martes, octubre 14, 2025

Social Running: la moda de conocer gente al trote

Por Laureano Vergara

Estos grupos no solo se unen: corren. Promueven la actividad física y la salud. Ofrecen un ambiente despejado y descontracturado para conocer personas por fuera de la bruma y la tensión de la noche. Atraen, incluyen, crecen. El trote, el cansancio y el sudor lo transforman en momentos de conexión y risas en solo minutos. Circulan por el Rosedal, por los Bosques de Palermo, por Recoleta, por Puerto Madero. Copan cafeterías y bares, a la mañana y a la noche.

Los Social Run se imponen por necesidad y mandan un mensaje claro: más relaciones auténticas y basta de vínculos artificiales.

NAB Running

—Mérito para los que se levantaron a la mañana, doble mérito para los que se levantaron a la mañana y vinieron a correr, y triple mérito para el que salió a la noche, se levantó a la mañana y vino a correr —dice Nazareno desde el centro de la ronda.

Y debería sumar un cuarto: haber salido de la cama a pesar del frío invernal. 

El círculo crece cada vez más; la voz se esfuerza para llegar a cada una de las aproximadamente 30 personas. Mientras, los integrantes entran en calor: movimientos circulares de tobillo, rebotes de las manos en busca de los pies, balanceos frontales y laterales apoyado en el de al lado.

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Es sábado en el Rosedal de Palermo, que desde hace un tiempo sufre —o goza— de una invasión. Cientos de runners copan el parque para realizar actividad física. Por su superproducción, diferenciarlos es fácil: guantes, gorras, bandanas, cuellitos, anteojos, chalecos, cinturones, shorts o calzas, zapatillas con suelas tan altas como tacos y relojes con más funciones que una navaja suiza. Casi todo llamativo; casi todo multicolor, fluorescente. Jóvenes, adultos, mayores; en solitario, en pareja, en grupos. Algunos multitudinarios; otros, como este, aún con una pizca de intimidad. 

Acuerdensé que hacemos dos grupos. Para el de 5 kilómetros los va a estar acompañando Agustina; los que quieran hacer 8, yo voy con ustedes —agrega Nazareno.

Se reúnen todos —jóvenes entre 20 y 30 en su mayoría— en el asfalto y el sonido rítmico de los pies sobre la superficie indica el comienzo de la acción. 

El grupo se llama NAB Running y lo impulsó la pareja conformada por Nazareno Brain y Agustina Middleton. Ninguno de los dos estudia o se dedica a algo relacionado con la actividad física, pero el gusto por salir a correr los llevó a crear su propio Social Run. Para Nazareno, correr era una puerta de salida: “Un oasis donde yo podía tomar decisiones personales acerca de mi vida, solo y sin distracciones”. Aunque se dio cuenta de que cuando entrenaba para las carreras largas —más de 20 kilómetros—, tener compañía era un apoyo fundamental que le impedía caer en las garras de los demonios internos. Agustina, la otra cara de la moneda, no podía correr si no era acompañada. En un viaje por México, se animaron a dar el paso, y desde marzo organizan salidas todos los sábados. 

—¡Dale, dale, a subir, que no decaiga! —se escucha.

El grupo sale del Rosedal, se interna en los bosques de Palermo y los gritos son de ánimo para el esfuerzo que supone cruzar el puente peatonal de Avenida Dorrego. El sudor no es mucho: hace frío. Pero el cansancio se hace notar. Sobre todo en quienes apenas acaban de sumergirse en el universo del running. Para ellos están como soporte los experimentados con comentarios, simples y sencillos, pero con alta eficacia. Algunos charlan mientras trotan, otros sacan fotos y videos. Están los silenciosos enfocados y los silenciosos tímidos, que aún no logran desprenderse de la vergüenza.

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La gente suele llegar sola al grupo. El algoritmo de las redes los capta y atrae. Les dicen que van a encontrarse un lugar inclusivo para hacer actividad física, conocer gente y divertirse; exactamente eso es lo que ocurre.

Las primeras juntadas eran con amigos y familiares. Un par de meses después, alrededor de 60 personas acuden cada fin de semana. Y entre 300 y 400 cuando hacen un evento especial una vez por mes, donde hay sauna, kinesiólogos con camillas para masajes, botas de compresión, piletas de crioterapia. Un paraíso fitness.

—¿Por qué creen que viene tanta gente?

