Por Lourdes Castaño y Guadalupe Weimann
El fútbol puede enseñarte a correr, a gambetear, a pegarle con el alma, pero los libros serán la jugada que dure toda la vida y construyan oportunidades
Cuatro décadas, cientos de partidos, innumerables entrenamientos, grupos de futbolistas a cargo, victorias celebradas y derrotas que dolieron hasta lo profundo de su alma. Esta es un poco la historia de Frank Darío Kudelka, actual técnico de Huracán, quién entiende que su rol va más allá del juego. Debe dejar en cada uno una huella importante.
Sentado, pensativo y un poco nostálgico, Frank recuerda su historia, desde aquel niño de Freyre, un pequeño pueblo de la ciudad de Córdoba, donde soñaba con ser delantero, hasta las puertas que muchas veces le cerraron en la cara por no haber sido futbolista profesional, pero que tenía una personalidad obstinada, con firmes ideas, perseverante y una meta clara: ser entrenador de Primera División.
Una sonrisa se divisa en el rostro cuando cuenta sus primeros pasos en el mundo del deporte, los ascensos que ha vivido, las finales inolvidables y todos los momentos que atesora y guarda en la memoria. Tanto los recuerdos buenos, como las temporadas difíciles, donde la gloria se le escapó varias veces de las manos. Sin embargo, la fe y la convicción fueron su mejor escudo para seguir adelante. Hoy, mira atrás y no ve resultados. Ve rostros, abrazos, enseñanzas y la certeza de que dedicó su vida a una pasión que lo eligió tanto como él la eligió a ella.
Durante su extensa trayectoria atravesó distintas transformaciones del fútbol. El deporte y los jugadores ya no son los mismos que cuando comenzó su carrera en 1987 y él lo sabe: continúa estudiando y capacitándose para adaptarse a los cambios que se le presentan. Él no tiene dudas de que su rol no es netamente futbolístico, que el entrenador no es sólo pizarrón y tácticas. Las piernas se cansan, una lesión te puede dejar fuera de la cancha, o el destino puede cambiar de rumbo, por eso sabe que es ahí donde el estudio pasa a ser la mejor jugada.
-¿Qué recordás y conservás del Kudelka chico que vivía en el pueblito de Córdoba?
-Cosas hermosas, mi club -Club Atlético 9 de Julio Olímpico de Freyre- jugar al fútbol en todos los barrios, el campo. La verdad que una niñez maravillosa, tengo miles de recuerdos hermosos. También recuerdo mis irritaciones, mis enojos, eso no lo cambié nunca. Siempre fui un caprichoso en ese sentido. A veces me río de mí mismo, lo hablo con mis psicólogos y coaches en la semana, no puedo salir de eso. Ellos me dicen que soy eso, hasta mamá me reta. Me ve en televisión y me llama para decirme: “Todavía seguís siendo ese nene chiquitito que se enojaba por todo”.
-¿El llamado para el Servicio Militar afectó en tu sueño de jugar en Primera?
-Sí, es verdad, tenía la notificación para ir a un club importante de Rosario y ser parte de la Reserva. Fue un momento en el cual estaba jugando muy bien en mi pueblo, en una liga regional y me llamaron para tener una prueba. Pero a la semana siguiente me llegó otra invitación, la del Servicio Militar Obligatorio, la vida me tenía otros planes que me alejaron del profesionalismo y me acercaron a los miedos de no saber si me tocaba ir a la Guerra de Malvinas.
-¿Esto fue un incentivo para luego estudiar el profesorado en educación física?
-Sí, porque mi deseo era estar en una cancha de fútbol de alguna manera. En realidad, tenía el sueño de ser jugador profesional, jugaba de 9 y quería ser goleador para llegar a Europa. Cuando terminé el Servicio Militar estudié ciencias económicas, pero no me gustaba estar encerrado, soy más del aire libre. Dejé mi pueblo para irme a Santa Fe para estudiar educación física, trabajé de eso para ganarme la vida pero siempre mi meta era trabajar en el fútbol. De hecho lo hice, y agradecido estoy.
-¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser director técnico?
-Confiar en sí mismo, capacitarse, que no esté apurado, saber que las cosas tienen sus tiempos, nada llega rápido. Pero fundamentalmente formarse, no solo adquirir el conocimiento del fútbol en sí, para después brindarles a los jugadores, sino en cómo gestionar a un grupo humano o a un individuo tan importante en este momento. Un buen conductor desde lo social tiene mucho más para ganar. Además, hay que saber reconocer cuando te equivocás, no creerte el dueño de la verdad.
