Por Manuel Martínez Cataldo
“No hay sensación como la de representar a tu país”. Esas fueron las palabras de Giannis Antetokounmpo tras vencer 92-89 a Finlandia y ganar la medalla de bronce en el Eurobasket 2025, la primera presea con el equipo nacional para la figura helénica. Los dos premios de MVP de la NBA, como también el trofeo Larry O’Brien obtenido en 2021, quedarán ahora en segundo plano para un Giannis que se mostró muy conmovido por el podio logrado en Riga, Letonia.
La historia de Antetokounmpo en la mejor liga del mundo es una de crecimiento constante. Llegó como una joven promesa y se fue convirtiendo lentamente en una de las figuras principales, con un notable cambio físico en el medio pero la misma energía de siempre. Fue nombrado dos veces consecutivas como el mejor jugador de la NBA, y fue también el MVP de las finales 2021, en las que le dio a los Milwaukee Bucks, franquicia que confió en él en 2013, su primer título en 50 años.
Sin embargo, su camino con la selección de Grecia tomó un camino opuesto. Si bien era indiscutidamente el líder del equipo, las dudas sobre si podía adaptar su juego vertiginoso y frenético a la pausa y la táctica del básquet FIBA se hacían presentes cada vez que los helénicos quedaban afuera de los torneos importantes, como ocurrió desde el Mundial 2014, en el que debutó con la selección mayor, en adelante. La imposibilidad de devolver a su país a lo más alto de Europa era, hasta esta edición del Eurobasket, la gran espina de la carrera de Giannis.
La relación de Antetokounmpo con su equipo nacional fue muy fuerte desde el primer día, llegando a ser, en el Mundial 2019, el primer MVP en vigencia de la NBA en representar a su selección en el torneo. Los malos resultados que condenaron a Grecia al decimoprimer puesto fueron mal recibidos por la prensa local, y obligaron a la estrella a dar un paso al costado. Volvió para el Eurobasket 2023 y fue abanderado de la delegación en París 2024.
El básquet le debía un festejo con su amada selección, que llegó finalmente en Letonia. Sus grandes actuaciones, que le valieron para ingresar al quinteto ideal de la competencia, son anecdóticas. El logro de Antetokounmpo va más allá del juego y de las estadísticas. Es una historia de superación, de hermandad y de cumplir con su palabra. No eligió el camino fácil, y eso hace que la medalla de bronce que ahora cuelga de su cuello tenga gusto a oro. “Cuando ganas un MVP, tu familia está feliz. Pero cuando ganás una medalla para tu país, hacés felices a 13 millones de personas. Nunca había sentido eso antes”, sentenció el griego.