lunes, octubre 13, 2025

¡Lobo está!

Por Santiago Peñoñori

El estadio Ciudad de Vicente López fue el anfitrión de una fiesta federal. A las 17 del 11 de octubre de 2025 comenzó a rodar la pelota y las más de 20.000 almas que concurrieron a la definición empezaron a jugar su partido. Por un lado, los hinchas de Deportivo Madryn que recorrieron 1.300 km para llegar y que, en muchos casos, encontraron la excusa perfecta para verse con sus familiares chubutenses que viven en la Capital; por el otro, los seguidores de Gimnasia de Mendoza que viajaron unos kilómetros menos, pero igual superaron el millar, con la convicción de que se llevarían el triunfo. “Esta no se nos va a  escapar”, decían en la previa. Más de uno se emocionó pidiéndole a San Víctor que les regale la victoria. Un santo pagano que, por lo que cuentan, con la pelota hacía maravillas y que fue tan grande para el Lobo Mendocino que el estadio lleva su nombre, el Víctor Antonio Legrotaglie.

El inicio fue parejo y el estilo de cada uno de los equipos era claro: el Lobo tenía mayor volumen de juego gracias a Nicolás Romano, Facundo Lencioni y algunas intervenciones de Nicolás Servetto, mientras que los dirigidos por Leandro Tano Gracián confiaban en la capacidad de lucha de sus centrodelanteros Germán Rivero y Luis Silba, y en los enérgicos volantes que estaban dispuestos a pescar toda segunda pelota cercana al área rival. Entre ellos estaba Nazareno Solís, figura de los patagónicos, que enfrentaba a su exequipo con el que había perdido una definición por el ascenso hace menos de un año contra San Martín de San Juan. La pierna fuerte fue moneda corriente durante el primer tiempo, aunque el VAR no tuvo que actuar precisamente por ello. Nicolás Ramírez, el árbitro designado para dirigir el encuentro, tuvo que recurrir a la videoasistencia para anular dos goles de los dirigidos por Ariel Broggi. Uno por mano de Matías Muñoz luego de un córner y otro por un control de Nicolás Servetto con el brazo en la jugada previa a una brillante definición de Romano. 612 partidos sin VAR y uno con él. La medida es extraña ya que, por ejemplo, los jugadores acostumbran durante todo el torneo a convertir el área en un ring de lucha libre.

El segundo tiempo comenzó con Deportivo Madryn como principal protagonista ganando metros en la cancha y acechando al Lobo, que dependía de alguna corrida aislada de sus delanteros. El premio para el Aurinegro llegó a los 32 minutos después de un centro magistral de Solís que encontró la cabeza de Luis Silba y el 1 a 0 con Ley del Ex incluida. “Silba no venía metiendo una. Es toda del técnico esta”, comentaban en la tribuna, mientras se frotaban las manos pensando en el festejo que se vendría. Lo que siguió fueron minutos en los que los dirigidos por Gracián manejaron la diferencia como si jugaran esta clase de partidos todos los fines de semana, pero Lencioni tenía guardado algo. Un jugador que levantó mucho su nivel en el segundo tiempo y que cuando la pelota era una bola de fuego decidió hacerse cargo de ella junto a Luciano Cingolani que ingresó desde el banco. En el ocaso del partido, a los 46 minutos, el número 11 aprovechó el hueco que quedó entre volantes y defensores del Aurinegro, recibió al borde del área y remató al arco, con la fortuna de que lo que obstaculizó su remate fue un brazo de Alejandro Gutiérrez, defensor de Deportivo Madryn que estaba dentro del área. Ramírez cobró penal y por un momento la tribuna Roberto Goyeneche enmudeció. La ejecución de Lencioni fue desfachatada: cruzó el remate de zurda arriba y como si nada estuviera en juego salió corriendo a festejarlo entre risas. El partido se iba a suplementario.

El tiempo extra comenzó con un gol anulado por fuera de juego al Depo a los 20 segundos y continuó con el Pituco buscando el gol por todas las vías posibles. Las piernas ya pesaban demasiado y todo lo que sucediera luego de los 90 minutos iba a ser heroico. Por si fuera poco, se hizo presente un nuevo actor en Vicente López: la lluvia. Nadie la llamó pero fue especial para cargar de emotividad el momento. La prórroga terminó empatada y todo se decidiría desde los 12 pasos.

En los penales, el experimentado arquero de 38 años Cesar Rigamonti fue figura al atajar los dos primeros penales y ver cómo el tercero pegaba en el travesaño. Yair Bonín, por su parte, no pudo detener ninguno de los tres penales que patearon Cingolani, Lencioni y Federico Recalde. El Lobo se consagró campeón y volverá a jugar en Primera después de 41 años.

La emoción les hizo perder el juicio a todos los hinchas de Gimnasia de Mendoza que invadieron la cancha. El festejo fue un estallido de felicidad descontrolado. Algunos hinchas del cuadro mendocino festejaron la victoria de cara a los derrotados que, por suerte, no reaccionaron. La gente estaba dispuesta a todo para quedarse con alguna prenda de los nuevos héroes de la historia del Lobo, que probablemente se enfrentarán a su clásico Independiente Rivadavia el año que viene. Los hinchas de Deportivo Madryn se retiraron sin consuelo, sabiendo que se les había escapado una chance única, aunque siguen en carrera porque tendrán revancha en el Reducido. La definición del primer ascenso no fue apta para cardíacos. El fútbol no sirve para nada. El fútbol es genial.

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