martes, noviembre 25, 2025

La fotografía en el fútbol argentino: del Ascenso a la Primera División

Por Francisco Dell Inmagine

La foto del debut siempre se guarda. No importa si es en una cancha de barrio, en el Ascenso o en Primera División. Para muchos jugadores, esa imagen es más que un recuerdo: es el comienzo de su camino en el fútbol profesional.

Rodrigo Insúa lo sabe. El día que jugó por primera vez con la camiseta de Barracas Central, el 16 de abril de 2023, fue titular con la número seis en un 0-0 en la cancha de Vélez por Liga Profesional de Fútbol Argentino.

Un fotógrafo retrató ese momento especial. En la foto se lo ve nervioso, con la mirada fija y la camiseta llena de transpiración. Hoy la guarda como un tesoro: representa el inicio de su carrera y la prueba de que había cumplido el sueño de su infancia.

Insúa también conserva una foto junto a su padre, Rubén Darío Insúa, cuando se enfrentaron en un partido oficial, el 28 de mayo de 2023, que fue victoria para Barracas por 1 a 0. Esa imagen lo acompaña más allá de lo deportivo: condensa una historia familiar. “No es solo un recuerdo de la cancha, es un pedazo de mi vida”, el lateral izquierdo de Barracas Central, cuenta sobre el partido contra San Lorenzo.

La fotografía en el fútbol argentino no es solo un registro visual. Es memoria, identidad y sentimiento. Es la forma en que jugadores e hinchas reviven momentos únicos.

Emiliano Viveros, mediocampista de Argentinos Juniors, también guarda con cariño la foto de su debut en Primera. Fue el 6 de noviembre de 2021 contra Independiente, en el Libertadores de América. Tenía 19 años y jugó veinticuatro minutos, pero alguien captó el instante justo cuando entraba a la cancha con sus ojos fijos en la pelota. Esa imagen se transformó en un hito inolvidable para él y su familia.

“Todas mis fotos son importantes, pero la del debut es especial. Ese día todo era nuevo: la cancha, los rivales, la presión. Cada vez que miro la imagen siento lo mismo que ese día”, cuenta Viveros. Muchas terminan en los celulares de su familia o en sus redes. No son solo fotos: son recuerdos que lo hacen revivir momentos importantes.

Además de las fotos oficiales del club, suele comprar otras a Matías Vázquez, un fotógrafo que lo sigue en sus partidos, porque trabaja de manera independiente visitando diferentes canchas del fútbol argentino. La conversación con Vázquez transcurre en su casa de Villa Luro, en una calle tan tranquila que por momentos parece que la ciudad queda lejos. A la vuelta pasa una avenida, pero el ruido no llega; cada tarde, en cambio, se escucha el sonido de los alumnos del colegio de la esquina cuando el barrio se llena por un minuto de voces y mochilas.

Nehuén Paz, zaguero de Huracán, también entiende lo que significan las imágenes en el fútbol. A lo largo de su carrera reunió fotos de todos los equipos en los que jugó; All Boys, Newells Old Boys, Bologna, Lanús, Lecce, Kayserispor, Crotone, Universidad Católica, Estudiantes de la Plata, Independiente Rivadavia, Tigre y Huracán. Una de sus fotos más icónicas es la que lo muestra peleando una pelota con Cristiano Ronaldo,  el 26 de septiembre de 2018, en la jornada 6 de la Serie A. Paz jugó los 90 minutos frente a uno de los mejores del mundo. “Me gusta tener fotos de los partidos y siempre las guardo. Algunas las uso en mis redes, y otras las guarda mi mamá en una carpeta con fotos de toda mi carrera”, dice Paz. Luego de su debut el 22 de septiembre de 2013, en All Boys, ante River Plate, compraba las fotos impresas. Hoy, aunque todo es digital, sigue valorando cada imagen como un recuerdo único.

El trabajo de los fotógrafos empieza mucho antes de que la pelota comience a rodar. Llegan con mochilas llenas de cuerpos de cámaras, lentes y baterías de repuesto. Caminan por los pasillos internos del estadio mientras escuchan el eco de los parlantes probando sonido, el murmullo de la gente entrando, el silbido de un vendedor de gaseosas. En la zona de prensa revisan tarjetas, limpian lentes y estudian la luz de la tarde o de los focos preparados para la noche.

Cuando salen a la cancha, sienten el olor a pasto recién cortado y los primeros gritos de la popular; se escuchan los bombos y los cánticos de la hinchada. También calientan: disparan las primeras fotos; en este caso no hay improvisación, hay rutina.

Detrás de esas fotos están ellos, los que cuentan la historia sin hablar. Gonzalo Díaz, fotógrafo de Platense, lo resume: “El momento más especial es el festejo de un gol. Dura segundos y hay que estar listo para atraparlo. La foto tiene que mostrar cómo se vive de verdad ese partido”. Para Díaz, lo esencial es que quien mire la imagen, sienta ese instante como si estuviera ahí. Vázquez coincide con Díaz, pero agrega: “No alcanza con una jugada. El fotógrafo aspira a ir más allá de retratar un partido”. Busca imágenes de abrazos, bronca, alegría, tribunas saltando. Esa mirada lo lleva a hacer fotos distintas a las que publican los clubes, mostrando la emoción verdadera del fútbol.

Martín Kessler, fotógrafo del Club Atlético San Miguel, dice que el trabajo cambia según la categoría. En el Ascenso hay más cercanía y menos reglas: “Podés estar al lado de la línea de cal, hablar con los futbolistas, moverte con libertad para buscar la mejor foto”.

