Por Valentina Gómez Focht
Diciembre de 1992, La Boca. Dos colores: azul y oro. En el estadio se escuchan gritos y cánticos de aquellos hinchas que visten esos tintes con orgullo. Presumen a ese equipo que se desvive por la redonda. Las revistas y diarios cubren sus tapas con imágenes de ese plantel que vuelve a alzar una copa luego de once años de frustraciones.
Pero detrás de toda esta emoción que hay en el ambiente por ellos, están aquellas mujeres que nadie ve. Ellas visten la camiseta con los mismos colores, pero ninguno recuerda, fotografía o habla con orgullo. Es más, las juzgan, le cuestionan su sexualidad y las valoran por su belleza. Sin embargo, siguen poniéndose los botines y salen a la canchita a hacer lo que más aman: jugar al fútbol.

Karina Di Felice es una de estas campeonas olvidadas, una mujer que soñaba con practicar el deporte que ama, pero que se encontró siendo invitada a La Bombonera por ser Miss Boca Juniors. Nadie la reconocía como la goleadora del campeonato 91, ni como aquella mujer que convirtió cuatro goles en el primer partido que disputó con aquel plantel femenino, sino que la recuerdan por su belleza exuberante y su gran carisma.
Ella creció con una pelota en los pies. Desde chica se tuvo que enfrentar a la idea de que era masculina y homosexual por tener habilidad para el fútbol. Más tarde, en un día que parecía normal, mientras tomaba mate con su hermana en Parque Chacabuco, su suerte cambió. Caty Saldico, la presidenta de fútbol femenino de Boca Juniors, quien se convertiría en su heroína, le hizo una invitación:
-¿Qué te dijo?
-Me dijo: “Te vengo a invitar a que vengas al Club Boca Juniors a participar del concurso de belleza del club”.
-Y ¿aceptaste?
-Le dije que no, que yo quería jugar al fútbol, pero le dio su número a mi hermana y le dijo que me convenza.
Por situaciones de la vida, e insistencia de su familia, Karina finalmente se presenta al concurso, donde compitió con el número 7 y salió ganadora. Saldico, orgullosa de haberla encontrado le contó a los medios que no solo le gustó por su belleza, sino que también porque jugaba muy bien al fútbol.

