Por Juan Cruz Bustuoabad
“¿Por qué no yo?”,escribió en las cámaras de televisión durante todo el camino a su primer título ATP. “Sí, soy yo”,puso tras coronar en Estoril 2022. Sebastián Báez, tenista argentino, N° 1 del mundo en la categoría junior en 2018 y proveniente de una familia con mucha historia, aunque él eligió escribir la propia.
Para saber cómo llegó a lo que es hoy, hay que conocer la historia, que en la misma aparece claramente su familia. Su madre Elena, quien lo llevaba a entrenar en sus principios en una moto muy ruidosa. También su padre José Luis, ex combatiente de Malvinas y siempre ligado al deporte. En Billinghurst, año 2000, nació Sebita, que desde los dos años quedó ligado al deporte.
Su padre jugaba al fútbol en el club Alvear, era arquero, su juego fue destacado y pudo progresar al punto de llegar a Primera. Al ser mayor de edad salió sorteado para realizar el Servicio Militar en el cuerpo de Marina, lo cual le imposibilitó cualquier sueño posible. En medio de la guerra de Malvinas, y casi de golpe, pasó a ser parte de la dotación de un destructor en el Puerto Belgrano, además de estar en la enfermería y ver lo que era el dolor en carne propia. Tuvo la fortuna de regresar a Buenos Aires y rápidamente pudo comenzar a trabajar en una automotriz en la que había un predio con canchas de tenis. Tomó algunas clases pero dicho deporte no le atrajo demasiado como el fútbol.
Seba a los dos años era muy inquieto, se movía por todos lados y así fue como en su casa encontró la raqueta Dunlop de su padre tirada, y desde ese momento se produjo un amor eterno por el deporte. Su madre fue quien lo fogeaba y le arrojaba pelotas de tenis para que él las devolviera con la raqueta. A su padre no le gustaba mucho ese deporte que intentó jugar post Malvinas, entonces intentó llevarlo a un club de fútbol, pero a Seba nunca le atrajo. Comenzó a practicar tenis en el Club Sportivo Villa Ballester y con el mismo ganó un torneo que le permitió la beca para practicar en la academia, en Villa Soldati, dirigida por José Luis Clerc.
“Batata” Clerc le puso la atenta mirada a aquel Báez todavía amistoso y decía “Mirenlo a Seba, es un fenómeno”. Aquel jovén con proyección, amigos y familiares fue quedando de lado con el correr del tiempo. Conoció a Sebastián Gutiérrez, hoy su manager. Descrito por él mismo como “la figura de un padre”, y esto narra un poco todo lo que perdió. A medida que fue creciendo, participando en Challengers y hacerse más conocido en la categoría junior, tuvo su primera gran pelea. Batata le quiso sacar plata y desde ahí todo cambió.
“En cada torneo ATP al que acude hace rancho aparte, no hace amigos, no saluda, no habla con nadie y no quiere que nadie se le acerque”. Esto define en lo que se fue tornando Báez como profesional. “Dicen que desde su entorno usan ese enojo y furia para mejorar el rendimiento en la cancha, porque cuando está enojado juega mejor”. Más de un periodista ha declarado que no se junta con nadie ni le gusta dar notas. “Lo invitan a comer y no va, le dicen de juntarse y no quiere”, “ Como periodista te manda a alguien a decirte que no da notas, ni tampoco te saluda cuando te pasa cerca”.
La gran pregunta es: ¿Qué pasó con ese Sebita joven, inquieto, familiero y con ganas de comerse el mundo?. Las explicaciones están, pero divididas por puntos positivos y negativos. Las ganas de comerse el mundo y la parte de inquieto la tuvo, la tiene y la va a seguir teniendo siempre. Hoy en el mundo ATP se hizo un gran nombre y es muy respetado cuando se lo enfrentan. 7 títulos ATP y 6 Challengers. Llegó a ser el N° 18 del mundo con 24 años, participó en los Juegos Olímpicos y representó a su país también en la Copa Davis. Ahora, ¿familiero?. “Siempre le abrieron las puertas en la villa y él elige cerrarlas”. Así es como lo ven desde su entorno, pero ese es el personaje que Seba quiso ser. Una persona cerrada, con pocos amigos, ya que “los ve a todos como rivales dentro del circuito”, y por consecuencia, quedó alejado de aquel comienzo en Villa Soldati como jugador.