sábado, octubre 4, 2025

Maravilla Martínez, el goleador que elije creer

Por Camila Fernández

Para muchos, Adrián Martínez es sinónimo de goles y sacrificio dentro del campo de juego. Su entrega y habilidad para generar situaciones de gol donde parecía no haber y la capacidad de aparecer en los momentos decisivos, lo convirtieron en un nombre reconocido dentro del fútbol. Sin embargo, fuera de la cancha se puede ver una faceta mucho menos conocida, la de un hombre acompañado por la fuerza de Dios, que entiende que los triunfos más valiosos no siempre se cuentan en la tabla de posiciones. Martínez es alguien que valora a la familia y a Dios por encima de cualquier resultado, que busca transmitir humildad y Fe en cada gesto cotidiano y que nunca se olvida de dónde viene, de esas raíces que lo formaron y lo sostienen en cada etapa de su carrera. En la vida cotidiana, lejos del ruido y la presión del deporte, se muestra como una persona sencilla, cercana y con una historia marcada por el esfuerzo y la resiliencia, que lo llevó a convertirse no solo en futbolista, sino también en un ejemplo de superación para muchos.

Junto a su familia crearon el sueño de fundar el complejo deportivo que lleva su nombre, ubicado en Campana, sobre la calle Moreno 1780. El proyecto nació junto a su esposa Anabella, empezó de la manera más simple, comprando con fe y mucha ilusión, un terreno vacío en una zona conocida como “El callejón de la Moreno”. Con esfuerzo y constancia, durante tres años fueron dando forma a lo que hoy es un espacio pensado no sólo para el deporte. La idea era construir únicamente canchas de fútbol, pero ahora se convirtió en un verdadero lugar de encuentro familiar. Actualmente el complejo cuenta con cuatro canchas de fútbol 5, dos de fútbol 8, dos canchas de pádel, espacios compartidos con parrillas, una plaza de juegos para niños y tres salones para eventos. Fiel a su historia, Adrián quiso rendir homenaje a los clubes que le abrieron las puertas en su carrera: Defensores Unidos, Atlanta, Sol de América, Libertad, Cerro Porteño, Coritiba, Instituto y Racing Club. Por eso en las ventanas del predio se pueden ver los escudos de cada una de esas instituciones. La elección de Campana fue sencilla: volver a su ciudad y compartir el día a día con su gente es el mejor futuro que puede proyectar una vez que cuelgue los botines. Además, el predio no solo significa un legado deportivo, sino también una fuente de trabajo para varios familiares de Adrián y de Anabella, quienes sostienen el lugar en cada detalle. Mientras el delantero se encuentra concentrando con el equipo, son ellos quienes están al frente de la gestión diaria, convirtiéndose en el motor de un proyecto que combina deporte y familia.

La fe también ocupa un lugar fundamental en la vida de Adrián y su círculo. Desde que comenzaron a acercarse más a la creencia, encontraron en la espiritualidad una guía que los llevó a servir a Dios de distintas maneras, a través de oraciones, reuniones en el comedor de su casa abierta a la comunidad, invitando a vecinos a escuchar la palabra, asistiendo a la iglesia y acompañando a quienes atraviesan momentos difíciles o luchan contra las adicciones. Con esa convicción nació la idea de construir una iglesia junto al complejo deportivo, como una forma de devolverle a Dios todo lo que sienten que Él hizo por ellos. “Fue una de las promesas que le hice a Dios: que si el día de mañana Él me bendecía, yo iba a poder hacer algo para ayudar a la gente como Él me ayudó a mí”, cuenta Adrián con emoción. Hoy, esa promesa empieza a materializarse en una edificación que tendrá capacidad para recibir a unas mil personas, un nuevo espacio de encuentro y fe que busca enseñarle a la gente la importancia de la palabra del señor.

Este presente es ideal no solo para su vida personal, si no también para su equipo, Racing Club de Avellaneda, que por más de que haya quedado eliminado de la Copa Argentina con River, en el Gigante de Arroyito, sigue con el objetivo de quedarse con la Copa Libertadores de este año. Adrián cuenta cómo este Racing es diferente, asegura que la fe los acompaña: “Antes de los partidos importantes nos juntamos en grupos de 6 u 8 jugadores a charlar un rato”, con el fin de compartir un momento fuera del deporte y orar por un buen partido. Ese sentimiento de creencia se desarrolló tanto en los integrantes del equipo de Primera como en los chicos de las juveniles que también están con un increíble desarrollo. Por esto los jugadores reafirman que la Fe es una de las cosas más importantes que tiene este Racing de Maravilla.

 

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