Por Carolina Jazmin Geloso
Un chico alrededor de los veinte años, vestido de negro, patina para intentar llegar a una las paredes de la pista de Fantasy Skate en José Pedro Varela 4650, Villa Devoto. Tiene puesto patines azules, de los que le dan a la gente que hace la actividad de manera recreativa, con tres correas negras que asemejan a los precintos de seguridad para ajustar bien el pie. Su cuerpo inclinado hacia adelante de manera un poco exagerada mientras intenta mantener el equilibrio parece una L invertida. Mira al piso concentrado para no caerse y frena a unos cuantos centímetros de la pared en donde lo esperan dos de sus amigos.
—Ay, cómo cuesta —les dice mientras se ríe y sigue patinando. El hielo se raspa cada vez que la cuchilla lo roza, con un ruido similar al velcro cuando se desabrocha.
Atrás de los tres amigos, una chica con un saco rojo hasta la cintura y patines artísticos, parecidos a una bota blanca con cordones, escucha música y practica pasos concentrada. En Fantasy Skate, la pista de hielo techada más grande de Sudamérica desde su apertura el 28 de septiembre de 2024, contrastan quienes disfrutan de un rato con familiares, amigos o parejas y quienes patinan como deporte.
La pista, un óvalo de 20×40 metros, tiene marcada la cancha de hockey sobre hielo en líneas rojas y azules que resaltan en el piso y está rodeada por una pared de contención blanca y amarilla de la que las personas se pueden sostener.
El local se impone desde la calle, con un cartel luminoso y un frente que transmite invierno y frío: es todo azul y blanco, los colores que predominan en el lugar.

Es viernes 22 de agosto de 2025 a las 10 de la noche y ya empezó hace una hora la promoción de 2×1 en pases de dos horas que ofrece el lugar durante todo el mes. La gente escucha canciones como “Dancing Queen”, “Loco (tu forma de ser)”, “I Want it That Way” y “Titanium” apenas empuja la puerta de entrada. En el espacio de comidas está la hamburguesería Poch y del lado izquierdo Valentino Café. Ninguno tiene mucha gente todavía, la mayoría está patinando.
Ya en el sector de pista está la caja donde se paga el pase: una hora 17 mil pesos o dos 23 mil pesos sólo con medios electrónicos. En grupos de al menos dos personas, la gente recibe una tarjeta blanca y la apoya en el lector de un molinete para pasar al patinero a pedir los patines. La fila se forma a medida que el reloj se acerca a las 12, pese a que el lugar cierra a la 1.
Algunos miran desde las gradas. Aunque tienen unas butacas de color azul para sentarse la mayoría está apoyado sobre la varanda de vidrio que en los días de competencia y partidos, contiene al público. La pista también puede verse desde el primer piso. “Por amor al deporte” se destaca en un cartel luminoso arriba de la televisión que pasa hockey sobre hielo y resume la esencia del lugar.



