Por Laureano Vergara
Manuel Expósito tenía 13 años cuando en el lapso de un mes le intentaron robar dos veces mientras caminaba de vuelta a su casa. En ambas ocasiones lo agredieron gravemente. Durante la primera de ellas, una persona lo tomó del cuello mientras otras dos lo golpearon para quitarle sus cosas. En la otra, un hombre con un cuchillo lo amenazó e incluso le causó cortes superficiales en la cara. La reacción siempre fue la misma: lejos de achicarse, Manuel se defendió como pudo porque no quería perder lo que era suyo.
“Desde chiquito yo ya estaba loco”, aseguraba él entre risas al recordar los episodios en una entrevista para Real Gladiators. Pero había un problema que resolver. Reconoció que los recursos con los que contaba para defenderse eran escasos y por eso quiso encontrar una solución. El boxeo no le gustó, pero un primo le abrió las puertas del Jiu-Jitsu, disciplina de la que se enamoró y en la que halló las herramientas que buscaba. Doce años después, continúa en el mundo de las artes marciales. Defenderse ya sabe. De sobra. Ahora su meta es mayor: sueña con entrar en la UFC, la compañía más importante.
—¿En qué momento te diste cuenta de que querías dedicarte a las MMA?
—Fue nomás empecé, al par de meses. No sabía todavía si me iba a gustar pelear porque arranqué con eso cuando cumplí los 18 —sus papás no se lo permitían al comienzo—, pero disfrutaba tanto las prácticas que me pareció que iba a ser así.
Al principio, ni siquiera se veía a sí mismo como alguien bueno, con talento para la actividad. Algo similar le ocurría con el resto de los deportes. Pero la semilla cultivada con dedicación suele dar sus frutos. Manuel los tuvo. “Disfruto mucho entrenar y toda la rutina que conlleva”, afirma el altagraciense con su acento cordobés.
—¿Conocías algo del universo en el que acababas de entrar?
—No, lo fui aprendiendo de a poco. No veía peleas, no sabía nada, no conocía a nadie. Justo cuando arranqué fue la época donde Connor McGregor —tal vez el artista marcial mixto con mayor reconocimiento— estaba construyendo todo y se hizo muy famosa la UFC —Ultimate Fighting Championship—. Con eso me empezó a gustar mucho más.
Los comienzos de Manuel fueron de la mano del Jiu-Jitsu, pero para competir necesitaba agregar variantes que le sirvieran para los distintos tipos de rivales. Sabía también que para aprender de los mejores tenía que salir del país.
—¿Dónde estás entrenando?
—En Tijuana, México; en el Entram Gym. Los entrenamientos son un poco más específicos para MMA; ya no hago tanto Jiu-Jitsu con kimono como hacía antes. En Argentina lo hacía dos veces al día; acá ya no me dejan hacer eso. Tengo que entrenar lucha, striking y Jiu-Jitsu, que en realidad debería ser lo que menos porque me falta más del resto. Le meto un poco a todo.
—¿Creés que hay otro nivel de exigencia al que tenías en el país?
—No, eso no, porque yo siempre intento entrenar lo más fuerte posible, sin hacerme mierda el cuerpo, obviamente. Sí es diferente en lo técnico. Estoy aprendiendo muchos más detalles en el striking y en la lucha.
Irse a vivir a México tenía su porqué: prepararse con los mejores y, además, estar cerca del lugar donde está su sueño. El 19 de agosto, en Las Vegas, estuvo a pasos de conseguirlo. Esa vez no pudo ser.
Una de las formas para entrar a la UFC es a través del programa Dana White’s Contender Series —lleva el nombre del presidente de la compañía—, donde cada año se arman distintas carteleras con peleas. Normalmente, los ganadores de cada una de ellas, dependiendo también del espectáculo que brinden, suelen conseguir la posibilidad de firmar un contrato con la empresa. Hace tres años, le habían insinuado a Manuel la chance de competir en una de las ediciones, pero aún no se sentía listo para ello. En aquel entonces mantenía un récord invicto que llegaría luego hasta el 10-0.
Y aunque se repita mucho, la frase no es del todo cierta; el tren no pasa una sola vez. Este 2025, ya con una marca de 13 victorias —10 de ellas por finalización— y 2 derrotas, le llegó una propuesta concreta para no solo ser parte de la cartelera de la segunda semana del Contender Series, sino de luchar en la pelea estelar de la noche. Fue frente al brasileño José Mauro Delano, en la categoría de Peso Pluma.
—¿Cómo te llegó la posibilidad de participar en el Contender Series?
