martes, noviembre 18, 2025

Del anonimato al mainstream: Benito SDR, el primer streamer de fútbol de la Argentina

Por Pedro Lujambio y Nicolás Renedo

A las siete de la tarde de un lunes, Benito Este entra a Canal 9, en Palermo, para participar de una nueva emisión de 412, el programa de streaming deportivo del que forma parte desde abril. Llega acompañado por su peluquero, autorizado tras el chequeo en la entrada. Al abrir la puerta en la que se lee “Estudio 5”, se encuentran con los bailarines de María Becerra que ensayaban para su show en River. En pocos minutos, el espacio será de ellos. Este sector se asemeja mucho a un galpón: es un gran espacio de paredes y piso negros, una puerta que conduce a una sala de reuniones, que hoy será usada como peluquería, y una escalera que lleva al pequeño estudio en el que más tarde harán el programa. A los pocos minutos llega uno de los dueños de la Fiesta Bresh —la más popular del momento, a la que concurrieron figuras de la talla de Lionel Messi— para ser atendido por el mismo peluquero del streamer, aprovechando el rato que el barbero está en el canal. Seguramente, cuando por primera vez mostró su cara en un vivo de Instagram desde su casa, Benito no imaginó alcanzar esto.

Cuando comenzó su camino en las redes sociales hace 10 años, Benito manejaba una cuenta de Instagram bajo el nombre “Soy de River”, en la que publicaba opiniones, videos de goles e información del equipo, siempre desde el anonimato. Luego de un par de años consiguiendo seguidores de esta forma y jugando al misterio con su identidad, prometió hacer un “face reveal” si River le ganaba la final de la Copa Libertadores 2018 a Boca, y así fue. “Mostrar la cara me generaba dudas e incertidumbre, pero sabía que era lo que tenía que hacer porque me di cuenta de que la comunicación iba un poco para ese lado, para el de mostrar quién sos. Como yo era inseguro busqué esa excusa de la promesa de River campeón para poder hacerlo”, explica el streamer de 27 años.

Entre 2018 y 2019, Benito continuó en Instagram —cuenta con 285 mil seguidores—, con transmisiones en vivo esporádicas. En diciembre de 2020 creó su canal de Twitch, al que empezó a dedicarle la mayoría de su tiempo, jugándose un pleno. “Tenía que elegir entre seguir en la facultad o dedicarme 100% a esto”, explica el streamer, que había cursado la carrera de Comunicación durante dos años y medio y la carrera de Letras por otro breve período.

Así, BenitoSDR —su nombre de usuario en Twitch y Kick, donde transmite en la actualidad— comenzó a tener sus primeros ingresos en las redes. Si bien ya había hecho alguna pequeña publicidad en Instagram, en la plataforma violeta comenzó a tener un ingreso fijo por mes, pese a que variaba según las donaciones o suscripciones que recibía. Con el apoyo de su familia, decidió inclinarse por este proyecto y tuvo éxito, siendo un pionero en los streams de fútbol en Argentina, aunque no se haga cargo de este mote: “Siempre tuve esa suerte con las redes de ver cuál era ‘la que iba’, pero hubo mucha casualidad, no es que yo fui a Twitch porque vi que no había nadie hablando de fútbol”. El éxito está, literalmente, a la vista. Él pasó de ir ganando esos primeros pesos a estar ahora, en la previa de 412, en una mesa con todo tipo de comida —desde pizza o pollo hasta tiramisú— a la que se le sumarán 4 bolsas gigantes que envió una cadena de hamburguesas a modo de canje. A Benito nunca le faltó nada, pero esta gran cena junto a sus amigos y colegas antes del programa simboliza que realmente “llegó”. Que, con sus más de 80 mil seguidores en ambas plataformas de streaming, de esto puede vivir, y vivir bien.

Mientras tanto, van llegando sus compañeros de aire. A falta de más de una hora para las 22, cuando iniciará el stream, Benito, Teo D’Elia, “Davo Xeneize” (David), “La Cobra” (Lautaro) y “Agusneta” (Agustín) charlan, se ponen al día y también graban videos promocionando los Premios Martín Fierro de Streaming, a los que fue nominado el programa en la terna de “Mejor Programa Deportivo”. Sí, en un lapso de 6 años, Benito Este pasó de subir videos de goles de River a una cuenta de Instagram a ser parte de una de las ceremonias de premios más importantes de Argentina.

