releí y siento que las pude haber puesto de una manera diferente. En mi club, en Paraná, hubo reacciones negativas sobre mis publicaciones. Gente que pensó que yo lo estaba dejando mal parado, aunque nunca lo nombré. Quizás hoy lo diría de otra manera, pero no me arrepiento: sirvió para que nos sentáramos a charlar con mis amigos sobre lo que habíamos normalizado.

-Justo diez días después de que lo publicaste, asesinaron a Fernándo Báez Sosa ¿creés que eso fue uno de los motivos por los que también tuvo repercusión?

-Fue sorpresivo para mí la repercusión que tuvo. Y el día que pasó lo de Fernando me empezaron a llamar de muchos medios porque pensaban que mi tuit había sido por él. Lo que podía señalar, era que ese tipo de violencia se parecía mucho a lo que había visto en grupos de varones deportistas durante mi adolescencia, pero nunca creí que esos chicos fueran demonios aislados, sino pibes comunes, parte de la sociedad, lo cual lo hace todavía más alarmante porque puede repetirse en cualquier deporte o grupo. El rugby, por su camaradería y la fuerza física que implica, puede potenciar esa violencia, pero el patrón es general: rituales, bautismos, disciplina a través del castigo, prácticas casi militares.

-Te referís a los bautismos como “prácticas casi militares” ¿tuviste que atravesar o presenciar bautismos?

-Sí, a los 15 años es el primer bautismo. Al principio era sólo cortarnos el pelo con una maquinita. Para mí no fue traumático, pero sí recuerdo que a otros chicos les afectaba mucho esta situación. En ese momento no lo dimensionas, pero despues entendés que nadie debería obligarte a cortarte el pelo. En el plantel superior era mucho más violento, tanto por la incertidumbre de no saber cuando te va a tocar,como las situaciones abusivas que se producían, incluso vulnerando la intimidad de otros chicos. Yo presencié y sé que siguieron pasando y con el tiempo se hicieron más simbólicas. De todas maneras, no debería haber ningún tipo de bautismo. Esto de usar la lógica de ‘me lo hicieron a mi, entonces se los hago a los demás’ está mal y es algo absurdo.

-¿Cómo y cuándo sucedían estos bautismos?

-No nos bautizaban a todos en el mismo momento, capaz que en un viaje hacia un partido de visitante en Rosario y agarraban a dos o a tres. Lo peor de todo era la espera de no saber cuándo te iba a tocar, porque ni siquiera te dejaban ver qué era lo que le hacían a tus compañeros, después te enterabas cuando te contaban. Nos sentaban a todos adelante en el colectivo y a los que tenían que bautizar los llevaban atrás. Y ahí escuchaba risas, golpes, de todo… y cuanta más resistencia ponías, peor era. Hay una revancha, una venganza y también me parece que responde algo de esta masculinidad media tóxica de decir ‘hacete hombre’ o ‘bancatela’. Después, contarlo implicaba hacerlo como algo que ya había pasado y que no había sido tan grave. Pero sí fue grave. De hecho, yo me he encontrado con muchos amigos, años después de eso, y algunos me dijeron ‘Yo en ese momento no quería jugar más o quería abandonar el club’. Otros lo hicieron, otros se empezaron a lesionar cada vez más seguido, iban menos al club y en realidad era porque algo de todo eso les había afectado.

-Luego de la publicación, ¿te llegaron comentarios o testimonios de jugadores que habían pasado por situaciones similares?

-Sí, me llegaron un montón. Muchos me contaron experiencias de lo que pasaba en sus clubes, también otros agradeciendo por haberlo contado, porque nadie se animaba a hablar. Y me llegaron un montón de mensajes de ex jugadores o de jugadores que me contaron cosas muy fuertes que ellos han presenciado o que les ha tocado vivir… sí, me llegaron muchos mensajes, tal vez demasiados. Pero también me llegaron otros diciendo que era un exagerado, que era un “cagón” o que me había “cagado” en el deporte, en el rugby, en mi club y cosas así. Gente de mi club me mandó mensajes diciendo que lo que había hecho no estaba bien.

-En el país no existe ninguna política respecto a estos temas, ¿creés que alcanza con que cada club tenga sus propias normativas?

-Lo que puede hacer cada club de manera independiente está bien, pero tiene que haber una entidad que regule estas problemáticas, y no creo ni que sea la UAR -Unión Argentina de Rugby- o la AFA -Asociación del Fútbol Argentino- si hablamos de fútbol. Creo que tiene que venir del Ministerio de Educación directamente, o sea, tiene que haber una bajada de línea desde el Estado porque los espacios deportivos no dejan de ser espacios educativos, todos los que hemos practicado deporte podemos detectar un montón de cosas que hemos aprendido ahí, entonces deberían responder este también a ese mismo ámbito. Tiene que haber una responsabilidad del Estado en empezar a prevenir y a detectar cuáles son los focos de violencia dentro del deporte. Son muchos los que saben de los abusos, hay mucho para investigar y hay mucho poder político. Todos los que tienen que saber ya lo saben y por algo no actúan.

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