Por Catalina Raffioni
El 25 de noviembre de 2020, la noticia de la muerte de Diego Armando Maradona conmocionó a todo el país. Su legado trascendió el fútbol y dejó en evidencia el profundo cariño y la admiración que millones tenían por él.
Miércoles 25 de noviembre de 2020. Argentina despertaba con veinticinco grados de sensación térmica; era un día más de cuarentena por el coronavirus. Pero al mediodía, esa aparente normalidad cambiaría por completo. A las 13:04, un diario publicaba la noticia que nadie se animaba a decir y que nadie quería escuchar. En la página principal de Clarín aparecía una foto del rostro de Maradona en primer plano: llevaba un gorro, mostraba una gran sonrisa y saludaba con el brazo en alto. Debajo de ella, el título que paralizó a un país: “Murió Diego Armando Maradona”.
A lo largo de su vida, la salud del Diez había generado preocupación en varias ocasiones: la sobredosis en los 2000, la crisis cardiorrespiratoria de 2004 o cuando se descompensó durante el Mundial de Rusia 2018. Sin embargo, el 30 de octubre de 2020, su cumpleaños 60,justo cuando el fútbol volvía después del parate por la pandemia,Maradona apareció en el Bosque en la previa del partido de Gimnasia y Patronato. Su imagen generó angustia en todos: se lo vio con dificultades para caminar y visiblemente confundido, como si estuviera ausente. Tres días después, fue internado para realizarse unos estudios y se detectó que tenía un hematoma subdural crónico en la cabeza, por lo que fue operado de inmediato. Luego de nueve días, fue dado de alta.
Las siguientes dos semanas, no se movió de su casa, ubicada en Tigre. El 25 de noviembre, a las 11:30, la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz acudieron al lugar para realizar la visita periódica. Al ingresar al dormitorio, se percataron de que Pelusa no reaccionaba e inmediatamente quienes estaban allí comenzaron a practicarle masajes cardíacos, pero no fue suficiente. El corazón del Diez había dejado de latir. La causa de su muerte fue un paro cardiorrespiratorio.
Diego estaba vestido con un pantalón de fútbol y una camiseta sucia. En la habitación no había luz, ya que las ventanas estaban tapadas. Tampoco había un baño cercano: solo se encontraban botellas de agua y un inodoro portátil. La cama no se podía reclinar, y el cuarto estaba caluroso y con olor a orina. No eran las condiciones para albergar a una persona que había sido operada unas semanas atrás.
Luego de que Clarín confirmara la muerte, fue cuestión de minutos para que la noticia se difundiera. La tristeza y la conmoción fueron totales. Su cara estaba en todas partes. Rápidamente, el presidente Alberto Fernández decretó tres días de duelo nacional. En la madrugada, el cuerpo fue trasladado a la Casa Rosada para un velatorio al que más de un millón de personas asistieron para despedirlo, aún en plena pandemia. El cajón, donde reposaban los restos del Diez fue envuelto en una camiseta con su número 10,.
La Bombonera, el Obelisco, el Estadio de Argentina Juniors,Newell’s Old Boys y Gimnasia y Esgrima La Plata, fueron algunos de los lugares donde la gente se reunió para despedir a uno de los suyos.La cancha de Boca, el club que Maradona fue hincha, la noche en que se conoció la noticia apareció completamente a oscuras con el palco de Diego como único punto iluminado. Por otro lado, el Gobierno porteño dispuso iluminar monumentos y fachadas de edificios de la Ciudad con los colores de la bandera argentina.
El homenaje que se le brindó a nivel local fue tan grande como el que recibió a nivel internacional, desde Inglaterra hasta China. En Nápoles, segundo lugar donde más querían a Pelusa, el silencio se apoderó de la ciudad. Algunos grupos no pudieron contenerse y se reunieron, con los barbijos puestos, bajo el mural de Maradona en el barrio español. Se veía cómo sus lágrimas caían por debajo de las mascarillas. Los fanáticos interrumpían el silencio para cantar Ho visto Maradona, mientras encendían fuegos artificiales que iluminaban el lugar de color rojo. El estadio de San Paolo, que tiempo después pasaría a llamarse Diego Armando Maradona, se llenó de altares, velas y banderas para recordar a su héroe.
En el ámbito deportivo los homenajes también se multiplicaron:Lionel Messi le mostró en el Camp Nou la camiseta que había usado en Newell’s, la selección de básquet salió a la cancha con una camiseta que llevaban su nombre, los all blacks antes de un partido contra los pumas ofrendaron una camiseta negra con numero diez. El deporte se rindió a sus pies.
La muerte de Diego Armando Maradona marcó un antes y un después en el planeta. Su partida evidenció el amor y el poder de identificación que las personas sentían por él. Para muchos, no se iba solo un ídolo, sino alguien cercano, presente en la vida cotidiana. Las reacciones en todo el mundo demostraron que Maradona trascendió el fútbol y se convirtió en una figura de unión: desde las imágenes de hinchas de Boca y River abrazados hasta el mural que fue pintado sobre los escombros de una casa bombardeada en Siria. A pesar del paso del tiempo, él sigue presente en cada cancha y en todos los lugares que recorrió.



