Por Julieta Silva Idiart
“Yo no era fotógrafo oficial del club, pero sacaba todas las fotos que podía”, así se presentó Carlos Ronga, rosarino e hincha de Newell ́s, quien es el autor de la parte más exclusiva del archivo fotográfico de Diego Maradona en su paso por La Lepra.
El 13 de septiembre de 1993 aterrizó en la ciudad santafesina un vuelo privado que traía al 10 para firmar su contrato con el conjunto dirigido en ese entonces por Jorge Solari. Diego volvía al fútbol argentino tras 11 años jugando en Europa; en el medio fue campeón del mundo en 1986, revolucionó Italia con su santificado paso por Napoli y sufrió por primera vez una inhibición de FIFA por doping positivo. “Con un grupo de hinchas de Newell ́s nos juntamos en un bar que se llama Pan y Manteca y un periodista que también estaba ahí nos dio la primicia”, de esta manera se enteró Carlos quién era el flamante fichaje de su club, como también cuándo iba a llegar: “Fui al aeropuerto y me quedé esperándolo ahí. Un oficial que yo conocía me dejó pasar”, así, muy decidido y con un poco de suerte pudo capturar de cerca el momento en que el Pelusa se bajó del avión y lo recibió un techo improvisado como tribuna colmado de fanáticos que fueron saludados desde la pista.
“Había fotógrafos de todo el mundo, pero el único que estaba dentro del vestuario y del campo de juego era yo”, recordaba con alegría y un poco de orgullo Ronga, quien no tenía siquiera una acreditación oficial, sino que gracias a su buena relación con los jugadores del plantel y con algunos directivos pudo escabullirse donde nadie más lo logró aquel día, aunque se lamentó haber tenido que irse antes del festejo porque el diario La Capital le pidió imágenes para publicar al día siguiente y “no era como ahora que lo haces en 5 minutos”, tuvo que ir a revelarlas.
32 años después del día en que conoció a Diego, se le ocurrió jugar un poco con la (impensada en ese entonces) inteligencia artificial: “Puse ́Maradona y yo ́ (Carlos Ronga) y me sacó un resumen impresionante”, comentó emocionado por la información que encontró sobre él al lado de uno de los nombres más reconocidos de la historia.
Ocho días antes de su llegada a la Lepra, Diego estaba en la tribuna del Estadio Monumental para ver el partido en que la Selección Argentina perdió 5 a 0 con Colombia por Eliminatorias. El público Argentino pidió por la vuelta del histórico 10 y la revista El Gráfico publicó una edición con una tapa negra y la palabra “vergüenza” resaltaba en amarillo.
El día del primer entrenamiento de Diego, Carlos pasaba por el estadio y lo vio bajar de una camioneta Mercedes Benz junto a tres guardaespaldas; se acercó a él y le dijo que quería hacerle fotos para unos pósters y venderlos en los kioscos: “Te voy a dar la exclusiva porque estoy re caliente con los de El Gráfico”, le respondió el campeón del mundo con su estilo siempre genuino.
“Eso fue un martes, el jueves me citó al predio de Bella Vista, cerró el entrenamiento y cuando terminó lo tuve 10 minutos haciendo jueguitos solo para mí. Él seguía haciendo, entonces yo seguía sacando fotos”, recordó Ronga, como también el detalle que esperando a que se desocupe estaban Claudia y sus hijas, sentadas tomando mates.
Con la plata de los posters pudo comprarse una computadora. La figura de Maradona generó trabajo a muchos sectores y familias en Rosario; Carlos analizó que con Ángel Di María ahora en Rosario Central tal vez esté sucediendo algo similar, pero que lo que provocó Diego solo sería capaz de repetirlo Lionel Messi y él confía en que Leo algún día va a volver al club que lo vio nacer.
Se volvieron a ver las caras una vez que por una inundación en Rosario, Diego fue al partido a benefició de los damnificados: “Yo había hecho una ampliación de tamaño natural de él, mide -se frena y la memoria lo corrige- medía un metro sesenta y tres. Se la llevé a un palco en el que él estaba para que haga una rifa para juntar dinero para los afectados, pero el astro argentino tenía pensado otro destino para el regalo: “¿Qué rifa? Este me lo llevo a mi casa, sí me separé de Claudia y no me dejó ni una foto”.