—Encontrás un lugar de integración. Está bueno para conocer a otros, pero también como motor de la salud física y mental. Conectás en lo social en un ambiente que no es la noche. Hay quienes no se identifican con eso; salen solo para pertenecer —responde en conjunto la pareja.

La brisa es leve. El cielo, impoluto, ayuda a que el sol llegue a través de sus rayos para calentar y enfrentar el frío. Ya volviendo al punto de partida, las piernas comienzan a cansarse y el aliento a faltar. Ambos grupos tratan de no desarmarse; esperan a los que tienen un ritmo más lento. Quienes los reciben con sus graznidos en el Rosedal son los gansos, que salen del lago y se mezclan entre el gentío. 

La línea de meta es un bar en Los Arcos del Rosedal. La actividad física previa sirvió como chispa para prender fuego las amarras de la timidez. Ahora el espacio es propicio para socializar y las nuevas afinidades ya se van notando. 

—¿Cuánto tiempo hiciste? —se escucha en algún lugar.

De todas las que probé, estas siguen siendo las más cómodas —llega desde otro.

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Se escuchan voces del interior, de Venezuela, de Ecuador; acentos que flotan en el aire. Hasta el inglés circula entre un par de amigas estadounidenses. Luego de pedir los cafés y comidas —tostadas con huevo y palta, yogures con granola—, los runners salen al exterior del bar. Grandes sillones de madera con mini almohadones están dispuestos en círculo, ofreciendo una vista privilegiada al lago. Las charlas fluyen amenas. Todos se involucran; quieren ser parte. 

—¿Se formaron amistades o parejas?

—Sí, se han hecho grupos de amigos, se han pedido Instagrams —comenta Nazareno.

—Funciona como Tinder también —revela Agustina.

—No sabemos todavía nada concreto. Tampoco vamos a quemar a nadie. Pero sí, se está formando algo lindo —dice entre risas Nazareno.

—¿Y qué buscan promover?

—Crear comunidad y sentido de pertenencia. La gente siempre fue muy excluida. Le tiramos un palito a la noche, aunque tiene que ser un equilibrio. Pero es hacerle un poco la contra; ahí tenés que vestirte bien, ser hegemónico, gastar mucha plata. Acá no necesitás nada de eso. Venís con lo que tenés. El valor fundamental de NAB es la inclusividad —afirman ambos convencidos. 

La juntada se extiende sin prisa. Pasado el mediodía, luego de un par de horas de intercambios y diversión, cada uno comienza su regreso a casa. La superficie del lago brilla con el sol. En el parque, el flujo de corredores, ciclistas y patinadores continúa incesante.

Correr por la mañana | Foto Premium

Social Running Argentina

Son las 8 de la mañana, nuevamente sábado, y en Avenida Libertador y Alcorta se ve más gente trotando por las veredas que autos circulando en las calles. Se aproxima la hora acordada para el comienzo de la juntada y los runners comienzan a entrar desde distintos puntos al Parque Naciones Unidas. Aparecen solitarios; pocos llegan acompañados por alguien. Empiezan a reunirse en círculo, pero casi no hay intercambios de palabras, más que un “hola, ¿cómo están?” y un “todo bien” como respuesta. 

La Floralis Genérica, aún incompleta, es la espectadora principal y los observa. Hay pequeñas nubes en el cielo y la cortina de neblina no se termina de disipar, pero eso no impide que los pétalos gigantes de acero brillen con el sol, que comienza a salir desde el noreste. 

Entre los tempraneros en llegar está Katy: 21 años, barilochense y estudiante de Chef. 

Es la primera vez que vengo. Lo encontré por Instagram, buscando un grupo para correr y me gustó la iniciativa de poder conocer gente, tomar un café; el after.

Resulta difícil contar la cantidad de presentes, pero hay muchos; más de un centenar tal vez. La mayoría flota en la franja de los 20 y los 35, aunque se ven excepciones que la superan. Calcular la diferencia entre hombres y mujeres es imposible a simple vista: un empate haragán. 

Hasta que aparecen Michelle Turquie, creadora de Social Running Argentina, y Gad Stam, su invaluable mano derecha. Brazos ocupados con un cajón de bananas que se repartirán luego, un parlante para la música y un altoparlante para hablar. Luego de los saludos iniciales, ambos se turnan para explicar la actividad a los nuevos. Los chistes y la buena onda son infaltables.

Lo que yo siempre digo: si vas atrás de Michu, estás mal, pero no pasa nada —se escucha desde el altoparlante que distorsiona la voz de Gad.

