sábado, septiembre 13, 2025

Felipe Loyola, el desorden en la cancha y el orden en la mente

Por Agustina Lamenti

El pasado 8 de marzo de 2025, Independiente se enfrentaba a Godoy Cruz por la fecha 11 del torneo Apertura. Ya había caído la noche en el Libertadores de América cuando Felipe Loyola vio la pelota entrar en el arco rival, luego de salir disparada desde su propio pie, y corrió al córner más cercano. Desde la primera fila de la Santoro baja hasta el piso más alto de la cuarta garganta, los hinchas rojos lo esperaban desesperados. El chileno saltó y sus piernas volvieron a pisar el pasto separadas, mientras él miraba al público que gritaba el primer gol del 4 a 0. Flexionó los brazos y con los dedos índices se apuntó la cabeza mientras sostenía una sonrisa de orgullo. Ese festejo, que ya se volvió costumbre en el resto de sus goles, albergaba la fuerte mentalidad del todocampista ya formado.

Los todocampistas son muy solicitados gracias a su condición física, visión del juego y habilidad técnica para cubrir la cancha de un área a la otra, box to box, como se les dice en Inglaterra. Estos jugadores, además de su potencia y habilidad en defensa (recuperación de la pelota, pases en su propio campo) y en ataque (goles, asistencias, pases en campo rival), son los que mayor cantidad de terreno abarcan durante un partido. Los mapas de calor de un box to box comparados con los de un mediocampista tienen una presencia que se extiende por todo el campo de juego. Por eso adquirieron el nombre de todocampistas.

Felipe Ignacio Loyola nació el 9 de noviembre del 2000 en Santiago de Chile y debutó en primera el 25 de septiembre de 2020, como jugador de Fernández Vial. Se habla mucho de los jugadores que nacen con el talento y destacan desde las inferiores. Aquellos que los hinchas piden enérgicamente y los técnicos y dirigentes se apresuran a hacer debutar en primera. Tal es el caso del joven todocampista Jude Bellingham, que el 6 de agosto de 2019, a sus 16 años, debutó en la segunda división de Inglaterra con el Birmingham City. 

Pero otras veces el sol cocina lento, y Loyola lo acepta. El adolescente chileno, con el pelo teñido de color ámbar, empezó a intentar ganarse un lugar en las inferiores de Colo Colo como central en 2019. No destacaba en el equipo por sus habilidades técnicas, pero tenía claro lo que quería y estaba dispuesto a trabajar para conseguirlo. Eso lo hizo sobresalir. Quería jugar en cualquier posición y estaba dispuesto a acomodarse a las necesidades del equipo. Sin embargo, Colo Colo no le tuvo paciencia y lo soltó. Loyola dijo adiós y creció. Partió en 2021, con 20 años de edad, rumbo a un nuevo club. 

En Fernández Vial, “Pipe” Loyola empezó a desarrollarse por ambas bandas y a expandir sus habilidades a lo largo y ancho de la cancha. Si bien era bueno en cualquier posición del mediocampo, tanto en su nuevo club como con posterioridad en la selección de Chile se consolidó como lateral derecho. Loyola rotaba por diversas posiciones y ganaba versatilidad, pero aún le faltaba potencia y orden. “Era desordenado en la cancha. Tácticamente sorprendía porque llegaba a las dos áreas, pero desordenaba la estructura del equipo”, explica Manuel Crespo, jefe de inferiores de Colo Colo de 2017 a 2019.

“Hay que tener cabeza para jugar de sexto hombre en básquet”, dijo Oscar “Huevo” Sánchez, primer entrenador de Ginóbili, sobre Manu en una nota para La Nación en 2018. Y esa función cumplió Loyola cuando llegó a Huachipato en 2023: jugar de lo que faltaba. Pasó de estar seis meses sin jugar a ganarle el puesto a Joaquín González, el lateral derecho titular. El crecimiento futbolístico que tuvo Loyola, que luego despertó el interés de Independiente, se lo ganó a base de trabajo y esfuerzo.

Salió de Huachipato hacia Independiente en 2024 convertido en un todocampista total. Desde que llegó al Rojo en 2024 marcó la diferencia. Hizo nueve goles y dio seis asistencias. De los 54 partidos que jugó, 48 los disputó enteros y eso demuestra lo fundamental que es Loyola. “Pipe” logró un desorden ordenado, un equilibrio que le permite aparecer donde su equipo lo necesita sin salirse de la estructura. Es una “tromba que por donde pasa arrasa”, como lo describe Santiago “Lechu” Rodríguez, gerente deportivo de Huachipato.

Loyola, a sus 24 años, contagia su intensidad futbolística y mental al equipo. Con predisposición al trabajo y esfuerzo logró convertirse en un todocampista completo. Pasó de ocupar el lugar del jugador “que falte” a ser indispensable, entrenando su mente con la misma fuerza que su físico. Para Felipe Loyola todo está en la cabeza. Es su filosofía y lo señala en cada gol.

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