Por Azul Ramos
Mariana “Topo” Lategana, ex jugadora de hockey en Lomas Athletic Club, es la máxima goleadora del Torneo Metropolitano femenino de hockey. El apodo que le asignaron sus compañeras deriva de su implacable olfato de gol en el área, ya que suma 398 toques a la red. Desarrolló su carrera desde 1993 en Lomas Athletic hasta el 2012, siendo emblema y un modelo a seguir para las pequeñas jugadoras de inferiores que la alentaban todos los fines de semana. También tuvo un pequeño paso por Banfield, donde mantuvo su instinto goleador con más de 130 goles en dos años.
A Lategana no solo la caracteriza su historia hockista; también lo hace su personalidad. “Siempre fue muy buena rival, buena persona; a veces te tiraba chistes dentro de la cancha. Es copada y divertida”, la describió Daniela Sruoga, quien fue su rival en el Torneo Metropolitano, organizado por la Asociación Amateur de Hockey sobre césped de Buenos Aires.
Lategana comenzó jugando al tenis en una pequeña escuela de Caballito y al hockey en el club Nahuel al mismo tiempo. “En un momento el entrenador de tenis me dijo que tenía que decidirme por uno de los dos, porque ya tenía que federarme. Y ahí elegí hockey, porque me gustaba más el deporte en grupo, el trabajo en equipo y todo eso”, declara. Sus inicios y sus primero contactos con el hockey fueron en el club Nahuel a sus 10 años. Su director técnico fue Daniel “Bocha”Herrero, quien le enseñó “mucha técnica”. Brenda Vaccaro, su ex compañera del club Nahuel, la describe como una jugadora “muy completa, con una pegada bárbara, muy buena gambeta, ella estaba enamorada del arco” y menciona que su mejor recuerdo del hockey es haber jugado con ella.
Lategana fue llamada para los entrenamientos del preseleccionado que se realizaban en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) durante sus años de inferiores. Allí conoció a Ariel Holan, ex entrenador de hockey y actual director técnico de fútbol en Rosario Central, quien la llevó al Club Olivos en 1989, donde jugó desde los 14 años y con tan solo 15 debutó en primera división. “Nunca pude jugar en quinta división, pasé de sexta directamente a primera. No me arrepiento de no haber jugado en quinta pero me parece que es una linda etapa que perdí y me doy cuenta ahora de grande”, cuenta la exdelantera. Además, Lategana también fue una de las primeras jugadoras en irse a jugar al exterior con una remuneración económica de por medio, en 2002 a Ourense de España y luego, a sus 36 años, UD Taburiente, un equipo español que se encontraba en zona de descenso, la contactó para mantener la categoría.
Lategana decidió irse a Lomas luego de una gran insistencia de su amiga Gabriela Pando, quien la convenció. “Ella me dijo que me tenía que pasar a Lomas. Para mi era un sueño; era como jugar en Boca o en River y ahí inicié mi larga carrera que comenzó a los 17 años y terminó a los 38”, confiesa. La delantera sostuvo una racha de 21 años consecutivos ubicándose entre las primeras tres goleadoras del Torneo Metropolitano. Holan destacó: “Topo siempre, desde juveniles, y antes probablemente, tenía el arco entre ceja y ceja. Una capacidad de definición por arriba de la media. Además de su gran habilidad para definir, era muy buena asistiendo a sus compañeras dentro del área”.
En 2010, decidió jugar en Banfield, donde consiguió el podio de goleadoras históricas y ascender a la división “C” del torneo metropolitano. Al volver a Lomas, el club le ofreció una despedida “a lo grande” con un partido homenaje, que se hizo con la compañía de Luciana Aymar, Mechi Margalot, Giselle Kañevsky, Carla Rebecchi, Pity D´Elía, Mariana Rossi, Mariana González Oliva y Claudia Burkart, con quienes compartió el seleccionado argentino, y varias jugadoras de Lomas que la acompañaron a lo largo de su historia.
Topo Lategana se convirtió en una leyenda para el hockey bonaerense, uno de los clubes más importantes en el hockey metropolitano, con 398 goles a su nombre. Más allá de la consagración en los campeonatos de 1996, 1997 y de 2001 a 2006, jugar en Lomas dejó en ella un sentido de pertenencia para con el club y para con las compañeras, formando, más que un equipo, “una familia” que marcó la mejor parte de su vida.
“En el 2012, cuando me retiré, me retiré en el club donde me crié, con la presencia de jugadoras extraordinarias, como Luciana Aymar, para mi fue un sueño”, recuerda “Topo”.