Por Guadalupe Martín
Actualmente es el cantante de la banda de rock nacional argentina “Francia 98”, pero a sus 17 años fue promesa de River donde compartió equipo con Marcelo Gallardo y el “burrito” Ariel Ortega, formó parte del seleccionado argentino Sub-17 y jugó en seis equipos de Italia.
Iñaki decidió dejar el fútbol a sus 27 años por motivos personales y apostó por la música, otra de sus pasiones. Fue en 2017 cuando decide dar el primer paso junto a su hermano Danilo Antonio y comenzar a formar la banda Francia 98.

-¿Qué recuerdo tenés de tu etapa en River?
-Era muy chico, no tomaba dimensión de donde estaba y lo que significaba el lugar. Mi llegada a River fue muy natural, yo lo tomaba como un juego. Llegué, estuve en la pensión un tiempo y en la cancha somos todos iguales, no había clases sociales ni maneras de pensar, eso tiene de lindo la cancha. Hay un lenguaje que automáticamente podes interpretar fácilmente, a través de un juego.
-¿Deseaste ser futbolista?
-Si, tengo el recuerdo de cuando tenía 12 o 13 años, que a la noche tenía ese momento conmigo mismo y yo iba a un colegio medio religioso, tenía el hábito de hablarle a alguien y creo que me hablaba a mi o a dios, no sé a quién y cerraba los ojos y decía: “por favor quiero estar jugando al fútbol y conocer el mundo”.
-Pasaste de jugar en tu país a jugar en Italia ¿Cómo fue ese momento para vos?
– Ahí ya era un poco más grande y tenía un poco más de razón para ciertas cosas. Era un desafío distinto para mi desde lo profesional sobre todo. Cuando llegué hubo un momento de quiebre para mí porque era un país nuevo, que tiene muchas similitudes con Argentina, por el habla y por el ser de la gente. Igualmente no te regalan nada. Nos miran raro, nos miran como sudamericanos. Justo en Italia jugó Maradona que le fué muy bien, dejó un legado y gracias a él existe también cierto respeto, pero tuve compañeros de otros países que no recibían un buen trato. Son varias en contra, porque se extraña, son muchas cosas y si encima te tratan mal, nunca te terminas de adaptar.
-Cuando entras al sub-17 ¿con que te encontras?
-Me encuentro con chicos mucho más armados que yo físicamente, venían de mucha competencia, tenían mucho vestuario y hasta hablaban de manera distinta. Yo era muy de pueblo y no entendía todos esos códigos y esas maneras. Fué un choque pero con el tiempo me adapté y pegué mucha onda. El momento más lindo que recuerdo fué cuando jugamos el sudamericano por primera vez. Yo siempre me había puesto camisetas de entrenamiento con la selección y ese día llegamos al vestuario y vi mi camiseta con mi apellido y ahí caí.

-¿Ahí empezaste a tener un vínculo con la música?
-No, el vínculo con la música estuvo siempre, era una especie de amor no reconocido. Como jugaba bien al fútbol todos me reconocían como futbolista porque yo me reconocía así. Sabía que me gustaba la música y que podía hacer una canción, me gustaba tocar la guitarra, la armónica, la batería y cantaba en los actos del colegio. Pero me decidí por el fútbol y con el tiempo se ve que la semilla que había plantado de chico resurgió y arranqué con la música.
-¿En qué momento decidiste retirarte del fútbol y apostar por la música?
-Estaba teniendo muchos quilombos y sentía que estaba truncada mi vida. Así y todo, en un lindo lugar (Italia), jugando a la pelota, que era un sueño para mi, no me estaba sintiendo bien. Siempre fuí muy lanzado, entonces me animé a meterme en otro mundo. Yo ya me había sacado el gustito así que pensé que era el momento justo para arrancar con la música.
-¿Cómo nace Francia 98?
-Nace luego de una sumatoria de errores y fracasos musicales. Yo llevo con esto hace 10 años y tuve varias bandas. Primero estuve en un opera rock que salimos a tocar por todos los bares y “teatritos” de Buenos Aires, grabamos un discazo pero nunca pudimos llevar la música más allá de lo que fué y tocó un techo. Después de eso armamos otro proyecto que salimos a distintos bares y luego de tanto pegarle al arco y tirarla afuera, con mi hermano decidimos armar algo argentino, que nos representa totalmente. Creamos una banda de rock nacional porque sentimos que es algo que últimamente no abunda demasiado.

-¿Cómo eligieron ponerle a la banda “Francia 98”?
– Sonaba bien, eso fue lo primero. Estábamos buscando un nombre medio futbolero porque somos los dos recontra futboleros y nos acordamos de ese mundial.
-¿Existe cierto vínculo entre la banda y el fútbol?
-Si, con el tiempo si. Cuando dejé el fútbol estaba medio enemistado con el pasado. Luego logré integrarlo de manera natural y cuando empezamos a tocar la guitarra es inevitable que en las letras que armamos, o en los videos, que no aparezca una pelota. Tiene que ver con volverse a amigar con uno mismo.
-¿Sentís algo parecido subiendo al escenario como cuando entrabas a la cancha?
-Si, hay mucho de eso. Cambia el contexto, a veces la cantidad de gente pero la emoción es la misma. Es una especie de adrenalina que queres que pase y que se disfruta pero que hay una ansiedad por sobrellevar.



