Por Tiago Varas
Por fuera de la ideología futbolística, cada club adjudica gran parte de la pasión representativa a su estadio, su barrio y sus calles. Con el paso del tiempo, en los clubes se suceden las dirigencias, y con estas, se renuevan las ideas, los modelos deportivos y los proyectos a futuro. Entre esos planes están los cambios en los estadios, y las posibles mudanzas. Tener que abandonar los cimientos de incontables gritos de gol y de tanta euforia futbolística no es sencillo, sobre todo para el hincha argentino. A partir de esto abordaremos distintos ejemplos de clubes de todo el mundo, que a lo largo de su historia han remodelado o cambiado la locación de sus canchas.
En Inglaterra hay dos casos significativos: Tottenham y Everton. El club londinense demolió el White Hard Lane en 2017, y construyó su estadio actual exactamente en el mismo lugar. A partir de 2019, el Estadio Tottenham Hotspur es el más grande de Londres y el tercero en Inglaterra, con capacidad para 62.850 espectadores. A su vez, está diseñado para ser multiusos, es sede de la NFL en Reino Unido y tiene un diseño absolutamente moderno. Por su parte, el Everton se ha mudado recientemente del mítico Goodison Park de Liverpool al Hill Dickinson Stadium. Los dirigentes de los Toffees decidieron que a partir de la presente temporada (2025-26) Everton jugará en el nuevo estadio, mientras que el otro será utilizado únicamente para partidos del primer equipo femenino.
En España, dos de los grandes han sido protagonistas de modificaciones de esta índole: Atlético Madrid y Barcelona. El Colchonero cambió el Vicente Calderón por el Estadio Metropolitano, actualmente llamado Riyadh Air Metropolitano, por motivos de patrocinio, y que cuenta con aforo de 70.692. A pesar de que el club sí se mudó, el estadio actual no fue construido desde cero, sino que es la reforma del antiguo La Peinada construido en 1993. El Blaugrana remodeló sobre el mismo Camp Nou, que ahora tendrá el Spotify por delante del nombre debido a un acuerdo comercial. Las obras debían haberse completado para el inicio de esta temporada, pero problemas en los detalles finales no lo permitieron. Por esta razón el Barça aún se mantiene jugando en el Estadio Olímpico de Montjuic, como lo viene haciendo durante las últimas dos temporadas, a la espera de poder reestrenar su cancha.
Ejemplos más cercanos son los de Estudiantes y River. El caso del Pincha es particular: se fue, pero volvió. Durante los primeros años, aún en el amateurismo, hacía de local en Uno, y ya en la era profesional se mudó al Único de La Plata, donde permaneció hasta 2019. Ese mismo año, cuando Juan Sebastián Verón asumió como presidente, se oficializó el retorno al antiguo estadio. Se concretó la vuelta al actual Jorge Luis Hirschi. Por su parte, el Millonario, luego de la disputa inicial con “los primos” por el territorio de la Boca, nunca se movió de Figueroa Alcorta. En los últimos años las remodelaciones han sido incesantes, y el actual Más Monumental se ha vuelto un estadio imponente desde su infraestructura. Cuenta con un aforo total de 85.018 espectadores, convirtiéndose en el de mayor capacidad en Sudamérica y, en ese aspecto, en un ejemplo a seguir para los demás clubes. Las obras en River dejan en evidencia la incapacidad de actualizarse en el tiempo de su eterno rival, Boca Juniors.

El caso de la Bombonera: ¿mística nostálgica o falta de acción?
En el Xeneize ya es una película que se repite: se presenta una dirigencia y afirma que van a reestructurar la Bombonera, pero una vez que se hacen con el poder del club, eso jamás sucede. Así pasan los años, y Brandsen 805 no se reinventa. Aunque sí se jacta de mantener la “mística”.
En los últimos años hubo dos proyectos que “picaron en punta”: el esloveno y la bombonera 360. El primero es una propuesta de ampliación que busca completar el diseño original del estadio comprando solo la primera y segunda línea de lotes en las manzanas linderas, sin expropiaciones ni cierre de calles, respetando la arquitectura existente y logrando una capacidad final de unos 90.000 espectadores. Mientras que el otro es una iniciativa para cerrar el anillo del estadio con una cuarta tribuna, aumentando su capacidad aproximadamente a 80.000 espectadores. Las versiones más recientes, impulsadas por la dirigencia de Juan Román Riquelme, proponen redistribuir el espacio existente, bajar el campo de juego y agregar un techo, buscando la aprobación legislativa para realizarlo sin necesidad de comprar propiedades.
Es cierto que durante la gestión de Román se hicieron cosas: pintaron la fachada y las tribunas, remodelaron baños, agregaron un patio de comidas y rediseñaron los accesos. Todas obras que no hacen más que maquillar superficialmente una reestructuración que debe ser más profunda y que se reclama hace ya tiempo. Ahora bien, la inacción y la falta de compromiso de las dirigencias xeneizes repiten ciertos patrones en relación a la mítica Bombonera. Pasa el tiempo y un gran porcentaje de los socios de Boca no pueden ir a alentar a su club. La única certeza absoluta en todo esto es que el hincha no pretende grandes lujos, ni un estadio propio de los grandes del mundo, simplemente quiere que se amplíe la capacidad de aforo para que, de esta forma, se incrementen las posibilidades de estar en el lugar de los hechos, donde la pasión se vive al máximo.