“River me salvó la vida”, dijo alguna vez en stream, quizás exagerando un poco (o no). Hoy, en el estudio-galpón de Canal 9 y con su pelo recién cortado, lo reafirma. No sólo por los lugares a los que llegó y por construir una buena parte de su vida con el nombre “Benito Soy de River (SDR)”, sino también por su círculo social. “River fortaleció un montón mi relación con mi familia y con mis amigos del colegio, que no hablábamos de otra cosa que no fuera el club. Y hoy hay muchas personas que se nota que las conocí gracias a las redes y la gente lo ve”, dice haciendo referencia, por ejemplo, a todos los presentes en ese lugar, o a su novia. Pese a que gran parte de sus vínculos tienen su origen en Internet, durante mucho tiempo Benito eligió conservar más la privacidad de su familia y sus amigos anteriores a esta etapa. Joaquín Pessoa, a quien conoció en 2019 a través de Instagram —previo a su “boom” en el stream—, cuenta que “se acercó a él porque tenían el punto de interés en el fútbol” y que hoy ve que “a pesar de su escalada fama, sigue siendo alguien muy bajado a tierra”. Benito, como dice su amigo, afirma que en el último tiempo cambió su postura acerca de qué publicar y qué no. “Aunque hoy se vean más fotos mías con gente del ambiente, ya no me molesta mostrar a mi familia. De hecho, hoy creo que es mejor mostrar que ocultar”, se sincera.

En cuanto a esto último, hace tiempo que Benito dejó de ocultar un problema físico con el que convive desde su nacimiento. Padece una parálisis cerebral, consecuencia de haber nacido de forma prematura, por la que, sin adentrarse mucho en detalles, “arrastra” su pierna derecha al trasladarse. Esto no le impide valerse solo; a veces rechaza ayuda cuando, por ejemplo, quieren alcanzarle una silla en la reunión de preproducción. “Al principio sí me generaba dudas mostrarme y el qué dirán, y también me pasó que para putearme por distintas opiniones se agarraron de eso… pero cuando pasa lo que vos sentís que era lo peor y te das cuenta de que no es tan grave ya está, la vida sigue”, reconoce Benito abriéndose sobre el tema como nunca hizo frente a cámara. En sus inicios como streamer, además, él tenía un ida y vuelta irónico con su chat burlándose de quienes jugaban al fútbol, obviamente como modo de defensa, tratando de escapar de la temática. Pese a no poder jugarlo, él nunca tuvo problemas para opinar del deporte. “En Argentina se habla de todo, no hay que ser músico para opinar de música, o presidente para opinar de política”, sentencia en una entrevista tras tener un debate sobre la actualidad de River y de Marcelo Gallardo.

En el rato previo a conversar un poco más seriamente sobre el programa, sus contenidos o ideas futuras, el grupo se comporta casi de la misma manera que lo hacen al aire. La charla amena pasa por la camiseta que trajo uno, por el partido entre Boca y Estudiantes con su respectivo arbitraje, por otros temas de actualidad del fútbol argentino y por lo que hizo cada uno en su fin de semana: todas las preguntas se las llevan “Davo” y “La Cobra”, que participaron de un stream junto a Messi, De Paul y Luis Suárez. Cuando vuelven a hablar del torneo local, en este caso de River, “La Cobra” da la muestra más clara de que son iguales que frente a cámara: “Este es el peor momento de la historia de River”, sentencia. Hace un silencio, como dejando en claro que dio una frase para un zócalo, y espera una devolución igual de contundente por parte de Benito, pero se va a quedar con las ganas. En los intercambios pre programa, el riverplatense parece sentirse cómodo en un rol secundario y relajado. Es parte de la charla, pero sus intervenciones son escasas, no tiene la necesidad de interrumpir ni de alzar la voz. Casi que administra milimétricamente sus opiniones.

Pasadas las 21, en la misma mesa con abundante comida —que irán ofreciendo a todo el mundo porque saben que sobrará— empieza la reunión de preproducción un poco más seria. No es algo habitual, pero en esta ocasión se hace porque uno de los integrantes del equipo trajo un proyecto de evento para organizar el año que viene en la previa del Mundial. Sin embargo, cuando la idea todavía no fue desarrollada del todo, todo se interrumpe: un gato negro se metió en el galpón. “Hace mucho no se corta el stream”, señalan varios, dando cuenta de lo que inevitablemente sucederá. Después de sacar al intruso, uno de los productores los apura para cortar la charla. Faltan 20 minutos para las diez.

Desde el sector del “galpón” en el que estaban, suben las escaleras e ingresan al pequeño estudio completamente verde para hacer el programa. Un croma que le da su propia identidad al programa, gracias a la creatividad de la producción de generar la vista hacia el panel. Muchos de los usuarios comparan en redes, a modo de chiste, el enterarse que en 412 hay una tela verde con la revelación de quien se encuentra detrás de Papa Noel. Los distintos productores van acomodando todo y aparece un problema de sonido que tarda largos minutos en solucionarse, por lo que el programa empieza pasadas las 21:10. En lo que es la producción, tanto en técnica como en contenido, no puede verse la diferencia entre esto y la TV tradicional. Además, el formato de 5 personas detrás de un escritorio y frente a cámara se asemeja mucho a cualquier noticiero (deportivo o no) que ya exista desde hace años. Sobre esto, Teo D’Elía explica: “Nuestra diferencia con los programas de periodismo deportivo es que somos cinco amigos que venimos a divertirnos y a reírnos. Y acá cualquiera puede opinar lo que quiera sin obedecer a nadie”.

