Por Valentina Quinteros
Gabriel Frías no necesita mirar muy lejos para sentirse en casa, para él su lugar está en Temperley. El mediocampista nacido en Guernica, provincia de Buenos Aires, llegó al club en la adolescencia, cuando pasó por las inferiores jugando en Sexta división y, a su vez, entrenando con el plantel de Primera, lo que fue un salto rápido, que nunca olvidará. Desde entonces no se despegó más de la camiseta celeste: “Gracias a ellos no podría ser lo que soy hoy”, asegura con la humildad que lo caracteriza. Su familia es su apoyo fundamental en la vida, y Gabriel recuerda lo que le decía su madre de chico: “Siempre me lo dice: que sea humilde, que nunca cambie mi forma de ser o de pensar por el fútbol”
A nivel personal, le gusta motivar a la gente, ya sea los más jóvenes del club cuando están por ascender a Primera, o colaborar con personas en situación de calle. En cuanto a lo futbolístico, se siente satisfecho y cómodo en Temperley, ya que tiene muchas metas por cumplir.
Su historia con el “Gasolero” empezó en 2022 cuando debutó en Primera contra San Martín de Tucumán. A los 35 minutos del segundo tiempo el técnico decidió ponerlo en la cancha. Él recuerda cada detalle: “Fueron 15 minutos de nerviosismo, de querer hacer todo bien, pero la cabeza te juega en contra. Son esos momentos que uno no se olvida más”. Esa etapa de su vida fue lo más lindo que le pasó durante su trayectoria.
En 2023 tuvo que ir a préstamo a Fénix, un paso que le demandaba viajar más de dos horas por día para entrenar. Lejos de verlo como un obstáculo, decidió tomarlo como un aprendizaje y una oportunidad de crecimiento. Para él son esos momentos que uno tiene que disfrutar e ir aprendiendo de cada cosa que brinda la institución, una experiencia que lejos de alejarlo, reforzó su sentido de pertenencia. “Siempre uno no quiere irse de Temperley porque me ayudó mucho en lo primordial, fue mi primer club, el que me abrió las puertas y el que me formó como jugador”, reflexiona.

En 2024 regresó con más ganas: “Estoy muy contento de poder volver” y no tardó en sumar momentos que alimentaron su vínculo con la gente, ya que convirtió un gol en el clásico ante Brown de Adrogué y también fue parte de la histórica clasificación de la Copa Argentina frente a River, que para él y sus compañeros fue una gran satisfacción. “Hoy en día River es de los equipos más grandes del mundo, pero nosotros también dejamos una huella en el club ganándole”, afirma.
El vínculo con la hinchada también forma parte de su identidad como futbolista. Una bandera flameando con su nombre en la tribuna, los aplausos tras una expulsión dolorosa y el cariño permanente de la gente le confirmaron que nunca entra solo al campo, el público siempre lo va acompañar.
Gabriel Frías también valora el rol de sus compañeros en el vestuario. Considera que la unión del grupo es lo que le da fuerza al equipo y que cada logro conseguido se debe al esfuerzo del grupo. “Acá nadie se guarda nada, todos tiramos para el mismo lado”, dice con orgullo.
Hoy con 24 años, Frías se plantea el presente con un objetivo claro que es salir campeón con Temperley “La gente, el cuerpo técnico y el plantel están mentalizados en eso”, afirma el ”Pibe de Guernica” que ya no es sólo una promesa, es uno de los jugadores que sueña con dejar al “Gasolero” en lo más alto.



