jueves, octubre 2, 2025

Emiliano Lezcano y la historia detrás del tiro imposible que recorrió el mundo

Tobías Agostinis 2B

Sin dudas, la vida de Emiliano Lezcano cambió luego de ese triple desde cerca de su propio aro que le dio el triunfo a Ferro ante Boca por 76-73 en el tercer juego de los cuartos de final de la Liga Nacional. Ese tiro increíble convertido por el tucumano desde un poco más de 20 metros de distancia recorrió el mundo entero y el planeta del básquet, tanto es así que, por ejemplo, uno de los que lo retuiteó en su cuenta de X fue el ídolo de su infancia, Emanuel Ginóbili, con la frase: “Nunca vi algo similar”.

Su nombre resaltó en todas las redes sociales, portales deportivos y canales de televisión, pero su día a día de tranquilidad, paz y de perfil bajo cambió repentinamente luego de ese 12 de junio de 2025. “La semana posterior fue un caos. Tenía más de 200 mensajes en mi WhatsApp, me llamaban de FOX Sports, ESPN y otros medios para hacerme notas. Llegó un momento en el que tuve que apagar mi celular”, contó el base del elenco de Caballito.

 

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Luego del cuarto partido de la serie, que Boca se llevó 74-72 y forzó el quinto juego, el Tucu le pidió a su novia Delfina ir al cine para despejar la cabeza, pero fue todo lo contrario. Todo el público del shopping lo conocía, le pedía fotos, autógrafos y le imposibilitaban la salida del complejo. Una salida romántica para desconectar y ver “Lilo y Stitch” fue una verdadera odisea.

El portador de la camiseta número 4 del Verdolaga se crió con mucho amor y humildad en su casa de Tafí Viejo, la cual compartía con sus padres y sus hermanos Horacio, Ezequiel y Agustina. Vivían enfrente de Talleres, uno de los equipos de la ciudad, y desde que tiene uso de razón permanecía el mayor tiempo de su día dentro de las instalaciones del club.

Su madre trabajaba en una librería y su papá tenía una imprenta y toda la vida le inculcaron el sacrificio y el esfuerzo de todos los días. “Nunca nos sobró nada, tampoco nos dimos lujos, pero el plato de comida nunca faltó. A la noche se complicaba y ahora de grande me doy cuenta de que mi mamá nos decía que no tenía hambre, pero era para que comamos nosotros”, confesó.

Su familia siempre estuvo apoyándolo desde el día uno. “En la propuesta para ir a Córdoba hubo una disputa, ya que mi mamá quería que estudie y le dije llorando que me quería ir, que quería ser jugador de básquet. Me ayudaron mucho. Sin ellos no sería nada”, contó. En las charlas que a veces le toca dar en distintos clubes, Lezcano manifestó que busca transmitirles a los padres que crean en sus hijos, en que piensen que van a llegar a ser lo que quieran ser y que toda la familia crea que ellos pueden. Tienen que dejar ser a sus hijos y creer en ellos.

Emiliano jugó en Talleres hasta los 15 años, edad en la que llegó a Estudiantes de Tucumán y disputó la segunda división de la provincia: “La B tucumana es una carnicería. Me han llegado a amenazar con cuchillos desde la tribuna”, declaró. Luego pasó a Ameghino y debutó en la Liga Argentina en un encuentro ante Central de Ceres con tan solo 17 años. Regresó a “La Cebra” en 2021, pero seis meses después volvería al conjunto de Villa María para integrar el plantel que disputó la Liga Argentina y llegó a las finales, que, para lamento de Lezcano, perdieron ante Zárate en cinco partidos.

Llegó al conjunto cordobés gracias a unas pruebas que se realizaron en el club y solamente había lugar y viviendas para seis, los cuales ya habían sido elegidos y el Tucu no estaba entre ellos. Allí fue que apareció Pablo Giraudo y decidió pagar un departamento más para que Emiliano se quede y pueda jugar en el club. “Pablo es una persona muy importante para mí y siempre me ha ayudado mucho. Si él no pagaba otro lugar para mí, yo no sé si estaría jugando al básquet”, acotó. “Hace poco le envié una camiseta con una carta y me llamó llorando para agradecerme. Es un tipo que da sin recibir nada a cambio”, agregó el basquetbolista.

Otra persona muy importante en su carrera fue Gustavo Gaete, su técnico en Estudiantes, que le dio confianza y lo entrenó sin importar el horario y las condiciones climáticas. “Es un grande para mí. Veía algo en mí que yo no lo veía”, declaró.

