sábado, septiembre 13, 2025

Pablo Vegetti: los goles llegan cuando deben

Por Tomás Solé

El domingo 30 de marzo de 2025, en una noche lluviosa pero calurosa, bien tropical, como es el clima en Rio de Janeiro, Brasil, se enfrentan Vasco da Gama y Santos por la primera fecha del Brasileirão. El partido está 1 a 1. Al minuto 78 suena el silbato. Dimitri Payet toma dos pasos de distancia y, a la carrera, acaricia la pelota desde un tiro libre en tres cuartos de cancha: centro al punto penal. Mientras la pelota cae y todos intentan desmarcarse, el capitán se saca un hombre de encima con un movimiento de brazos y ataca el espacio vacío en el área con un salto característico. La pelota toma la rosca justa, le alcanza su cabeza y, como si fuera un susurro al oído, la acomoda al otro palo. El número 99 corre hacia el banderín mientras el Estadio São Januário se viene abajo. Entre ruidos, planta sus pies en paralelo y, mirando a la tribuna desmoronarse, se tapa su ojo derecho con la mano derecha y levanta su izquierda. Un pirata de sangre acaba de ganar el partido.

Ese es Pablo Vegetti, delantero y capitán de Vasco da Gama, que a sus 36 años vive el mejor momento de su carrera. A los 30, cuando la mayoría de los delanteros piensan en el retiro, él recién empezaba a escribir su historia.

Fue en Belgrano de Córdoba donde encontró todo lo que le había faltado antes: confianza, continuidad y una tribuna que lo abrazó desde que llegó en 2019 de Instituto de Córdoba. Se convirtió en goleador, referente y pieza clave del ascenso a la Primera División en 2022. Metía goles, promedio de 0,54 por partido, ponía el cuerpo, hablaba en la cancha y tiraba del equipo cuando más lo necesitaban. Llegó al “Pirata”, impulsado por Guillermo Farré, técnico durante el ascenso de Belgrano, y en poco tiempo se volvió ídolo. “Si se queda, va a ser el mejor 9 del país”, dijo Farré en TNT Sports tras el ascenso.

Su gran salto fue en Belgrano, pero no sólo futbolístico. Facundo Affranchino, compañero en Instituto en la temporada 2018-2019, lo explica: “Se volvió obsesivo con los detalles, si algo le funcionaba, lo potenciaba. Era muy profesional ya que cuidaba el descanso, la alimentación, el entrenamiento y nunca se conformaba”.

Además, en una charla íntima con su amigo Affranchino, Vegetti confesó un detalle clave de su transformación: el nacimiento de su hijo, Vittorio, marcó un antes y un después. Desde entonces, manejó mejor la ansiedad, se enfocó más y empezó a controlar emociones que antes podían jugarle en contra. Ese cambio personal fue tan determinante como su preparación física.

Su debut profesional había llegado tarde, a los 24 años, en Villa San Carlos, un club de Berisso. En la temporada 2012-13 fue goleador del ascenso a la B Nacional, con 24 goles. Eso lo llevó en 2013 a Rangers de Talca, Chile. Pero no tuvo la continuidad ni el protagonismo que esperaba. Volvió rápido a Argentina, buscando minutos y revancha. Pasó por Ferro en la temporada 2014-15, Gimnasia La Plata, en dos etapas entre 2015 y 2017, Colón y Boca Unidos, donde incluso descendió en 2018. Todo parecía indicar que su carrera seguiría en la medianía, hasta que Instituto apareció en su camino. Ahí, con 30 años, firmó una gran campaña en su única temporada en el club en el segundo semestre de 2018: 15 goles en 23 partidos. Eso llamó la atención de Belgrano. “Las ganas y el profesionalismo que tenía eran distintivos”, recuerda Diego Cagna, DT suyo en Instituto.

Historias como la de Vegetti no son únicas. Goleadores como Germán Cano o Jamie Vardy también encontraron su mejor versión después de los 30 y tras ser padres. Pero Vegetti la tuvo todavía más difícil: debut tardío, años de pelear desde atrás, de buscar su lugar, hasta que encontró en Belgrano el escenario ideal para explotar. Ese escenario lo convirtió en ídolo y marcó su carrera.

“Es un auténtico líder. Se comunica y exige a todos al máximo”, cuenta Bruno Lazaroni, entrenador asistente actual en Vasco. Vegetti hoy grita goles, capitanea a uno de los grandes de Brasil y demuestra que, a veces, el fútbol da recompensa a los que trabajan y, sobre todo, saben esperar.

Algunos goleadores marcan su historia desde jóvenes. Y otros, como Pablo Vegetti, la escriben cuando están listos, o cuando simplemente los goles llegan.

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