-Una vez dijiste -cada caída es una pausa, no un final- ¿seguís pensando así?
-Creo que las personas nos caemos y nos levantamos permanentemente. Por lo menos, nos caemos seguros. Cada uno, haga lo que haga, eso ocurre, es una ley no escrita. El tema es si nosotros vemos esa caída trágica como una oportunidad de volver a empezar y levantarte, seguir para adelante.
-¿Cómo manejás al grupo en tu rol como DT? ¿Notás cambios en las responsabilidades de los futbolistas fuera de los partidos?
-Sigo estudiando, haciendo cursos y leyendo muchísimo sobre formas de conducción en los momentos en los que me siento debilitado o disconforme con mi accionar. Creo que el aspecto pedagógico es muy importante a tener en cuenta para quien conduce un equipo, porque los entrenadores no tienen un jugador de fútbol bajo su gestión, vos tenés un ser humano al que hay que educar, respetar, ayudar, hacerle encontrar el camino porque el fútbol después termina. Cambios hay, hoy en día es fácil encontrar información, ya no hace falta aprender. Abrís el teléfono, buscás y ya tenés la respuesta. Pero eso te deja vacío de tu propia construcción. Lamentablemente, hoy se pierde ese camino pedagógico de enseñanza-aprendizaje.
-¿Cómo ayudás a los jugadores a que salgan de la comodidad de sólo ir a entrenar y no estudiar en sus tiempos libres?
-Es difícil, son tiempos donde lo exterior, el consumismo te pasa por arriba. Los ayudamos dándoles la opinión y fundamentos de porqué uno cree que tienen que hacer las cosas, a veces le digo a los chicos: “¿Cuántas veces miraste a un jugador en tu posición o usaste tu tiempo para ayudar a tu carrera? ¿Te tomaste una hora para adquirir aprendizajes que no tenés en los entrenamientos?¿Cómo se desmarca este jugador?”. Rara vez utilizan ese tiempo libre para su propio aprendizaje, porque hay tantas distracciones en un celular que los lleva a la parte no fundamental de su propia carrera. Hoy se dispersa mucho el tiempo, entre ir a entrenar y lo que te entretiene el resto del día. Un caso excepcional: Cristiano Ronaldo. Él invierte su tiempo en su físico y si bien tiene el poderío económico para hacerlo, elige invertir en eso. Un buen nutricionista, gente que lo apoye, hace una inversión en su carrera. Y no hace falta tener el dinero que él tiene para lograrlo. Creo que los que logran sostenerse tienen el poder de despejar las atracciones.
-¿Cómo inculcarle eso a quien no quiere?
-Utilizo una herramienta hermosa: cotejar la realidad, de esta manera te va a pasar esto, y de esta manera te va a pasar lo otro. Y no por creernos dueños de la verdad sino porque ya está ejemplificado y hecho por otros. En algunos lo lográs, y en los que no, en algún momento de su vida, se dan cuenta que era lo mejor para su carrera.
-¿Cuál creés que es tu huella cada vez que vas a un club?
-Lo que dejo no sé, pero sí lo que intento; entender que nada es drástico o permanente, transitar el presente con alegría más allá de cualquier resultado efímero y fundamentalmente, tratar de lograr que los futbolistas se eduquen, se cuiden, se respeten a ellos mismos y a los demás, que sepan que la vida no termina en el fútbol pero lo que logren aprender de él en su camino, será lo que le transmitan a sus seres querido el día de mañana.
-¿Cómo trabajás las críticas hacia los jugadores?
-Hoy en día creo que las redes sociales hacen que esto sea difícil de trabajar. Nos toca a nosotros también, pero esa no es la realidad, es una parte, ya sea cuando te alaban o cuando te critican. Lo que pasa es que las redes sociales están impregnadas de mala educación, hay que tener un equilibrio ya que no es fácil leer cuando hablan mal de uno, pero es lindo cuando hablan bien. Es lo que trato de enseñarles a mis jugadores. Si les gusta escuchar cuando te endulzan el oído, hay que ser valientes para hacer lo mismo cuando te lo ponen sucio, y si no, que no transiten las redes sociales ni siquiera cuando ganen, porque en ese caso buscás sólo alimentar tu ego. Hay que entender que ambas cosas distorsionan, no los ponen en su eje de aprendizaje ni de crecimiento, son agentes distractores por donde se lo mire.