Por Bianca Staffieri
Nacida en General Pico, La Pampa, Guillermina Corrales empezó a jugar al fútbol en 2019 en un club de Santa Rosa. “Ahí tenían solo equipo masculino y las chicas hacíamos otras actividades, pero insistí tanto que se empezó a tramitar la idea. Justo al otro año llegó la pandemia, así que estuve dos años sin hacer nada. Retomé en 2022 y, a los meses, ya era campeona del mundo”, cuenta la defensora que se consagró en el primer Mundial de Fútbol para Ciegas, en Birmingham, Inglaterra, y este año repitió la hazaña en la India.
“Guilla”, quien también es profesora de Música en un instituto para chicos con discapacidad, agrega: “Nunca tuve en mente llegar a tanto: hasta hace un tiempo no tenía idea de cómo era practicar un deporte de alto rendimiento”.
-En el último Mundial jugaste todos los partidos. ¿Lo disfrutaste más que la edición anterior?
-Sí, sin dudas. Cuando en 2022 llegué a la Selección conocía a algunas de las chicas de nombre o de haberlas saludado, pero no mucho más. Era un momento complicado.
-¿Por qué era complicado? ¿Ya había un grupo formado?
-En realidad el grupo estaba dividido en dos. Había situaciones en las que algunas capaz se reían o te jodían si hacías algo mal. Para mí y otras chicas que recién llegábamos era feo. Al final, muchas se fueron y, para el Mundial de Inglaterra, ya había un equipo bastante sólido: quedamos un par de chicas nuevas y otras con experiencia, así que se pudo balancear.
-¿Qué balance personal hacés de ese primer Mundial?
-Sufrí la falta de experiencia. A diferencia del resto de las chicas, yo hacía un año que jugaba al fútbol y nunca había enfrentado a otros países. Estaba muy marcada la diferencia entre las cuatro que eran titulares y las demás.
-¿Cómo influyó eso en vos?
-Me dolió. De hecho, el técnico en una entrevista dijo que dejaba que jugaran las suplentes —o sea, nosotras— así las titulares no corrían riesgo. Me frustró mucho. En ese Mundial, en la final no entré y en la semifinal habré estado un minuto como mucho. Ahí se me presentaron dos opciones: abandonar o esforzarme más. Me quedé con la segunda y en India tuve una mejor experiencia.
-Llegaste más preparada…
-Sí, totalmente. Además, nos sirvió y nos dio más confianza el Grand Prix IBSA que jugamos en Japón, en el que perdimos la final por penales. En vez de viajar ocho chicas, viajamos seis, por lo que todas jugamos más minutos.
-¿Cómo te llega la convocatoria a la Selección?
-En marzo de 2022 me avisaron que iba a haber un campus de fútbol femenino y me fui a probar. Ahí compartí con muchas que sabían jugar o jugaban en la Selección. Después me llamó el director técnico para probarme y quedé.
-¿Es cierto que vos, en realidad, naciste con visión?
-Sí. Fui prematura y, en la incubadora del hospital, las luces me quemaron las retinas. Mi mamá no supo que había perdido la visión hasta que me llevó a casa y se dio cuenta de que no respondía a estímulos básicos. Tuvo que decidir entre hacerle un juicio al hospital u ocuparse de mi discapacidad.
-¿Hoy te genera frustración esto que te pasó?
-No. Estoy agradecida de que tanto mis papás como mis hermanos me hayan bancado siempre y explicado todo desde chica. No me ocultaron nada. Creo que eso me ayudó un montón a aceptarme en vez de deprimirme o enojarme.
-¿Para vos qué es lo más difícil de ser ciega?
-Siempre dije que lo primero que haría si tuviera visión es manejar. Creo que eso me terminaría de dar la independencia que me falta: poder subirme a una moto, bicicleta o auto y hacer sola esas 10 o 15 cuadras al club.
-Muchos deportistas dicen que es difícil ser profesional en Argentina. ¿Estás de acuerdo?
-Sí. Yo lo sufro mucho por ser del interior. Las posibilidades acá son pocas. En mi ciudad no recibo mucho apoyo. Por ejemplo, cuando necesitaba pagar el viaje al Grand Prix, me dio una mano la provincia, pero mi ciudad no quiso.
-¿Podés decir que sufrís el centrismo de Buenos Aires?
-Sí, lo hablaba con mi técnico. Me cansa cambiar de profesor y explicar qué cosas me sirven y cuáles no. Al ser un puesto tan inestable, muchos se van porque consiguen mejores trabajos.
-¿Eso es lo más difícil de tu profesión?
-Sí, estar empujando todo el tiempo, insistir para conseguir profesores, pedir canchas, tener un buen horario. Te cansa. Yo invierto un montón de tiempo en el deporte, pero no puedo vivir solamente de eso. Pensá que nuestro primer Mundial fue en 2022; todavía falta un montón de desarrollo.
-¿Cuáles son tus próximas metas después de salir bicampeona?
-Tenemos la Copa América en agosto del año que viene. Espero que me convoquen. A largo plazo, sería estar en el próximo Mundial, y también quiero entrenar más.
-¿Qué te gusta además del deporte?
-La música. En realidad quería estudiar en un conservatorio, pero no tenía nada cerca. Además, todo era muy costoso y no quería irme sola a Buenos Aires. Hoy doy clases en un instituto para chicos con discapacidad que vienen de situaciones complejas.