—No era algo que sabía que iba a pasar, pero sí quería que pase. Siento que todo se me dio. Quería pelear en marzo y no conseguí rival. Justo ahí mis managers me avisaron que entraba en el Contender. Estuvo bueno, porque quizás si peleaba antes, me lesionaba.
Para que estas puertas se abran, se suele necesitar de managers o contactos, que puedan dialogar con quienes trabajan dentro de la UFC. Manuel agrega: “Igual lo importante al final es pelear, ser entretenido y ganar. Si lográs eso, aunque no tengas ningún contacto, lo más seguro es que llegues.
—¿Te sorprendió que te hayan elegido para estar en la pelea estelar?
—Sí, creo que se lo tengo que agradecer a mi rival. Es alguien de muy alto calibre; siento que la estelar nos la dieron por mí y por él. El Contender era algo que llevé todo a que pase, por eso no me tomó por sorpresa. Como que dije: “Ah, bueno, ok, ya estamos listos”.
—¿Te sentías preparado para esta oportunidad?
—Sí. También por el entrenamiento en este nuevo gimnasio, la calidad de compañeros que tengo, de coach. No solo calidad, porque en mi anterior gimnasio yo eso lo tenía, pero cantidad no. Acá hay veinte personas y las veinte son buenas. Solo tengo que ir con los que se acoplen a mi estilo.
Manuel también prioriza la preparación mental como elemento primordial a la hora de afrontar sus combates. “Estuve trabajando con un psicólogo; lo hice con varios ya. Siento que es muy importante”.
—Si bien ya lo hiciste varias veces, ¿cómo influye en vos pelear fuera del país?
—Ya me acostumbré. Esta fue mi tercera pelea en Estados Unidos. Peleé tres veces en México. Lo hice en Brasil. Lo normalicé, es lo que hago siempre.
—¿Cómo viviste el combate?
—Ya lo vi unas trescientas veces. En el durante me sentí muy mal; mentalmente sí me estaba comiendo. Siento que logré hacer mucho más de lo que pensé que había hecho. Al final di lo mejor de mí y es lo que hay. No queda otra que seguir trabajando y aprender de los errores.
Durante los 3 rounds que duró el encuentro, se vio una clara diferencia y dominio por parte del luchador brasileño. Manuel no duda al afirmar que Delano es el contrincante más difícil al que se ha enfrentado: “Es un nivel grande el que tiene José. Fue un muy buen rival. Está un escalón por encima; se notó en el momento y se siente cuando ves la repetición”.
—Repasando la pelea, ¿qué cosas creés que podrías haber hecho diferente?
—Quizás debería haber luchado un poco más, o intentarlo; pero quién sabe. Mucha gente me preguntaba: “¿Por qué no lo luchaste?”. Es difícil porque capaz me terminaba cansando y él me termina noqueando al estar reventadísimo. Tal vez strikeaba, era agresivo, y también acababa K.O. por donarme.
Pese a la derrota, Manuel fue el único perdedor de las cinco peleas que no fue finalizado a pesar del gran castigo recibido. Los tres jueces revelaron un 30-27 en sus tarjetas y la victoria fue para José Delano por decisión unánime.
Aun así, el propio Dana White —presidente de UFC— quedó impresionado por la actuación del argentino y le dedicó unas palabras que Manuel recién escucharía luego porque se encontraba camino al hospital: “Los matchmakers —quienes arman los combates— decidieron que contarán con Expósito en el futuro. Cualquier cosa que pase, será contratado. Hizo una pelea increíble esta noche. Es un chico muy duro. Estaba 7 a 1 en las apuestas; no le importó, vino a buscar la victoria y nos ha encantado”.
—¿Qué sentiste cuando te enteraste lo de Dana White?
—La gente me preguntaba si había escuchado lo que dijo, y obvio que no, estaba muerto —dice entre risas—. Me da un poco de fe, la verdad que sí. Me siento en el nivel de UFC; sé que no puedo ir contra un ranqueado aún, que todavía me lo tengo que tomar tranquilo, pero puedo estar ahí y pelear contra mucha gente de mi categoría. Queda demostrarlo. Ya sea entrar en un corto aviso, o pelear de nuevo y luego entrar. Sé que lo voy a hacer; no sé cómo, en qué momento, pero lo voy a lograr. Ahora seguiré entrenando. Todavía me queda mucho por mejorar. Desde que llegué a Tijuana progresé muchísimo. Tuve un cambio muy grande.
Uno podría suponer que Manuel, al tener 25 años, se encuentra en la plenitud de su carrera, pero en las artes marciales el auge de cada luchador suele llegar con cierto retraso si se lo compara con otros deportistas. “No quise ir al Contender hace 3 años porque tenía 22. Les decía: ‘No, me van a poner con uno de 30 y me van a matar’. El mejor momento en las MMA es entre los 27 y los 32. Depende de la edad en la que hayas empezado. Quizás otros lo tienen a los 37. Pero si empezaste de joven, es el rango donde se junta la experiencia, el entrenamiento y las peleas, con un estado físico impresionante”.
