Por Lisandro Cabello Herrera
En clubes y planteles de diversos deportes de todo el país existe una práctica que muchos llaman “bautismo deportivo”: ritos de iniciación dirigidos a los jugadores que ascienden de categoría, llegan al “primer” equipo o simplemente son novatos. Lo que para algunos es una tradición que “integra” al grupo, moneda corriente o folklore del deporte, para otros es una forma de humillación, a veces violenta, que atraviesa límites legales, morales y de salud.
¿Qué son, exactamente, los bautismos deportivos? No hay una única forma. El nombre sirve como excusa para una variedad de acciones que van desde bromas públicas, cortes de pelo ridículos y sin consentimiento, vestimentas humillantes como usar pañales o recorrer el club en bikini frente a todos, como también maltratos físicos, consumo forzado de sustancias, y prácticas sexualmente agresivas.
En relatos periodísticos y estudios se los describe como ritos de paso: ceremonias informales que buscan marcar el ingreso del novato a la comunidad deportiva, reforzando jerarquías y la pertenencia mayormente desde los integrantes del plantel de mayor edad.
Entrenadores llevan a debutar sexualmente a menores con prostitutas en viajes con el equipo. Y en grupo. “Los cagan a trompadas y después les meten una manija en el ano. Se la queda el debutante para la próxima iniciación y así se la van pasando”, testimonia una persona a Cecilia Ce, psicóloga y sexóloga. Estos son apenas un puñado de casos que salen a la luz durante los últimos años. En el fútbol, los mayores rapan a los pibes que suben al plantel de Primera en plena pretemporada. Los llaman “rituales de iniciación”. La cultura del deporte, también en Argentina, sistematiza con violencia el pasaje a la adultez profesional.
Esta polémica práctica, no solo ocurre en planteles chicos, o en clubes no tan populares, si no que en el gran mundo del fútbol de Primera División también existe. Un reconocido caso fue el de Brahian Alemán, reconocido ex 10 de Gimnasia, quien estuvo bajo lupa tras una investigación periodística que destapó que era el líder de la banda llamada “Los Ninjas”, quienes eran los encargados de realizar la bienvenida a los que realizaban su primera pretemporada con el plantel profesional.
Este tipo de recibimientos es una generalidad en todos los clubes del fútbol argentino, pero lo que podría ser un simple corte de pelo o un cambio de look tomó otro cariz en la entidad platense. “La banda liderada por Alemán entró tres veces a la pieza de Miramón para fajarlo entre 7 u 8″, declaró en su cuenta de Twitter @taconeta_tw en referencia a un hecho ocurrido en un establecimiento de Howard Johnson en junio de 2021. Franco Torres y Bruno Palazzo fueron otros de los futbolistas que sufrieron estos hechos violentos. En el caso del primero, Torres contó que fue golpeado tras ser envuelto en sábanas, mientras que la “peor parte” se la llevó el segundo porque “lo agarraron con una madera astillada y le dejaron sangrando la parte del muslo”.
En un ámbito deportivo más chico como es el mundo del rugby, parece no importar el hecho de conocerse todos con todos, y esta práctica se hace presente también año tras año en los planteles de Primera División. En Los Matreros, club recientemente ascendido al URBA Top 12, se vivió un ejemplo de estas prácticas violentas, habiendo no solo rapado a un debutante, sino que también forzándolo a recibir picanazos sin cesar, pellizcos en los pezones y la obligación de tomar alcohol a la fuerza hasta perder la consciencia.
En conclusión, los bautismos deportivos, aunque se presentan como una tradición de bienvenida o integración dentro de los equipos, suelen esconder dinámicas de poder, violencia y humillación que contradicen los valores del deporte. Resulta una forma de sometimiento que deja secuelas físicas y psicológicas. Superar estas prácticas requiere un cambio cultural profundo: que los clubes, entrenadores y jugadores comprendan que el respeto y la camaradería no se construyen desde el miedo ni desde la violencia, sino desde la empatía, la igualdad y el verdadero sentido de equipo.