La estructura del programa, de todos modos, debe respetarse. Hay contenidos y un orden que tiene que seguirse, del cual se encargan Teo y un productor. Esto, por supuesto, no es así cuando cada streamer aprieta el botón de “Iniciar transmisión” desde la comodidad de su casa y en su propio canal. Cuando no había otros streamers de fútbol, Benito prendía la cámara y hablaba sobre los partidos de la jornada o alguna noticia reciente. Hoy sigue siendo de la misma manera: la coyuntura marca todo. En un stream “normal”, no hay más producción que esa, que estar actualizado y conocer la agenda del día. Sin embargo, él sí tiene un equipo de trabajo detrás para la difusión de su contenido: “Hoy está Agus que edita y sube a TikTok, yo que subo a YouTube, otros dos chicos que buscan los clips y sé que también está el que edita las miniaturas de YouTube”, explica Ingrid Hordij, la novia del streamer.

La gran producción técnica de 412 no puede evitar lo que era cantado desde la aparición del gato negro: la transmisión se corta al poco tiempo de comenzada. “Se apagó la computadora de la nada”, explica un productor. Después de solucionado esto, la jornada transcurrirá como es habitual, con los debates y análisis sobre los temas que ya se hablaron fuera del aire, con los mismos chistes de siempre porque “ya juegan de memoria”, según dicen ellos mismos. Desde afuera se percibe esa complicidad: alcanzaba un gesto, una exageración o una mirada para entender qué seguía. Si el hilo del programa marcaba que había que burlarse de uno o cargar al hincha del equipo que perdió el fin de semana, bastaba una señal mínima para que todos supieran su parte. Era como si se conocieran de toda la vida.

Con el correr del tiempo, los productores se van relajando y mostrando su cansancio. Se suponía que el final era a la una, pero son más de las dos de la mañana y el stream continúa. En parte, eso también explica la dimensión que alcanzó 412: la estructura que tiene detrás —con producción, marcas y un equipo estable— le da margen para seguir en vivo hasta cumplir con todo el contenido previsto. A eso se suma la lógica del streaming que cada uno trae de su canal personal, esa costumbre de estirar las charlas, de dejar que las ideas fluyan sin mirar el reloj.

Los que están frente a cámara no parecen cansarse. “Hoy ya lo tengo naturalizado, pero al principio me chocaba un poco que yo me levantaba a las seis de la mañana y él se estaba yendo a dormir”, cuenta Ingrid Hordij, quien ya asumió que ese es el ritmo del oficio. Están acostumbrados a esas horas: para ellos, la madrugada es el horario pico. A la una o dos de la mañana, cuando la mayoría apaga la computadora, sus canales suelen alcanzar la mayor cantidad de espectadores. En el chat todavía hay más de cincuenta mil personas activas cuando “Agusneta”, entre risas, se sorprende: “¿Cómo que ya se termina? Yo quería seguir un rato más”. El programa podría continuar indefinidamente, sostenido por esa mezcla de energía, costumbre y público fiel que no se despega de la pantalla.

Cuando todo termina, pasadas las tres menos veinte, el clima cambia. Las luces del estudio —demasiado intensas, casi cegadoras— se apagan, y el cansancio se vuelve visible. El espacio chico y las sillas altas para quienes estaban detrás de cámaras dejan una sensación de agotamiento. Aún así, hay gestos de agradecimiento por haber permanecido hasta el final, a pesar de las incomodidades. Afuera, cada integrante retoma su propio ritmo: SDR comenta que va a dormir, porque al día siguiente tiene otro programa; “Davo”, en cambio, dice que a esa hora prefiere “seguir de largo”: “No me duermo más ahora”. Son las tres de la mañana y, para algunos, la noche recién empieza.

Benito, que hace unos años dudaba en mostrar su cara, hoy vive de hacerlo. Ahora, afuera, el aire húmedo de Palermo anticipa otro día. La plaza que a la tarde estaba llena de chicos, perros y turistas quedó vacía; los bares cerraron, los autos se fueron, y sólo una patrulla policial permanece en la esquina. En los pasillos de El Nueve no hay nadie. Todo está quieto. Baja la escalera con calma. Hace unos minutos discutía de fútbol ante cincuenta mil personas; ahora camina solo, en silencio, hacia la vereda vacía.

Hoy, entre todas sus redes sociales “Beno”, como le dicen sus amigos, reúne más de 800 mil seguidores. Fue el primero en entender que el fútbol también podía vivirse desde una pantalla; el primero en hacerlo propio y el primero en convertirlo en stream. En algún punto, River le salvó la vida. Desde entonces, no volvió a quedarse quieto.

Más notas