—Entre los comentarios de la gente se hablaba mucho de tu forma de pelear. A pesar de haber perdido, diste show y en la UFC se busca mucho eso; si no ganás, bueno, ir para adelante todo el tiempo, ¿creés que eso te beneficia para poder entrar?
—Obvio. Al final, lo más importante es eso: el show. En el tercer round sabía que venía perdiendo; me lo dijo mi coach. Intenté arrancarle la cabeza. No salí con derribos. Tenía que dar show; noquear o que me noqueen, pero ir para el frente. Yo entreno para que mi estilo sea emocionante y lindo de ver.
—¿Qué peleador te gusta ver para mejorar?
—Casi siempre estudio a los de mi categoría y de tamaños similares al mío también. Hace un tiempo miraba mucho a Alexander Volkanovski —campeón en Peso Pluma en UFC—; después a Ilia Topuria —campeón en Peso Ligero—. Justo anoche estábamos viendo a Jean Silva —brasileño—, que tiene un estilo muy raro. No lo puedo replicar, no hay forma, es un tipo muy especial. Intento sacar cosas de gente que sea similar a mí, ver qué hacen y, si eso me ayuda, buenísimo.
—¿Cómo te llevas con la idiosincrasia de la UFC de tener que demostrar una confianza por momentos desmedida en vos mismo?
—Tengo que trabajarlo. Tengo mucha confianza, pero me cuesta demostrarlo. Es difícil salir a cámara e insultar a todo el mundo; no sé si es mi estilo. Espero ser lo suficientemente emocionante arriba de la jaula para que no me haga falta hablar y decir mierda de nadie.
Las artes marciales mixtas son un deporte que todavía no acostumbra a que sus luchadores puedan vivir de la actividad. Salvo que seas de los mejores del mundo. El resto muchas veces tiene que sustentarse de otras fuentes de trabajo. Y la ecuación se complica aún más si el origen del peleador es Argentina. “Peleás en el país y te pagan 100 pesos. No hay chance, la verdad. De pelear no hay manera, vivís de los sponsors. Es muy importante trabajar bien tus redes, darle bola a eso. Los sponsors quieren que vos tengas seguidores, que la gente te mire”.
—¿De qué otras cosas trabajaste para poder seguir con el deporte?
—A los 18 yo ya empecé a dar clases; en eso me ayudó mucho mi profe de Argentina. Ahora en Tijuana también estoy dando clases personalizadas de vez en cuando. Y después he trabajado de mesero en bares, restaurantes, pero no por mucho tiempo, solamente en épocas de mucha necesidad.
—Me imagino que ahora estás descansando, pero ¿qué sigue después de esta pelea?
—Sí, estoy de vacaciones, engordando a fondo. Tampoco puedo hacer nada durante tres semanas por la nariz. Por suerte no se rompió, pero no puedo tener mucho contacto. Cuando vuelva a entrenar, me pongo en forma y ya estoy listo. Si no es UFC, será en, no sé, dos meses más, noviembre, alguna pelea cualquiera; yo estoy.
—¿En estos momentos de tiempo libre qué cosas te gusta hacer?
—A veces me saturo. Intento que no pase porque tampoco es bueno. Por ahí entreno, llego a casa, me pongo a estudiar peleas y luego de nuevo lo mismo. Ahora estoy en otra etapa; pienso que no tiene que ser 100% MMA porque te satura la mente y al final llega un punto en el que ya no aprendés porque tu cabeza no da más. Me gusta ver anime. Ahora en Tijuana, un amigo adoptó un perrito, entonces me lo paso con su perro cuando él no está y lo saco a pasear.
Manuel sigue con el mismo enfoque puesto en mejorar que tenía desde un principio. La llama que se prendió dentro de él cuando conoció la disciplina continúa radiante. Ahora la mira está dirigida a conseguir ceñirse el cinturón de la UFC, pero no olvida todo lo que se le inculcó en el camino.
—Al principio querías aprender a defenderte. ¿Con qué otras cosas te nutrió el deporte?
—Me enseñó sobre la disciplina y también de autocontrol. A estar más relajado. Es algo que veo en mucha gente: están andando en el auto, uno se les cruza y se ponen re locos. Se insultan o se quieren pegar. Hay que tener confianza en uno mismo y decir: “Ya está, no pasa nada”. A vivir muy tranquilo; la verdad es que me ayudó a vivir muy tranquilo.