Tras ese comentario, la prensa, deseosa de verla jugar, le comenzó a insistir para que lo hiciera. Di Felice, decidida a lograrlo les dijo que lo haría cuando comience el campeonato oficial, y así fue…
-Llego a la cancha y la técnica, Mary (Lesich), me preguntó de qué jugaba. Le dije que de lo que quiera y me puso de 7.
En ese partido, donde se enfrentó contra Sacachispas, Karina convirtió 4 goles, uno en offside, y el equipo terminó ganando 11-0…
-Luego de eso pedí el cambio porque la camisa que estaba usando le pertenecía a una chica.
Demostró talento y bondad, porque ella es fiel creyente de que en la cancha uno demuestra su personalidad y valores. Esto fue esencial en un grupo y en un deporte que se encuentra bajo la sombra de un género.
-¿Cómo se llevaba el grupo con el plantel masculino?
-Con el plantel masculino, yo especialmente, me llevaba super bien. Los conocía a todos los de esa época, ellos nos conocían a nosotras también, era lindo.
-¿No había recelo porqué a ellos le reconocen sus logros y a ustedes no? ¿O era algo que esperaban?
-Nosotras sabíamos donde estábamos paradas.
-¿No les molestaba que ustedes tenían que trabajar, estudiar y entrenar mientras que los hombres no?
-Nosotras hacíamos el doble de trabajo, no era un reconocimiento profesional pago, pero la satisfacción de jugar y tener la posibilidad de hacerlo era bárbaro.
Al final del día vivían en una injusticia y se conformaban. No era justo la forma en la que ellas debían demostrar el doble, como evidenciaban que sabían y podían jugar al fútbol y sin embargo, a Karina, la invitaban a La Bombonera como reina de Boca. Sin embargo aquel plantel prefería no ser el centro de atención:
-¿A tus compañeras no les molestaba que vayas a los programas, o preferían que sea así?
-Ellas no querían salir en los programas, ellas querían tener un perfil bajo, querían jugar al fútbol de verdad.
¿Por qué esto era así? La respuesta es sencilla, la sociedad las obligaba a tener que esconderse de quienes realmente eran…
-Era una época bastante triste de tener que cumplir con mandatos y esconder lo que uno era realmente.
Incluso invisibilizando sus logros y engañándolas frente a la cámara.
-Fuiste al programa “A la cama con Moria”, que era icónico en esa época ¿Cómo te sentiste?
-Venia bien hasta que Dante Zavatarelli pregunta con respecto a la sexualidad de las chicas y me sentí incomoda porque en ese momento la homosexualidad estaba muy mal vista.
-Te sentiste atacada cuando incluso la idea era visibilizar el torneo, ya que para eso estaban allí.
-No me dijeron esa pregunta, no me advirtieron de eso.
Los medios, lejos de convertirse en una herramienta para potenciar su historia y marcar la diferencia, terminaron siendo un peso que las hundía aún más. En lugar de usar su poder para informar, visibilizar y mejorar las cosas, muchos optaron por convertirlas en entretenimiento: un espacio para la burla, el juicio fácil y el sensacionalismo. Así, cuando podían contribuir al avance, eligieron reforzar estereotipos y desacreditar, en vez de valorar su esfuerzo y acompañar el cambio.
-¿No creían que esa visibilidad en la televisión les iba a dar un reconocimiento económico?
-No, no.
-¿Las hundía más de lo que las ayudaba?
-Exacto.
Esta era, y sigue siendo, la realidad del fútbol, pero se puede cambiar. ¿Cómo se preguntaran? Recordándoles por lo que fueron, campeonas y pioneras del fútbol. Hoy Las Gladiadoras cuentan con 28 títulos a nivel nacional, pero ese equipo conformado por: Norma Altamirano, Ana María Arguello, Marcela Da Cunha, Karina Di Felice, Laura Godoy, Carla Gómez, Patricia Luna, Graciela Meza, Roxana Morrone, Ana María Muñoz, Fabiana Ochotorena, Graciela Pérez, Carina Richezza, Sandra Rosales, Marcela Russo, Marta Suárez, Susana Vela, y María Elizabeth Villanueva, fueron quienes escribieron la primera página de una historia que aún requiere reconocimiento.
La pregunta es ¿por qué decidieron someterse a esto? ¿qué las movía a jugar un deporte que las esquematizaba?
-¿Por qué elegiste jugar al fútbol en una época así?
-Mira, para mi todos los deportes son lindos. En la cancha uno muestra lo que es. Si vos sos una persona egoísta lo vas a demostrar en la cancha, si sos avasallante, también. La personalidad se ve en la cancha. Y el fútbol, para mi, es uno de los más completos.
Porque así es el deporte, allí se demuestra quién es quién, y ellas lo hicieron. Demostraron valentía, resiliencia y la convicción de que, sin importar las dificultades, iban a estar ahí. Y estuvieron. Fueron las que marcaron el inicio de un camino que todavía hoy se sigue construyendo. Para Karina Di Felice, es solo cuestión de tiempo:

-¿Crees que hubo una evolución en el reconocimiento?
-Le falta un poquito, pero yo creo que dentro de cuatro o cinco años el fútbol femenino va a ser uno de los deportes más visibles.
Ellas no pierden la fe en que el fútbol femenino sea reconocido como merece. Siguen esperando que se note lo evidente: que están ahí. Que se entregan al deporte con la misma intensidad que los hombres. Porque así lo hacen, día a día.
Y en ese camino, también es importante reconocer a las pioneras. Aquellas que comenzaron todo cuando casi nadie miraba, las que abrieron la puerta y sostuvieron la disciplina incluso sin apoyo. Gracias a ellas, el presente existe y el futuro sigue creciendo.
-Si te dijeran para hacer una estatua o placa: ¿Qué diría y dónde la pondrías?
-La pondría en la Candela, y homenajearía a Caty Saldico.
A Karina Di Felice, y a su equipo, no se las recuerda únicamente como mujeres bellas, sino como aquellas valientes que, en un contexto difícil, decidieron hacer lo que aman y hacer la diferencia. Un reconocimiento para las campeonas olvidadas del Apertura 92´.