Dadas las instrucciones, la flota, acompañada por un par de amigos de cuatro patas, sale decidida a recorrer las calles de la ciudad detrás de Gad, que lleva puesta una remera negra de SRA con las palabras “MOVE, CONNECT, GROW” —moverse, conectar, crecer— en blanco. La música, al palo, motiva a seguir el mensaje.

—¿Cómo empezaste este proyecto?

—Soy muy hiperactiva y, cuando quiero algo, lo hago. Quería ir a uno con una amiga, pero algo no me cerraba. Así que le dije que tenía ganas de hacerlo yo misma. A las 2 horas ya tenía cerrado el lugar, flyer, todo. Y mi amiga me dice: “A no sabía que era tan en serio” —cuenta Michelle mientras toma su café.

Le pasaba que, al trabajar remoto, no encontraba un lugar apto para conocer gente. Con 20 años no sale de noche, no usa Tinder, y ya no podía obligar más a las amigas a que corrieran con ella. “Es un espacio re lindo, sano. Me parece un planazo; si yo no lo hubiese hecho, 100% iría a otro”, afirma.

Imágenes de Running friends libres de derechos | DepositPhotos

En el primer evento necesitaba vender 15 entradas para no perder plata. Cuando llevaba menos de 20 minutos publicado en Instagram, ya se habían comprado 26 lugares. No lo podía creer porque no conocía a ninguna de esas personas. Superpositiva, estimaba que se anotarían unas 40. Tuvo que frenarlo cuando la cifra llegó a 90.

La modalidad del grupo muta. La idea se basa en recorrer diferentes cafés de la ciudad si se hace a la mañana. O tomar un vino y tirar las cartas con un tarotista si se corre por la noche. Y para julio el grupo ya tiene organizado dar el salto: un viaje de 30 personas a Chapadmalal —los cupos se agotaron— donde los runners se hospedarán en un hostel cerrado para ellos. Correrán durante amaneceres y atardeceres, además de contar con clases de yoga y un chef privado. Marketing al 100%. 

Se terminaron los 5 kilómetros y la tropa llegó al café. La fila para hacer el pedido es de casi media cuadra. Los outsiders observan la escena con asombro; unos pocos se acercan a preguntar de qué se trata. Los intercambios esporádicos se convirtieron en charlas incesantes. De fondo suena un techno chill que toca una DJ con su consola y un fotógrafo dispara flashes.

Los runners hacen sus pedidos y salen al exterior; debajo de un deck rodeado por grandes alocasias se distribuyen pequeñas mesas grises de metal. Alrededor de una se sientan cuatro hombres de distintas edades, que conversan como si se conocieran de toda la vida.

—¿Se han formado relaciones o grupos de amigos?

—Sí, re —dice Michelle mientras asiente enfáticamente con la cabeza. Yo hice amigas con las que ahora almuerzo los domingos. Todo el mundo se está llevando gente nueva. Es re loco: traigo a mi amiga para correr, me despisto un segundo y de pronto te dicen “hoy a la noche tengo una cita”.

—¿Qué tiene de diferente esto con las aplicaciones?

—Mucho más genuino y menos superficial. Es estar acá. Tenés conversaciones casuales; no te estoy poniendo like y paso a otro chat. Encima acabás de correr. No vas a ver la foto que subís en Tinder; con eso no chamuyás nada —contesta Michelle.

Pienso que es conectar desde otro lado —cierra en tono reflexivo Gad.

Los runners a full :: Olé - ole.com.ar

Hoy Empiezo Club

Cruzar el canal hacia Puerto Madero por Cecilia Grierson es casi una travesía. Llovizna y el viento es racheado. El frío: helado. Por suerte, el café no está lejos y al entrar se siente como un refugio acogedor. 

Para Ailín Burgos y Julia González, el día parece ser una jornada soleada de verano. Reciben y saludan a cada uno de los runners; consultan una lista y los dividen en grupos con pulseras: verdes, violetas, anaranjadas y azules. Cada color tiene una misión y consignas que cumplir durante el entrenamiento: sentadillas, burpees; fotos y videos como evidencia. Y, lo más importante, jamás separarse de los compañeros. Llegar como sea, pero juntos.

En octubre de 2024, Ailín decidió dar paso a la acción. Subía contenido a las redes sobre motivación, y aunque veía que el público apoyaba sus videos, se daba cuenta de que no lo trasladaban a los hechos. Como la coach ontológica especializada en deporte, instructora de running y estudiante de Medicina que es, quería armar algo que promoviera hábitos saludables. Lo primero que hizo fue llamar a “Ju” —como ella le dice—, para que la ayudara con la organización. Así nacen los llamados “Motiveishonn Day” dentro de Hoy Empiezo Club, un espacio donde se mezclan deportistas principiantes y experimentados; un lugar para comenzar desde cero o continuar el crecimiento.