En los partidos de Primera División detrás de los arcos hay zonas marcadas donde solo pueden estar los fotógrafos. Cada uno tiene su lugar asignado y no se puede mover libremente por toda la cancha, salvo cuando hay un gol, para la foto del festejo. Esa distancia hace que sea más difícil tener contacto con los jugadores o captar momentos espontáneos. También influye mucho en las chances de sacar la foto que se persigue, porque a veces la jugada pasa en el campo contrario y solo queda observar.

El fotógrafo trabaja en silencio, pero vive dentro del partido. Escucha puteadas, indicaciones, ruido del travesaño, el estallido de la tribuna, decisiones del técnico, pedidos de pelota de los jugadores. Moverse rápido sin molestar. Elegir bien el ángulo. Decidir en décimas de segundo. Ello no es solo sacar fotos: es contar un partido completo desde el visor.

Cuando termina el partido, algunos fotógrafos se quedan editando allí mismo, recortando, ajustando luz y color para que el club suba el contenido en minutos. Otros emprenden la vuelta a casa, con la cámara aún caliente. En 90 minutos pueden haber tomado más de mil fotos: abrazos, discusiones, atajadas, miradas y detalles que nadie ve desde la tribuna. “El trabajo no termina con el pitazo final”, suelen decir. Son ellos quienes congelan abrazos y lágrimas en imágenes que perduran.

Cada estadio tiene su mística: no es lo mismo capturar un festejo en el pasto húmedo del Ascenso que en un gran estadio. El Cilindro, el Monumental o el Kempes no solo son escenarios, también son parte del contexto. Una foto en ellos suma un simbolismo que el hincha reconoce.

Gracias a su trabajo, hoy existen fotos que forman parte de la historia del fútbol argentino. La más antigua conocida es la del Lomas Athletic Club de 1893. También hay del primer Superclásico, en 1913, cuando River le ganó 2-1 a Boca en Avellaneda. No son simples imágenes viejas: son recuerdos que muestran la esencia del fútbol de entonces. Las cámaras eran grandes y lentas, pero esas fotos abrieron una puerta: la del fútbol visto a través de la lente. Podemos ver cómo fueron los inicios y el crecimiento del fútbol. Muestran cómo eran los jugadores, la ropa, los zapatos y los estadios, muy distintos a los actuales.

Reflejan un fútbol simple, sin tecnología ni luces, solo pasión. Mirarlas es viajar en el tiempo y sentir lo que vivían futbolistas e hinchas de épocas pasadas.

Lo mismo pasa hoy. Cuando Platense ganó la final del Torneo Apertura 2025 de la Liga Profesional de Fútbol de Argentina contra Huracán en Santiago del Estero el 1° de junio de 2025, Gonzalo Díaz, fotógrafo del Calamar estuvo ahí. La foto del festejo con la copa ya forma parte de la historia de Platense. Para hinchas y jugadores esa imagen vale tanto como el trofeo. Es un momento que revive cada vez que se la mira.

Insúa, Viveros, Paz y tantos otros futbolistas saben que sin esas fotos parte de sus carreras se perdería. Los fotógrafos también lo saben: detrás de cada disparo hay emoción y un gesto que pasa en segundos. En cada partido, entre miles de imágenes, siempre hay una que termina siendo la más valiosa, ya sea para un futbolista, para el club o para los medios de comunicación.

La fotografía en el fútbol argentino no se trata solo de capturar la jugada perfecta. También preserva momentos, como por ejemplo resulta el caso de la madre de Paz, Olga, con su carpeta de fotos de cada club en que jugó su hijo. Guarda emociones para el protagonista: la primera foto, un gol en un clásico o el último partido.

Algunas imágenes se vuelven eternas. El abrazo del alma en 1978 es una de ellas: Fillol y Tarantini arrodillados en el pasto después de la final y a su lado Víctor Dell’Aquila, el hincha que se suma al festejo con sus mangas vacías moviéndose en el aire. No tenía brazos, pero igual formó parte de ese abrazo que quedó para siempre en la historia.  Fue tomada por el fotógrafo Ricardo Alfieri. Otra foto se reconoce al instante: la Mano de Dios en México 86 tomada por Eduardo Longoni. Una más actual corresponde a Messi con la Copa del Mundo en 2022, tomada por el britanico Shaun Botterill de la Agencia Getty Images.

La tecnología transformó por completo el trabajo de los fotógrafos. Antes llevaban cámaras con rollos y cada disparo era una decisión: si la jugada era dudosa, muchos preferían no gastar una foto porque después no podían ver el resultado hasta el revelado. Más de una vez terminaba un partido sin saber si la imagen del gol había quedado nítida o perdida entre el movimiento.

Hoy el cambio se nota en la misma cancha: sacan la foto, miran la pantalla al instante, hacen un recorte rápido y  ahí mismo la envían por WhatsApp o por algún sistema del club. A veces la imagen ya está publicada mientras los jugadores siguen festejando. Ese salto de esperar horas a resolver todo en segundos, muestra cómo la tecnología desarrolló el oficio.

En esencia, la fotografía en el fútbol argentino es una pequeña pero muy importante parte de ese gran deporte que no es simplemente uno más; es reconocida y valorada, es utilizada por todas las otras partes, de formas muy variadas, es recuerdo, es emoción. Y tal como se refleja según las historias aquí expuestas, forma parte de la vida de todos los involucrados.

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