En 2023 llegó al elenco de Caballito y convivió mucho tiempo junto a Felipe Rodríguez, jugador surgido de las inferiores del club que es uno de sus actuales compañeros. Le costó adaptarse al caos de Buenos Aires, ya que es todo lo contrario a la tranquilidad que hay en Tucumán y Villa María. Además, tuvo un breve paso por la Liga de Venezuela: “Estuvo bueno lo que viví, pero si me decían de quedarme un mes más no lo hacía”, afirmó.

Ezequiel Lezcano, su hermano, es jugador de las inferiores de Regatas de Corrientes y en el encuentro entre el Remero y Oeste le tocó ir al banco de suplentes y tuvo la posibilidad de debutar en la Liga Nacional ante el equipo de su hermano, pero finalmente no ingresó. Justamente, esa semana en la que casi se enfrentan en cancha los hermanos Lezcano fue muy dura para la familia, debido a que su padre debió ser operado del corazón. “A mi viejo lo durmieron y debía despertar en pocas horas, pero estuvo dos días sin abrir los ojos y las enfermeras nos llegaron a decir que si pasaba de esa noche era un milagro y al día siguiente despertó. Fue un milagro”, expresó el base de Ferro.

También agregó que le repercutió mucho en lo deportivo, ya que esa semana de partidos, ante Gimnasia de Comodoro Rivadavia y Oberá, respectivamente, fueron los peores de su carrera, según contó Emiliano. “A la semana siguiente de que lo operaran metí 30 puntos ante Independiente de Oliva. Fue una tranquilidad enorme”, añadió.

Su novia Delfina y su hermana Agustina creen mucho en las energías y, de a poco, se lo fueron inculcando al Tucu.

Emiliano tuvo un hermano mellizo que falleció al día siguiente en que nacieron y, justamente relacionado con las energías, siente que siempre está presente junto a él. “En el tiro, hay un momento en que la pelota baja de repente y apunta directamente hacia el aro. Siento que él estuvo ahí y me ayudó a que entrara”, describió.

Toda su vida fue llena de mucho amor, contención y compromiso: fue muy educado, respetuoso y buen estudiante. También fue abanderado en la escuela primaria, tenía asistencia perfecta y siempre salía como mejor compañero. “Mi infancia fue muy divertida, estuve rodeado de amigos”, declaró.

Su mamá, pilar en su vida, trabajó durante 20 años en la librería y hace un tiempo, entre todos los hermanos, le dijeron que deje de trabajar, que se mantenga con la venta de productos de bazar y que, si algún día necesitaba algo, que le pida a ellos. “Mi mamá trabaja desde los seis años, ya que su infancia fue muy dura y hasta en muchos casos no tenían para comer en la casa. Nosotros no estuvimos ni cerca de tener esa vida y es algo que le voy a agradecer eternamente”, comentó el joven tucumano.

“El Lobo”, como le dicen sus compañeros en Ferro, tiene como hobby y tradición familiar la pesca. “Nos gusta mucho pasar tiempo en familia. Ahí despejás la cabeza, sos vos y la caña, nada más”, agregó. También incursionó en el mundo de la cocina y su fuerte, sin dudas, es la tortilla de papas. Ama los guisos, la pata y muslo y las milanesas, aunque confesó que no le gustan mucho las que hacen en Buenos Aires, ya que no tienen tantos condimentos.

Se crió con la anaranjada debajo del brazo y se considera simpatizante de los Miami Heat. Creció en la etapa dorada de la franquicia y con LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh liderando el equipo. “En la actualidad no estamos muy bien, pero amo al entrenador Erik Spoelstra”, añadió.

El Tucu tiene una gran actualidad y busca conseguir grandes logros con el elenco verdolaga, pero en unos años se ve jugando en la Liga de Brasil para dar el salto internacional importante en su carrera.

Una vida de sacrificio, compromiso, trabajo y amor familiar. Rodeado de grandes amigos y familia, que es lo más grande que uno puede tener. Emiliano Lezcano sigue en busca de cumplir los sueños de aquel niño que iba todos los días al club Talleres para jugar al básquet y anhela ayudar a su familia y retribuir, de la manera que pueda, todo el cariño que le brindaron durante su vida. Un chico de perfil bajo que dio y dará que hablar por mucho tiempo.

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