Otra razón que la incentivó a crear el espacio fue tener un lugar distinto para relacionarse con la gente. No le servían las apps de citas y quería encontrar alguien que compartiera la conexión que ella tiene con el deporte.

Hasta ahora es muy “friendly” todo. Hay un montón de grupos que se hicieron amigos, que se juntan durante la semana; van al teatro, por ejemplo. Incluso yo tengo el mío. Y parejas, no sé cómo han progresado, pero sí que se armaron tres.

Los tips, técnicas de carrera y mensajes motivacionales que siempre tienen lugar durante la entrada en calor, esta vez no están: quedarse quieto, escuchar y aprender no es una opción con este clima. Luego de un precalentamiento improvisado, arranca la actividad. 

Correr con lluvia no es fácil. La atención tiene que ser aguda. Los runners trotan y atienden el camino: saltan charcos; esquivan hojas y barro para no resbalar. En el parlante se escucha “Freed From Desire” y similares. La música se combina con el sonido de las pisadas sobre el agua y el roce del nailon de las camperas rompevientos. En las calles no hay compañía: Puerto Madero parece una zona fantasma. De fondo, sin terminar de materializarse por la neblina, aparecen, gigantes, las torres. 

En este grupo la actividad no es lineal, no se trata solamente de ir del punto A al B y volver; entre medio, hay pequeñas pausas para realizar distintos ejercicios.

Nos vamos a poner de a 2, con alguien que no conozcan. Pregúntense el nombre; vinimos a ver nuevas personas. Hacemos sprints hasta aquel tacho y volvemos suave —dice Ailín señalando con el dedo—. 

Cada paréntesis en el trote sirve para volver a reunir a los runners que se distanciaron. Aunque no tengan el mismo ritmo, el llegar juntos juega un papel importante en la mente de los menos experimentados.

Al que tenés al lado, decile que lo está haciendo bien. Si uno empieza a caminar, lo hacen todos —son las instrucciones. 

El viento ralentiza, pero no detiene. El deseo de café, comida y calor es el faro que alimenta el ánimo de los corredores: la luz en un día gris.

correr-grupo-amigos-feliz-edad - Escuela de Running

En Hoy Empiezo Club también se organizan para hacer carreras en conjunto. Son el estímulo para tanto entrenamiento y una especie de premio por el esfuerzo hecho durante meses. “Hace cuatro años que corro; ya tengo un calendario mental de carreras que están muy buenas para hacer. A mí me gusta llevarte a las que sé que lo vas a pasar bien. Y después hay chicos que dicen ‘che, quiero correr tal carrera’ y se juntan entre ellos”, comenta Ailín.

El éxito y la difusión del grupo son tales, que en marzo recibieron por mail una convocatoria por parte de la marca alemana de las tres rayas para colaborar. Fueron promotores de los 15K de Adizero, realizados en el autódromo de la ciudad, y también lo son para la Media Maratón de Buenos Aires que se llevará a cabo a finales de agosto. A cambio: inscripciones gratis y descuentos para quienes son parte. 

Una locura. No sé si reconocimiento es la palabra, pero que alguien muy allá arriba haya visto lo que hacemos significa que nos salen las cosas bien, y a veces es muy difícil reconocerse a uno mismo. 

En la cafetería, que mantiene una estética moderna y minimalista, las mesas se llenan de infusiones, bowls de acaí, yogures con granola y avocado toasts. Las charlas varían: entre algunos hombres se habla sobre automovilismo. La pertenencia que se genera al grupo es fuerte; algunas personas llegan a compartir al lugar a pesar de no haber salido a correr. Luego de un rato, se distribuyen papeles con preguntas a responder para profundizar en los intercambios.

—¿Qué buscás transmitir en los encuentros? Veo que le das mucha importancia al tema de la salud.

—Sí, es motivar a la gente a que se mueva. Me da igual si es una vez a la semana. El Social Run no es ver quién es más lindo, quién es más fachero. No. Es sostener un ejercicio; haberte levantado hoy —responde seria Ailín—. Es prevención para un montón de enfermedades. Los que vienen empiezan a tener hábitos más saludables y eso me hace muy feliz. Es mi forma de transmitir salud.

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